viernes, 30 de septiembre de 2011

jueves, 29 de septiembre de 2011

Imágenes de la conferencia de Colette Soler en la UBA-Psicología, 28/9/2011, en ocasión de presentar "Los afectos lacanianos" (Letra Viva, 2011)




EPFCL-Seminario itinerante de Escuela, con la participación de Colette Soler (Fr), Sonia Alberti (Br.) y Gabriel Lombardi (Arg)

Informamos que la capacidad de la sala está completa

Jacques André (dir), Sylvie Dreyfus-Asséo, Francois Hartog. "Los relatos del tiempo" (Nueva Visión, 2011)

La manera que tiene el hombre de ser en el tiempo es un interrogante común para el historiador y el psicoanalista. Según las culturas, las épocas y los individuos, varían la representación del tiempo y la inscripción de los seres colectivos como seres individuales en el movimiento de la temporalización. Se trata de variaciones que hacen estallar nuestra idea común del tiempo, su falsa naturalidad. Hay una historia del tiempo y hay también una psicogénesis de la temporalidad Acaso sea necesario considerar que la idea de tiempo en sí misma procede de una invención, tanto a escala de la cultura como de la vida individual. El historiador y el psicoanalista no tienen el mismo objeto ni el mismo método, pero no por ello su dialogo deja de ser más que necesario.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

PABLO PEUSNER. "La teoría de los afectos en el psicoanálisis. Acerca de 'Los afectos lacanianos' de Colette Soler"



En todos los casos en que los afectos se sienten

como un trastorno de la homeostasis corporal,

o subjetivamente como un sentimiento más o menos penoso,

los sujetos se ven tentados a confundirlos con su verdad,

en tanto tienen para ellos la fuerza de la evidencia.

Entonces, se impone la necesidad de una teoría que de cuenta de ellos,

y que diga cómo y hasta dónde el psicoanálisis debe tocarlos.

Colette Soler

El 18 de abril de 2009, invitada por el Foro Analítico del Río de la Plata, Colette Soler dictaba en Buenos Aires un seminario intensivo con el título de “Afectos lacanianos”. Recuerdo que en aquella ocasión el auditorio de la Asociación Cultural Armenia estaba colmado, y que al finalizar la jo

rnada de trabajo, con muchos colegas y amigos nos quedamos conversando acerca de los originales caminos que Colette Soler había elegido para desarrollar un tema que –hasta ese momento– nos había parecido algo olvidado por los comentadores de los textos fundacionales del psicoanálisis.

Al día siguiente se realizó un pequeño evento para despedir a Colette Soler, en el que tuve ocasión de conversar con ella acerca de lo valioso que resultaría publicar el material surgido del seminario. Sin embargo, en ese momento, estaba revisando las galeras de su libro Lacan, l’inconscient réinventé (París, PUF, 2009) y no se mostró muy entusiasmada con mi sugerencia.

Algo más tarde, en diversos intercambios, Colette Soler dejó translucir que estaba trabajando en la redacción de aquel material. Y en diciembre de 2010, al confirmar que la editorial PUF publicaría el libro en Francia, permitió que a través de la editorial Letra Viva, adquiriéramos los derechos para su traducción y publicación en lengua española. De esta manera, “Los afectos lacanianos” (tal el título final del libro) verá la luz en nuestro idioma próximamente –casi en simultáneo, podríamos afirmar, con la edición francesa–.

El libro es mucho más amplio que lo desarrollado en aquel seminario del año 2009, por lo que resulta sumamente jugoso para estudiar la teoría del afecto en la obra de Jacques Lacan, siempre bajo la consigna de su retorno a Freud –el que, como ocurre habitualmente en los textos de Colette Soler, está muy presente en las referencias bibliográficas–.

La obra comienza rechazando un lugar común entre ciertos críticos del psicoanálisis: aquel que consiste en afirmar que Lacan desatendió los afectos del sujeto, a favor de la teoría del lenguaje y el significante (teoría que estaría demostrada por las frecuentes recurrencias a los juegos de palabras en desmedro de lo que podría considerarse “instintivo”). Las pruebas de la falsedad de una posición tal son aportadas con claridad, ya que según la autora la inquietud de Lacan por el tema del afecto data de los años ’50, ocasión en que introduce la llamada “frustración de transferencia”.

Por otra parte, al recomponer la lista de los afectos lacanianos, es visible que los mismos han preocupado a Lacan a lo largo de su obra: la angustia, el dolor, la impotencia, el duelo, la tristeza, la alegría, la felicidad, el tedio, el mal humor, la cólera, el pudor, la vergüenza, el entusiasmo... (y hay más), son algunos de los ejemplos en los que Colette Soler se detiene, ubicando sus coordenadas teóricas y sus incidencias clínicas. Es cierto que Lacan le dedicó un año al afecto de la angustia (y en el libro, hay todo un capítulo consagrado a realizar una lectura del único afecto “que no engaña”), y que a algunos otros se refirió en menor medida, pero por eso no se trata menos de una teoría de los afectos, la que ha sido sistemáticamente negada por varios de los comentaristas posteriores.

El trabajo de Colette Soler con esta lista invita a la reflexión de orden clínico, puesto que toma valor crítico ante de lo que podría denominarse la evidencia (o el valor de verdad) de los afectos. Según la autora: “No hay oposición entre la clínica del significante y la del afecto (...). Es un absurdo porque el significante afecta, y el afecto sólo se determina por el significante. Para el afectado, ciertamente el afecto es la evidencia misma, pero sin embargo jamás resulta ser del orden de un dato apresable. Hay una indeterminación en lo que se considera vivido. Eso se siente pero, al mismo tiempo, es muy difícil de identificar. Es todo lo contrario del significante, que es discreto, aislable y transmisible, mientras que el afecto es frecuentemente informe, indecible y, por otra parte, muy personal. Tratar de decirlo es justamente intentar ponerlo en forma significante (...). No es posible hacerlo sin las palabras de las que se dispone, que son las palabras del Otro, del discurso que ya está ahí (...). Sin el Otro, no se sabría qué es lo que se siente” (pág. X, de la Introducción).

El recorrido no se agota en una revisión de las posiciones de Freud y Lacan acerca de los afectos (ni de sus habituales referencias: Santo Tomás, Kierkegaard, Dante, Heidegger y tantos otros), sino que introduce ideas originales sobre los modos de aparición de los afectos en la época contemporánea. Desfilan así en sus páginas el ataque de pánico y la depresión, el duelo, los efectos del capitalismo en el humor, los afectos surgidos de la ruptura de los lazos sociales, el amor, etc. Y también encontramos ideas acerca del valor del afecto en el final del análisis, y su pertinencia en el testimonio del pase, bajo la forma de lo que Colette Soler denomina, siguiendo a Lacan, “afectos enigmáticos”.

