sábado, 14 de febrero de 2015

REEDICIÓN. Sei Shônagon. "El libro de la almohada" (Adriana Hidalgo, 2014)



“El libro de la almohada –las ocurrencias, reflexiones y anécdotas de una dama al servicio de la Emperatriz– es una de las primeras obras maestras de la literatura japonesa.” Clarín. “Esta primera edición completa en castellano de El libro de la almohada es un acontecimiento cultural de primer orden (...) Su fragancia poética, diez siglos después y en el otro extremo del mundo, nos conmueve hasta la raíz.” El País, de Madrid

Muy poco se sabe de la autora de El Libro de la Almohada. Se la conoce como Sei Shônagon, que fue el apodo que mereció durante su servicio en la corte durante la década de 990 a 1000. Sei es la lectura china del primer ideograma de su apellido, Kiyohara. Shônagon designa su cargo en la corte: ayudante de menor rango de la emperatriz Sadako (976-1001). Sin absoluta certeza, se repite que nació en 966 y que era hija de Motosuke, poeta de cierta reputación. Se asegura que sirvió a la emperatriz hasta que ésta murió, y sobre la segunda mitad de su vida todas son conjeturas: que continuó atendiendo a ésta o aquélla dama de la familia imperial, aunque casi todas las tradiciones coinciden en imaginarla como una anciana que muere muy pobre. Una anécdota cuenta que pasó un período de reclusión y abstinencia, alejada de la corte, reprendida por utilizar una expresión poco feliz. Dicen que la expresión que ofendió a la emperatriz fue kurashinikanekeru, "haber sido difícil de soportar". Cuando regresó, hubo damas que la criticaron porque consideraron que "presuntuosamente había creído en las palabras nostálgicas con que la emperatriz se había referido a ella”. La tradición la ubicó como la rival literaria y política de Murasaki Shikibu –autora del Romance de Genji–, y es cierto que servían a emperatrices diferentes. Una cita del diario de Murasaki se esgrime como prueba: "Sei Shônagon, por ejemplo, es terriblemente engreída. Se juzga tan aguda, que hasta esparce en sus escritos caracteres chinos, pero si uno examina con atención, dejan mucho que desear. Alguien que hace un esfuerzo tal para ser diferente de los otros está condenado a perder la estima de la gente, y sólo puede augurársele un arduo futuro. Sin duda que es una mujer dotada. Sin embargo, si una da rienda suelta a sus emociones, incluso en las más inapropiadas circunstancias, si una prueba cada cosa interesante que se le presenta, las personas la considerarán frívola. ¿Y cómo podrá una mujer así resolver bien las cosas?".