En síntesis: la obra devuelve a la teoría de los afectos un lugar de importancia en el quehacer clínico del psicoanalista, tanto como en su posición ética. ¿Existe realmente esta teoría que ha podido ser ignorada durante tanto tiempo? Dejo al lector responder esta pregunta, luego de la lectura de este libro. Un libro que sin lugar a dudas no pasará desapercibido y que demostrará, una vez más, que liber enim, librum aperit...

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El libro se presentará hoy, miércoles 28/9/2011, con una conferencia pública titulada "Amor y odio en Lacan", que será pronunciada por la autora en el aula mayor de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, sede Independencia, a las 20.30 hs.


lunes, 26 de septiembre de 2011

Guy Deutscher. "El prisma del lenguaje". Cómo las palabras colorean el mundo. (ed. Ariel, 2011)

"Hay cuatro lenguas en el mundo que merece la pena utilizar", dice el Talmud, "el griego para cantar, el latín para guerrear, el siríaco para honrar a los muertos y el hebreo para hablar." Esta cita da inicio a un recorrido histórico, científico e intelectual en torno a una pregunta fascinante. ¿Es verdad que el mundo es diferente según la lengua que hablamos? ¿Influye nuestra lengua en la manera en que pensamos y nos comportamos? Guy Deutscher, uno de los lingüistas más prestigiosos del mundo, pone en duda la afirmación en boga, de que el lenguaje es completamente fruto de la naturaleza. Para revisar los terrenos inexplorados de esta teoría, el autor propone una odisea que nos lleva desde Homero a Darwin, desde científicos a seres primitivos, desde los pasillos de Yale a las riberas del Amazonas, desde cómo nombrar el arco iris a por qué la palabra agua en ruso -que es femenina- se vuelve masculina cuando se le añade una bolsita de té? Una exploración, en definitiva, de algunas de las cuestiones más fascinantes y controvertidas de la lengua, la cultura y la mente humanas. De manera lúdica, provocativa y rigurosa, Guy Deutscher argumenta la influencia de nuestra lengua madre en la manera en que percibimos el mundo

sábado, 24 de septiembre de 2011

Cronograma completo de actividades con la presencia de Colette Soler en Buenos Aires (28/9 al 1/10/2011)

Para agrandar, hacé clic en la imagen
.
Se informa que las actividades que requerían de inscripción previa, han agotado su capacidad y por lo tanto se ha cerrado la inscripción.
Además, el Seminario del viernes/sábado, también está completo.

viernes, 23 de septiembre de 2011

ANTICIPO EXCLUSIVO. Introducción a "Los afectos lacanianos" de Colette Soler (Letra Viva, 2011)



INTRODUCCIÓN

El desafío

El tema del afecto es un desafío para el psicoanálisis. ¿No es en nombre de los síntomas que lo afectan que un sujeto se dirige al psicoanalista para que lo ayude a interrogarlos y reducirlos? ¿Y quién se preocuparía de curar si los síntomas, se trate de una conversión, una obsesión, una impotencia, e incluso de un malestar más indeterminado, no produjesen su porción de afectos penosos –tristeza, abatimiento, desánimo, e incluso hastío de vivir, por citar sólo algunos? Al comienzo de la demanda de un análisis, siempre hay afecto en la forma de un sufrimiento difícil de soportar y que espera la curación. Frente a esta espera, el psicoanalista no se declara incompetente. Al enfrentarse al tratamiento de los síntomas, pone en el primer plano de sus finalidades la reducción de los afectos que producen el “sufrimiento neurótico”, como se expresaba Freud. No obstante, esto no quiere decir que apunte a producir esa indiferencia ataráxica que la lengua popular atribuye al psicoanalista. Y por otra parte, como dice Lacan, al final cada cual permanece “sujeto a afectos imprevisibles”. Por ende, es preciso decir que el psicoanálisis lacaniano produce afectos.
Por otra parte, el término “afecto” –en alemán, Affekt con k– fue popularizado en el psicoanálisis por Freud, quien lo retomaba de una tradición filosófica alemana anterior para designar un estado agradable o penoso en el eje placer-displacer ligado a los avatares de la pulsión. Es interesante la ambigüedad del término, pues se aplica tanto al cuerpo como al sujeto. Del primero se dirá que es afectado por sensaciones o enfermedad, mientras que el segundo es afectado por estados de humor, buenos o malos. Por lo demás, en la escolástica la tradición de la Escuela distinguía, por ejemplo con santo Tomás, afectos (affectio) del alma o del cuerpo. En el uso corriente de hoy en día, ser afectado designa el hecho de ser tocado, casi siempre desagradablemente, por ejemplo por una mala noticia. ¿Qué es lo que afecta? La pregunta no es sencilla. Sin duda, lo que me dicen o lo que no me dicen, la palabra de amor o la palabra de injuria, y el silencio también, no podrían dejarme indiferente, y más bien producen pasión. Pero igualmente todo lo que toca mi cuerpo, desde la caricia hasta los abusos, desde el bienestar hasta el dolor. Es lo que repercute en el sujeto bajo la forma de placer, rabia o tristeza, etc. En todos los casos, ya sea que se experimenten como un trastorno de la homeostasis corporal o subjetivamente como un sentimiento más o menos penoso, los sujetos están muy tentados de confundirlos con su verdad por cuanto para ellos poseen la fuerza de la evidencia. Por ende, se impone la necesidad de una teoría que dé cuenta de los afectos, y que diga cómo y hasta dónde les atañe el psicoanálisis.


Este libro será presentado con una conferencia pública de su autora
en el Aula Mayor de la Facultad de Psicología,
Universidad de Bs.As.,
el 28 de septiembre, a las 20.30 hs.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Jacques-Alain Miller.El establecimiento de "El seminario" de Jacques Lacan (Tres haches, 1999)

Este libro, recoge la entrevista que François Ansermet mantuviera con Jacques-Alain Miller en 1985 acerca del trabajo que este último realizara con la edición de "El Seminario" de Lacan. El texto tiene sus ribetes, que dejo al lector analizar. Como el mismo ha sido subido a la página de los textos electrónicos de la ELP, lo linkeo directamente desde allí (y vos podés acceder haciendo clic aquí)

martes, 20 de septiembre de 2011

ANTICIPO. Colette Soler. "Incidencias políticas del psicoanálisis". 45 ensayos y conferencias (SyP ediciones, Barcelona, 2011)

Colette Soler practica el psicoanálisis y lo enseña en París. Es profesora universitaria, Doctora en Psicología, formada por Jacques Lacan, fue miembro de la Ecole freudienne de Paris disuelta por Jacques Lacan en 1980. Es miembro fundador de la Escuela de Psicoanálisis de los Foros del Campo Lacaniano (EPFCL).

En este volumen se compilan 45 textos, de diferentes épocas de la autora (1987-2010), organizados en 10 temas principales que articulan el psicoanálisis con el campo de lo social.

1. Campo Lacaniano
2. Subversión sexual
3. El síntoma repensado
4. Identidad y nominación
5. Estado de los lazos sociales
6. Angustia, afecto primordial
7. Teoría del trauma y su actualidad
8. Depresiones de hoy
9. Política y psicoanálisis
10. Del amor


De próxima aparición...

lunes, 19 de septiembre de 2011

Reseña de "Fundamentos de la clínica psicoanalítica lacaniana con niños" de Pablo Peusner. Por Luciano Lutereau


Título: Fundamentos de la clínica psicoanalítica lacaniana con niños

Autor: Pablo Peusner

Editorial Letra Viva, 2011 (reedición)


Con sus Tres ensayos (1905), Freud esclareció la condición de posibilidad para que el niño ingresara en el discurso psicoanalítico: el carácter infantil de la sexualidad sustentaba el interés teórico por lo niños, aunque Freud tuviera como punto de mirada los síntomas de los adultos. Lo que Freud nunca esperó fue recibir su mensaje invertido desde el lugar del Otro; hacia 1906, Max Graf comenzaba a escribir a Freud acerca de las inquietudes y, finalmente, la fobia de su hijo, el pequeño Hans. Con este ejercicio de lectura de se inicia Fundamentos... (2006, Reeditado este año), y podría decirse que esta táctica de aproximación a los textos domina su construcción argumentativa: leer, como resultado de una escucha a los detalles; escribir, como analista concernido con la verdad de una praxis (clínica psicoanalítica lacaniana), antes que erudito obsesionado por la exactitud. En esta recensión explicitaremos el desarrollo expositivo de Fundamentos…, destacando la presencia de este libro en el marco de la obra del autor.

1. La sentencia lacaniana de que el inconsciente está estructurado como un lenguaje se manifiesta en fenómenos concretos; por ejemplo, en la equivocidad de lo dicho frente al querer decir; ahora bien, ¿no son los niños quienes más disfrutan de esta defraudación de la intencionalidad lingüística? O bien, ¿no es notorio el anclaje que el decir tiene en los niños, como demuestran las promesas que los adultos suelen realizar a porfía? Ambos rasgos caracterizan la textura de lo que Peusner llama “lenguaje infantil”, destacando que este margen de indeterminación –que “el sujeto no sabe lo que dice”, según Lacan– es lo que permite tomarlo como vía de entrada al discurso del análisis. El rechazo de ambos fenómenos, propio del “lenguaje adulto”, no sería más que el rechazo de la apertura del inconsciente. Pero, ¿qué posición le cabe al analista en esta situación? Un primer modo de entender la noción transferencia estaría en soportar el lenguaje infantil –que, valga aclararlo, ¡también puede corresponder a un adulto!–, dejando a un lado las concepciones rectificadoras que suponen un “hacerse cargo” de lo que se dice, en una acepción estrecha (yoica) de lo que significa la responsabilidad en psicoanálisis.

2. El lenguaje infantil, caracterizado por su decir “irruptivo” –por el cual, alguna vez, le pudo ser atribuida al niño una función de oráculo–, es estudiado estructuralmente por Peusner, quien destaca –siguiendo el hilo conductor de un célebre sueño de la niña A. Freud– que en dicho lenguaje “el que se diga” no queda olvidado en “lo dicho”, siendo la represión (presentada desde un punto de vista lingüístico antes que metapsicológico) el motivo de la escisión entre ambos componentes en el lenguaje adulto.

3. El análisis del decir lleva a introducir una elaborada concepción de la interpretación –que parte de un ingenioso esclarecimiento bibliográfico–, como localización de una posición enunciativa o subjetiva, que puede tener forma de palabra o no (aunque eso no invalida que sí tenga estructura de lenguaje), y que no necesariamente es comunicada. De este modo, Peusner plantea la distinción entre interpretación e intervención, articulándola a una operación de lectura en sentido estricto (como la que Lacan propone en La instancia de la letra…). Sucede a esta consideración una revisión minuciosa de las menciones lacanianas acerca de la interpretación en diversos parágrafos de La dirección de la cura… con el propósito de situar que el decir del analista también puede sucumbir a la textura del lenguaje infantil, en la medida en que el efecto interpretativo de sus palabras también implica un plus respecto de lo dicho, por el cual, en el mejor de los casos, puede sorprenderse.

4. Para Peusner, que el inconsciente esté estructurado como un lenguaje, remite al lenguaje infantil, donde cabe distinguir la función de la palabra –que es sólo un modo de puesta en acto– junto con otros tipos de producciones, como el jugar y el dibujar. Asimismo, el análisis del autor del hablar à la cantonade –paradigma en los niños de la sustracción del destinatario efectivo– tiene como piedra de toque situar el núcleo de la regla analítica de la asociación libre. De este modo, el dispositivo analítico es reconducido a su fundamento infantil, no sólo a propósito del decir (y la interpretación), sino también respecto de la transferencia.

5. Respecto de este último operador clínico, Peusner –luego de cuestionar la posición de E. Porge de abandonar los juguetes, para conservar en el tratamiento de niños sólo el lenguaje hablado, dado que la concepción del lenguaje argumentada en el libro permite entrever que aquél puede tomar diferentes formas más allá de la articulación vocal– evalúa la pertinencia y el alcance de nombrar una “neurosis de transferencia” en el niño, destacando la “inconsistencia de saber” que, ocasionalmente, produce el estallido de una neurosis sintomática. Asimismo, el autor precisa que la transferencia remite a la puesta en acto de la cadena significante, lo que implica un más allá de las personas efectivas en el dispositivo para ceder a una topología transindividual, un nosotros que hace signo del encuentro singular entre analista y analizante. La transferencia no es el afecto de transferencia, ni una mera reedición imaginaria de una relación acontecida en otro tiempo. No es que estas dimensiones sean desestimadas, sino que son reconducidas a su fundamento, a la Übertragung lingüística entre el sujeto y el Otro. En esta dialéctica de posiciones enunciativas, Peusner concluye su trabajo con una elaboración de la noción de saber en psicoanálisis, anticipando el desarrollo de otro de sus libros, El niño y el Otro. Pertinencia de los “cuatro discursos” en la clínica psicoanalítica con niños.

Balance crítico

Peusner se sitúa en la “frontera móvil” de la clínica con niños ­–aquella que Lacan reconoció explícitamente, sin dedicarse a su dispositivo– y, recurrentemente, sostiene que se trata de “no retroceder”. Preguntas concretas salen al paso en este punto, en el camino de la lectura: ¿qué lugar ocupan los padres en el dispositivo? ¿Cuánto dura una sesión con un niño? ¿En qué consiste el sufrimiento en la infancia? Es notable advertir cómo en este libro convergen intereses precedentes y motivos posteriores de la obra de Peusner. No sería un desacierto afirmar que este libro constituye un momento clave en su elaboración clínica del psicoanálisis, sino un hito fundamental, a su vez, en la historia del psicoanálisis con niños en nuestro país. No sólo por el interés desmitificador que alienta cada una de las páginas de este libro –que rechaza la jerga, intentando capturar los problemas cruciales de la experiencia– sino por su afán propositivo, formulado en primera persona. Pocos analistas en nuestro país, que se dedicaron especialmente al trabajo con niños, han escrito libros de este tenor: Arminda Aberastury y, más recientemente, Alicia Hartmann, son de los pocos referentes. Quizás esto explique que el libro ya cuente con una reedición (que se hará extensible también a la segunda edición de su primer libro El sufrimiento de los niños). O quizá se deba también a otra cuestión: cuando leemos a Peusner nos ocurre lo mismo que al leer los escritos técnicos de Freud; su enunciación remite constantemente a una praxis, a aquello

que implica poner en marcha el dispositivo desde una ética intransigente.


Luciano Lutereau

sábado, 17 de septiembre de 2011

Reseña de "Lo fundamental de Heidegger en Lacan" (Letra Viva, 2011) de Héctor López, a cargo de Martín Alomo

Lo fundamental de Heidegger en Lacan, de Héctor López.

Segunda Edición (corregida y aumentada)

Letra Viva, Colección Psicoanálisis y Filosofía, Bs. As., 2011.

Martín Alomo

Lo fundamental de Heidegger en Lacan indica una dirección y un sentido, tal como aclara Héctor López: se trata de lo que del pensador alemán podemos encontrar en el psicoanalista, ya que de ambos, éste es el único que se interesó en el otro. En cuanto al Otro planteado por Lacan no es cualquiera, sino uno muy particular siempre referido a la estructura del lenguaje, pero también del deseo. En cuanto a Heidegger, si bien es cierto que se ocupó -sobre todo en el momento posterior al giro de 1933- cada vez más del problema del lenguaje, ello no implica que el decir de la poesía (Dichtung) tal como lo recorta, a pesar de ciertas afinidades insoslayables, revista las características del Otro lacaniano ni las relaciones de éste con lo real.

Lo fundamental de Heidegger en Lacan es más bien un libro de diferencias y de separación de aguas, y por eso mismo, en esa disquisición, en ese establecimiento de las fronteras es posible leer que los bordes delimitan y separan a la vez que comunican. “El cruce”, tal la propuesta de López, deja señalado un punto de intereses comunes, de “fraternidad en el decir”. Sin embargo, para poder llegar a situarlo hay que andar un largo trecho. En principio, hay que reconocer dos vectores; en primer lugar, el que va desde la analítica del Dasein y el lenguaje especulativo, hasta el Evento del Ser (Seyn) y el lenguaje poético, en Heidegger, por supuesto. Luego el vector lacaniano, que parte de la póeisis del inconsciente, caracterizada por la metonima considerada como censura y la metáfora como salto, para llegar al lenguaje formal (a-semántico), la lógica, la topología y los nudos (pp. 29-35).

López delimita estos dos vectores para situarlos espacialmente, en lo que constituye su grafo inaugural del cruce, de modo que ambos se intersectan como las aspas de una equis. Estos dos vectores, que representan los caminos seguidos por el analista y el… ¿filósofo?, al superponerlos bien podrían dejarnos frente a la perplejidad del enigma. Sin embargo, el uso que Héctor López hace de la X logra ir más allá del enigma, ya que ubica en ella un punto. En dicho punto, “el cruce”, el autor señala que “cada obra está tensionada por una misma cuestión: la búsqueda de un lenguaje que sea capaz de decir lo imposible de decir del ser por un recurso límite entre lo simbólico y lo real que no sea metalenguaje sino que hable por sí mismo, aun a sabiendas de que no hay un lenguaje que pueda agotar la verdad” (p. 32-33).

Luego, la pregunta “¿qué nos dice el lógos?” inicia un sendero prolífico y sorprendente, donde tal vez el cruce alcance su encuentro más notable. La traducción de Lacan, en 1956, de la conferencia “Lógos” no es un dato menor. La pregunta nos conduce, con Heidegger, hasta el fragmento 50 de Heráclito, y la primera sorpresa es que el único modo de escuchar al lógos es siendo uno con él; pero además, ese escuchar no implica al medio acústico, ¿de qué escucha se trata entonces? Por otra parte, el lógos también se ofrece por fuera del campo semántico, y Lacan lee esta cosecha de lo que no tiene sentido ni participación acústica como el legado puesto allí, que a través de las generaciones nos habla (pp. 39 y 49).

“El Lógos o la razón desde Freud” hace vibrar las resonancias del lógos, roza la noción de nominación y recala en la noción de verdad como alétheia. Se trata de un segundo capítulo que articula la verdad como lo que se des-oculta en el légein (hablar, narrar, contar), en un movimiento cuyo efecto es doble (hacia la partícula privativa “des” y hacia el “oculta”), y la noción psicoanalítica de repetición.

El lógos vibra con la fuerza de lo que es demanda una y otra vez, y en esa re-petición resuena también el deseo, cuya fuerza liberadora lo aparta decididamente de la proporción romana que expresa la sentencia veritas est
adequaetio rei et intellectuss
. En cambio, en la pólis, el misterio parece ser mejor abrigo para las veleidades del deseo, y a diferencia de la ratio como proporción, el lógos se revela como “una palabra conductora del pensar” (p. 49).

Luego “Lo incalculable: un deseo siempre el mismo” (p. 53), que ya en el título sugiere e incluso muestra dos nociones caras al psicoanálisis: tyche y deseo. Y allí Ebenbild, la imagen que viene a mostrar el colmo de la paradoja: lo que no puede representarse, entre otras cosas porque no es -pequeño detalle- insiste sin embargo en consistir en su vivo retrato. Pero ese no ser, o ese ser de no ser que paradójicamente del único modo que puede advenir es siendo un objeto -incluso ligado a un sentido de la realidad- está sustancialmente herido de ab Grund, un sin fundamento esencial que inhiere el corazón mismo del Dasein, y que Héctor López lee utilizando como clave la carencia ubicada por Lacan en el centro de la estructura.

Ereignis comienza a acercar los desarrollos heideggerianos a la noción lacaniana de metáfora. Sin embargo, “en Heidegger pareciera que la palabra puede, en momentos privilegiados, no errar el blanco; él confía en ella, y propone ‘dejar al Ser (Seyn) que sea’, pues aún en el misterio de su ocultamiento, el ser se muestra, mientras que Lacan afirma que la palabra apunta a lo real, pero le falla siempre el ‘colimador’” (p. 56). Una vez más, es claro el movimiento operado por López: primero, situar los puntos de cercanía, “la fraternidad en el decir”; luego, los de disyunción. Este ejemplo que citamos, señala el único sentido, siempre el mismo, de los hallazgos en cuanto a quién tiende -sin sospecharlo y pretendiendo lo contrario, tal vez filósofo en este punto- hacia el pantano metafísico, con la suposición velada de algún resabio último del Ser verdadero, que incluso podría llegar a decirse.

En contra de las voces que pretenden que el psicoanálisis ya ha sido dicho, por ejemplo por Heidegger, y a propósito de la importancia de la valoración de las diferencias, Héctor López comenta que “La instancia de la letra…” es un texto marcado por la influencia de Heidegger, sin embargo “influencia no quiere decir adhesión ni identidad, sino simplemente relación entre dos autores que se cruzan en el camino de un nuevo pensar, aun en la diferencia, incluso en la confrontación” (p. 78).

Para profundizar el surco de las diferencias, Raúl Sciarretta, maestro de quien López se confiesa discípulo, “enseñaba que la lógica de lo inconsciente es una lógica de lo imposible, mientras que la lógica del sentido en Heidegger es una lógica de lo posible” (p. 86).

Más que para resaltar las diferencias, para señalar oposiciones, resulta de sumo interés la disquisición respecto de la noción de Sorge. El contexto es el camino que puede sacar, por medio de la angustia, al hombre de la inautenticidad, de lo impropio del Man. En este capítulo López sitúa un des-encuentro entre Lacan y Heidegger, fundado en un equívoco en la terminología -que sitúa puntillosamente, a la letra-; por eso el título “De la preocupación -souci, tal como Lacan traduce Sorge- al cuidado” (p. 100). Las consecuencias del malentendido, que López rastrea y consigna, exponiendo la lógica del error y caracterizando sus aristas, son notables.

La cuarta parte, “Fin de la metafísica, final de análisis”, indaga la noción heideggeriana de lo abierto vinculada al “más allá del Padre” (p. 119). Esto lo lleva a plantear la cuestión de “la libertad del Dasein”, como aquello que escapa a la coerción del Otro (p. 141).

Luego el salto (Sprung) es puesto a prueba con la cuestión del final de análisis, partiendo de la frecuencia con que Lacan utiliza el término a la altura del seminario del acto analítico (p. 143). Pero también examina López otra de las vertientes del salto, el del lenguaje filosófico al lenguaje poético, a partir de Die Kehre. Y por último, propone un “segundo salto”, a propósito del cual ensaya su concepción del pase inventado por Lacan (p. 154).

En “Tiempo de ser y fin de análisis”, la esencial temporalidad del Dasein es explorada a la luz de la temporalidad lógica de la estructura, que adviene a partir de las escansiones del discurso. Luego, con Lacan, “ser el síntoma” es la cuestión (p. 161).

Y para terminar la parte dedicada al final, un apasionante pasaje dedicado a la de-cisión, que resultaría incomprensible sin los desarrollos previos sobre las nociones de salto y peligro (Gefahr) (p. 165).

A continuación, algunas consideraciones éticas llevan a Héctor López a poner el acento, ora agudo, ora circunflexo, bien sobre la épsilon, o bien sobre la eta. El êthos viene a escribir, a través de la pluma de López, la frase de Lacan: “el psicoanálisis no es un humanismo”, que en el contexto de Lo fundamental... no podemos dejar de leer como paráfrasis de aquella otra heideggeriana respecto del existencialismo, inserta en el marco de una polémica con Sartre (p. 186).

Heidegger, quien ha conmovido el pensar del siglo XX -lo que implica que ha conmovido también todos los siglos precedentes en la historia del pensamiento- “abriendo el camino hacia un otro pensar en los confines de la filosofía y en el presentimiento del psicoanálisis”, escribe López, ha sido una persona políticamente incorrecta, y tal vez indefendible. Las relaciones del pensador con el nazismo son examinadas en “Lo que resta por acontecer. Sobre el abominable señor Heidegger” (p. 189).

Por último, dos “invitados al cruce”, Horacio Martínez y Luciano Lutereau, enriquecen este volumen con dos aportes originales. El primero, coteja la cuestión del fin de la filosofía en Heidegger con el final de análisis en Lacan, llegando a situar la Lichtung (el claro) heideggeriana sobre una banda de Moebius (p. 201), en la búsqueda de “una nueva enunciación”. En “El descubrimiento de la verdad”, Lutereau traza un apasionante recorrido que evoca la dialéctica en espiral que organiza el escrito “De una cuestión preliminar…”. Parte “hacia Heidegger” desde los textos del inicio de la enseñanza de Lacan; para llegar a un “después de Heidegger” señalado en los desarrollos sobre la verdad del seminario 17; habiendo pasado “con Heidegger” por Ser y tiempo -deteniéndose con mayor detalle en el parágrafo 44- y por “De la esencia de la verdad” (pp. 207-214).

Lo fundamental de Heidegger en Lacan es el libro de un psicoanalista que lee a Heidegger y escucha el texto escrito de un modo singular. Esta escucha logra cernir un punto, más precisamente un punto de cruce que para poder ser situado, traza primero líneas -sí, el punto las traza: temporalidad sorprendente- cuyas direcciones son vectorizadas necesariamente por la aparición de sentidos: situar el recorrido de Lacan, elegir los hitos que lo delinean, hacer lo propio con Heidegger y llegar a señalar el punto. La X de Héctor López, el grafo conceptual que sitúa el cruce, no nos deja en la perplejidad del enigma, ya que nos da las coordenadas de un pensar concernido y hace resonar el lógos en nosotros, que nos dice. Además, nos invita a una escucha muy particular de esas resonancias, una escucha del “hablar de la lengua” que para quien quiera oír se deja en el silencio.


viernes, 16 de septiembre de 2011

PABLO PEUSNER. "Treinta años sin Lacan: libros y escándalos"


"Por una pipa del 9 arrancó, la gran masacre del puticlub..."

El 9 de septiembre del corriente se cumplieron treinta años del fallecimiento de Jacques Lacan. El mundo editorial francés no podía quedar ajeno a semejante acontecimiento: hacia fines de agosto la editorial du Seuil publicó en el marco de su colección del Campo Freudiano el Seminario XIX. ...ou pire; mientras que en su colección Paradojas, apareció un volumen titulado Je parle aux murs –librito que recoge una parte de las conferencias pronunciadas por Lacan en Sainte-Anne y conocidas por nosotros como “El saber del psicoanalista”[1]–. Como ya he escrito en otras ocasiones, hemos leído todos los seminarios de Lacan, pero igualmente celebramos la aparición de una nueva versión, puesto que es un paso más hacia la publicación total del Seminario, más allá de la discusión acerca de su calidad, estilo y contenido –la que resulta fundamental, pero excede este breve texto–.

Por otra parte, con fecha 2 de agosto, Jacques-Alain Miller comenzó a escribir su Vida de Lacan, la que fuera inmediatamente terminada. Si bien se trata de un libro breve, el texto ya es un éxito de ventas en Francia y está prevista su edición en Argentina por la editorial Grama. Según cuentan sus tres primeros capítulos –los que fueron rápidamente puestos a disposición de los lectores en la web de forma oficial–, todo comienza cuando dos damas le reclamaron a Miller que no defienda a Lacan ante una nueva “repugnante mezcolanza de inmundicias” (sic) de las que resultaba víctima, treinta años después de su muerte. Esto dio inicio a un proceso de reflexión en el que Miller se pregunta por qué no había abordado hasta ese momento al Lacan histórico, por qué si bien compartió con él tanta vida cotidiana jamás había tomado una nota de sus decires, frases y diálogos... Miller se responde que para lograr una transmisión del pensamiento de Lacan, se vio obligado a anular la persona singular de Lacan. Luego de reflexionar sobre Boswell, evocar a Jenofonte y un par de anécdotas más, el tercer capítulo cierra afirmando que “sin embargo, treinta años después de su desaparición, pienso que tengo algo para decir del hombre que conocí, algo que no sea indigno de la alta calidad de su enseñanza”.

Finalmente, también apareció un libro firmado por Elisabeth Roudinesco. Su título es Lacan, envers et contre tout, también publicado por Seuil. En una nota publicada por L’Express (el 9 de septiembre), ella misma anuncia el objetivo de su libro: “Quisiera que este libro fuera leído como el enunciado de una parte secreta de la vida y de la obra de Lacan, un vagabundeo por senderos desconocidos: el otro lado o una cara oculta que viene a esclarecer el archivo (...). Quise evocar con fragmentos a otro Lacan confrontado a sus excesos, a su pasión de lo real, a sus objetos: en una palabra, a su real, a lo que fuera forcluido de su universo simbólico. Un Lacan de los márgenes, de los bordes, de lo literal, transportado por su manía del neologismo”.

Sin embargo, este clima de trabajo y productividad en torno de la obra y la vida de Lacan iba a terminar mal...

Jacques-Alain Miller acusó a Olivier Bétourné (Director Ejecutivo de la editorial du Seuil) de no haberlo incluido en los preparativos asociados a la aparición del Seminario XIX y el librito de la colección Paradojas. Según hizo público, no lo convocaron para armar la lista de los envíos de prensa ni para la página de publicidad en el diario Le Monde, y no le hicieron llegar las invitaciones de los medios más importantes. Miller se posicionó como “el objeto de una tentativa de asesinato político y mediático” (Le Monde). En un mail enviado a Bétourné que luego el propio Miller leyera en público, prosiguió con su denuncia: “Usted tejió alrededor mío una cesta de silencio. Todos los libreros de Francia se sintieron persuadidos de que yo era inhallable, de que hacía falta que abandonaran toda idea de invitarme. Pero en contrapartida, Olivier, su editorial no dejaba de promover a otra persona, en las librerías, en las revistas, en la radio (...).Usted trajo la vergüenza a esta casa editorial, Olivier, y yo me voy. Esta es mi reverencia, Olivier. Me llevo conmigo esos diez seminarios de los que nueve están terminados, y el último lo estará dentro de poco, cuando me desembarace de sus torpezas, Olivier, y las consecuencias de aquellas. Usted no tiene ningún derecho sobre esos seminarios, y no podrían ser publicados por un hombre como Usted. La colección del Campo Freudiano se detiene. Ella debía su nombre a Lacan. Usted no ha logrado asesinarla. Yo no retomaré el título. Como responsable del derecho moral de Lacan sobre su obra, le prohíbo bajo pena de acciones legales, utilizarlo. Se lo dejo a la Historia”.

Aquí las consecuencias se ramifican: el seminario dejará de publicarse por Seuil y se mudará a Hervé de La Martinière, propietario del grupo editorial dueño de Seuil... (o sea, que el chiste consiste en bajar dos pisos en el mismo edificio). Pero, no es solo eso. ¿Quién es esa otra persona que Miller no nombra en su carta, pero que considera obviamente favorecida por el manejo editorial de Olivier Bétourné? El lector atento habrá descubierto la respuesta: se trata de Elisabeth Roudinesco, la historiadora que, en su vida privada, es pareja de Bétourné.

Ahora bien, ocurre que el mismo 9 de septiembre entró en escena Judith Miller, hija de Lacan, furiosa contra Elisabeth Roudinesco y su nuevo libro. El párrafo que la hizo montar en cólera es aquel en que la historiadora afirma que Lacan fue enterrado sin ceremonia y en la intimidad, contrariamente a su voluntad que había sido la de tener “funerales católicos” (Le Point). El enojo fue tal que para no encontrarse con ella, Judith no asistió a la jornada de lectura del Seminario programada en la ENS a modo de homenaje a Lacan a treinta años de su fallecimiento, amenazó con iniciar acciones legales y no se privó de decir que “en otros tiempos, y si se era hombre, por algo así uno se batía a duelo”.

No es mi intención realizar una lectura crítica de este episodio –sí me ocuparé oportunamente de los libros en cuestión de los que, al momento de firmar esta nota, estoy esperando su llegada por correo–. No obstante, ¿me parece a mí o con todo este escándalo se ha perdido la oportunidad de demostrar un poco de grandeza ante una conmemoración histórica?



[1] Sorprende aquí un poco el modo en que Jacques-Alain Miller decidió separar el conjunto de las conferencias: las primeras tres están en Je parle aux murs; las cuatro siguientes aparecen intercaladas en orden cronológico en el cuerpo del Seminario XIX.

martes, 13 de septiembre de 2011

LUIS GUZMAN. "La pregunta freudiana" (Paidós, 2011)

Dos son los ejes que Luis Gusmán elige para la compilación de los artículos que conforman este libro. El primero tiene que ver con la relación entre teoría y clínica, en el sentido de su fundamentación recíproca y del soporte conjunto de la práctica del psicoanálisis. El segundo atañe al principio de la lectura al revés, tomado de la enseñanza de Masotta, que sostiene la ruptura de la temporalidad lineal y su sustitución por el a posteriori, concepto que permite una ordenación distinta a la cronológica. Esta descubre una lógica de lectura propia del autor en la que los temas elegidos –la pregunta freudiana, los tropismos del objeto, la comunicabilidad del goce, los modos del delirio, las políticas del como si– dan cuenta de su preocupación constante por las modalidades de la argumentación en la constitución del saber sobre el psicoanálisis. Extraterritorial por excelencia, el recorrido de Gusmán por los textos freudianos y lacanianos evidencia una atenta mirada al entrecruzamiento de discursos, a los estados de lengua, a los sentidos que se desprenden no solo del corpus establecido, sino también de las posibilidades del efecto de esta lectura, “efecto retroactivo que ‘articula la verdad de lo precedente’. Pero este efecto no está articulado, se articula cada vez, extraterritorialmente respecto al enunciado; si es posible decirlo así, se produce entre líneas más cerca de la enunciación que del enunciado”. La pregunta freudiana plantea así una modalidad y una técnica de trabajo que apunta, como bien se señala en el prólogo, a la cosa freudiana, tanto en su formulación como en sus diferentes modos de articulación. Luis Gusmán : Formó parte de la revista Literal. Ha estado en la dirección de Cuadernos de Psicoanlaisis; también en las revistas Sitio y Diatriba. Junto con Jorge Jinkis, dirigen la revista Conjetural. Ha publicado dos libros de ensayos: La ficción calculada y Epitafios: el derecho a la muerte escrita.

lunes, 12 de septiembre de 2011

(Reedición) PABLO PEUSNER. "Fundamentos de la clínica psicoanalítica lacaniana con niños" - 2ª edición (Letra Viva, 2011)

Texto de contratapa

En lo que sigue partiré de la enseñanza de Jacques Lacan para iniciar el análisis riguroso y sistemático de las nociones de “interpretación” y “transferencia” en la clínica psicoanalítica lacaniana con niños; no obstante, es mi intención recurrir a la clínica toda vez que los argumentos en juego lo permitan o lo reclamen.

Estoy convencido de que la relación de Sigmund Freud con la clínica de niños no fue más que su propio mensaje recibido en forma invertida desde el lugar del Otro, y no una apuesta ética tendiente a construir un nuevo campo para el desarrollo del psicoanálisis. A causa de ello considero que sin la “reinvención” del psicoanálisis operada por Jacques Lacan, los sujetos humanos hablantes que llamamos “niños” hubieran quedado por fuera del campo de aplicación del psicoanálisis freudiano.

(...)

En ocasión de presentar sus “Estatutos propuestos para el Instituto de Psicoanálisis de la SPP”, en enero de 1953, Jacques Lacan declaró:

“... el psicoanálisis de niños se reveló, en los registros de la conducta de la experiencia y de su valor clínico, como sujeto a incertidumbres, cada vez más ricas en problemas a medida que se les concede un interés más ordenado”.

Esta es mi bandera: concederle al psicoanálisis de niños un interés cada vez más ordenado y, de este modo, abordar problemas cada vez más ricos. Lacan era consciente que el área de psicoanálisis con niños estaba sujeta a incertidumbres. Y este diagnóstico es muy verificable. De todos nuestros colegas psicoanalistas ninguno duda en aceptar en carácter de paciente a una persona adulta, aunque no ocurre lo mismo cuando el candidato al tratamiento es un niño. Allí comienzan las incertidumbres… En fin, la posición de ciertos analistas con respecto a la clínica de niños retoma la vieja historia del “caldero agujereado”. Aquél que afirma: “No estoy formado como para recibir niños en consulta”, algo más tarde puede confesar que “el problema lo tengo yo: es que no soporto mucho a los niños…”. Y si su interlocutor tuviera la suficiente paciencia como para seguir escuchándolo, tarde o temprano afirmará que “en realidad, el psicoanálisis con niños es imposible”.

Lacan sabía que este asunto tocaba los fundamentos del psicoanálisis. Y lo dejó escrito muy tempranamente.

“Sin duda, ésta es la frontera donde se ofrece al análisis lo más desconocido por conquistar”.

Los que no retrocedemos ante los niños somos responsables de esa conquista, tanto como de extender las fronteras del psicoanálisis, fronteras que, según Lacan las entendía, resultan ser móviles.

Quizá me haya acostumbrado a vivir en la frontera (…) Pero lo cierto es que estas palabras de Lacan que ya cumplieron cincuenta años, aún funcionan para mí como un estímulo. Y hoy, en el afán por transmitirlas, tal vez pueda entusiasmarlo ¾estimado lector¾ para que me acompañe en el recorrido. Puesto que la frontera sigue siendo móvil, en cualquier momento podríamos producir una extensión y verificar que el psicoanálisis es cada vez más apto para aliviar aquello que, alguna vez, he nombrado como “El sufrimiento de los niños”.

(párrafos extraídos de la “Introducción”)


viernes, 9 de septiembre de 2011

PABLO PEUSNER. "Treinta años sin Lacan"

Treinta años sin Lacan...
Igual, hay pocos tipos tan presentes como él. Incluso hay días en que nos peleamos: yo lo insulto y él me responde dos o tres líneas más adelante. Más de una vez, al finalizar la lectura de alguno de sus escritos se me escapó en voz alta un "¡qué hijo de puta, es un fenómeno!".
Su maniobra del '64, que él mismo llamó "excomunión", ronda la parodia pero no deja de ser genial. De ahí surgió su "fundo, tan solo como siempre estuve...". Y así como un día fundó la Escuela, otro día la disolvió. Solo.
Creo que acerca de la figura de Lacan está casi todo dicho. Por fortuna, su enseñanza está más viva que nunca y nos permite extraer novedosas ideas, matices diversos y articulaciones sorprendentes.
Cuando comencé a estudiar psicoanálisis me encontré con Freud. Fue un encuentro amable: el tipo era claro, pretendía que yo entendiera lo que me decía. Pero Lacan, a pesar de su retorno a Freud, era distinto: me aguijoneaba, me provocaba, me patoteaba y de alguna manera eso me hacía sentir más a gusto aún en la incomodidad.
Este es mi breve testimonio del encuentro con su enseñanza, hoy, tres décadas después de su partida...

jueves, 8 de septiembre de 2011

Revista. "Me cayó el veinte". Nº 23: Dios ha muerto... no del todo (ELP, 2011)

¿Qué queda de Dios después de su muerte anunciada por Nietzsche? ¿Sombras? Si Dios es una suposición, como lo afirma el gran filósofo de la modernidad, ¿por qué no es tan fácil como se presume desprenderse de la idea de Dios? Según Juan Arias, ex sacerdote, filólogo y periodista, "[?] el gran ateo Saramago, escribió antes de morir: 'Mi obra no tendría sentido sin Dios'." Para el escritor portugués, la única manera de poder lidiar con los problemas que presenta la idea de Dios es reconocer su existencia: sólo a partir de ahí, se podrá dar por muerto. ¿Cómo alcanza, entonces, la muerte de Dios al psicoanálisis? ¿Sería la muerte de Dios lo que efectuaría un psicoanálisis logrado como lo pregunta Allouch parafraseando a Lacan? En todo caso pareciera -pero siguiendo también a Saramago- que no podríamos de ningún modo hablar de un psicoanálisis logrado sin aceptar antes de la muerte de Dios alguna huella de su existencia. En estos tiempos que corren, un paso obligado para abordar esta vida supuestamente sin Dios es Pasolini y su película Teorema. Los personajes de esta historia son confrontados, uno a uno, con una divinidad que les muestra algo ignorado de sí mismos, para que luego de su partida, en el duelo por la ausencia de esta divinidad, sean despojados y llevados al desierto donde terminarían su vida desolados? ¿Podría ser, pues, que la respuesta a este duelo, a este despojo, fuera una espiritualidad sin dioses? Este número incluye entre otras colaboraciones la entrevista que Furio Colombo hiciera a Pasolini el día 1 de noviembre de 1975, unas horas antes de que fuera asesinado. El mismo Pasolini había titulado la entrevista: "Estamos todos en peligro". Además, un par de reflexiones de autores para quienes el rasgo fundamental y fundacional de su creencia en Dios es su inmortalidad. Hemos incluido asimismo, por la importancia que representan para nuestra actividad editorial, los textos que fueron preparados para las presentaciones de los dos primeros libros de la Colección Ta Erotiká de la Editorial me cayó el veinte: La etificación del psicoanálisis. Calamidad, de Jean Allouch y Lesbianismo en Proust, de Elisabeth Ladenson. Como es costumbre, este número se acompaña de un pequeño gran volumen que viene a engrosar nuestra Colección Textos de me cayó el veinte que en esta ocasión pone a consideración de sus lectores tres ensayos del filósofo alemán Hans-Georg Gadamer que, no por breves son menos sustanciosos. El primero, acerca del drama de Zaratustra que culmina en el duelo de la tarde, la próxima despedida. Los dos siguientes constituyen sendas reflexiones que siguen de cerca la idea nietzscheana de la muerte de los dioses: la posición del hombre ante su propia muerte. Siguiendo nuestra serie en homenaje a la pintura oaxaqueña contemporánea, nos da mucho gusto y agradecemos al maestro Vicente Mesinas su generosidad para incluir su obra Observador, óleo sobre tela (o Ciudad Cosmopolita, óleo sobre tela) para ilustrar nuestra portada y, con ello, como siempre, dar lustre a nuestra publicación que, esperamos, invite una vez más a la reflexión.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

El seminario de Lacan deja de publicarse por la ed. Seuil.

Jacques-Alain Miller acaba de cerrar ruidosamente la puerta de la editorial du Seuil, en la que editaba las obras de Jacques Lacan y establecía el texto de los Seminarios desde hace 45 años. En los últimos días, la cosa ardió entre Jacques-Alain Miller y Olivier Bétourné, Director Ejecutivo de Seuil. La tensión fue en ascenso hasta que el 6 de septiembre, por la tarde, leyó en público en el curso de una reunión en el Hotel Pullman Montparnasse una carta bastante abierta dirigida a Olivier Bétourné, patrón de Seuil y compañero de Élisabeth Roudinesco, biógrafa de Lacan:

« Siempre estuve allí, Olivier, y terminé la serie de veinticinco libros del Seminario de Jacques Lacan. Ví pasar varios Directores Ejecutivos, Olivier, desde el exquisito Paul Flamand, tan respetuoso de la grandeza de Lacan. Ciertamente, los he apreciado; a otros menos, pero eso no era lo esencial: todos sin excepción respetaron la tarea a la que yo estaba comprometido. Usted, Olivier, jamás obtendrá un seminario de mí. Nada. Nada de Lacan. Nada de mi. Nada de nadie (…). Usted tejió alrededor mío una cesta de silencio. Todos los libreros de Francia se sintieron persuadidos de que yo era inhallable, de que hacía falta que abandonaran toda idea de invitarme”.

400 personas aplaudieron de pie el texto de la carta, entre ellos Philippe Sollers…

“Usted trajo la vergüenza a esta casa editorial, Olivier, y yo me voy. Esta es mi reverencia, Olivier. Me llevo conmigo esos diez seminarios de los que nueve están terminados, y el último lo estará dentro de poco, cuando me desembarace de sus torpezas, Olivier, y las consecuencias de aquellas. Usted no tiene ningún derecho sobre esos seminarios, y no podrían ser publicados por un hombre como Usted. La colección del Campo Freudiano se detiene. Ella debía su nombre a Lacan. Usted no ha logrado asesinarla. Yo no retomaré el título. Como responsable del derecho moral de Lacan sobre su obra, le prohíbo bajo pena de acciones legales, utilizarlo. Se lo dejo a la Historia”.

Interrogado el mediodía del día 7 por el enviado especial de la publicación “República de los libros”, el Director Ejecutivo de Seuil, Olivier Bétourné, quien conocía a Miller desde 1984, cuando era aún secretario general de la casa editorial, tomó las cosas con calma:

“Contrariamente a lo que dijo por todas partes, nosotros no estamos en posesión de los Seminarios. Piense Usted que si ese fuera el caso... ¡los publicaríamos! Este asunto es pueril y carente de razón. La actitud de Jacques-Alain Miller oscila entre el delirio de persecución y el berrinche de un estudiante. En lo que respecta al efecto del anuncio, está logrado. Acerca del resto, pasando de Seuil a La Martinière, no hace más que bajar del 6º piso al 4º del mismo edificio del mismo grupo editorial”

Más allá de la presión para que Miller concluya con la tarea de la publicación de los seminarios, él ha planteado que cada edición requería de cierto tiempo, lo que conjugado con la inestabilidad de Seuil, lo forzó a diferir la publicación. Es algo de lo que hoy se felicita: “¿Los Seminarios no están en manos de Seuil? Mejor aún. Pero ellos existen, están bien guardados, terminados, salvo El Deseo... Y aparecerán ».

Miller publicará desde ahora las obras Lacan en Hervé de la Martinière.

Reporte de Pierre Aussouline para el blog de "La république des livres"

Traducción de Pablo Peusner

3ª reunión del seminario "Ética y política del Campo Lacaniano" a cargo de Florencia Farías

Para agrandar, hacé clic en la imagen

martes, 6 de septiembre de 2011

ANTICIPO. Jacques-Alain Miller. "Vida de Lacan" (Grama, 2011)

Las anécdotas lacanianas son todas verdaderas, incluso las que son falsas ya que, en buena doctrina, la verdad se distingue de la exactitud y tiene estructura de ficción. Todo lo que corre por ahí sobre el personaje de Lacan, de lo visto, de lo oído, de lo forjado, inventado, o simplemente mal-entendido, todo lo que lo difama o lo adula, converge para pintar al hombre de deseo, de pulsión incluso, que era. ¿Cómo no decir: "Ahí va uno, al menos, que no se deja engatusar?" Era rebelde, insurgente, exigente, hasta en las cosas más pequeña de la vida. Tal vez sea eso lo más difícil, una insurrección cotidiana, a cada instante, para avanzar en el camino propio, no dejarse distraer, no dejarse detener por los otros, por el otro, por la indiferencia del otro, por su tontería, su torpeza, su mala fe, es decir ¿qué, en definitiva? –sus síntomas. Y, a fin de cuentas, su inconsciente. Y la tontería de su goce.

A la venta, desde el 14 de septiembre. Un adelanto puede descargarse haciendo clic aquí

sábado, 3 de septiembre de 2011

Leandro de Lajonquiere. "Figuras de lo infantil" (Nueva Visión, 2011)

Estanislao Antelo, prologuista de la obra, resume los hallazgos de De Lajonquière del siguiente modo: "- Para De Lajonquiére la infancia es cosa de adultos, especie de saludable invención. Por otro lado, no existe nada parecido a la desaparición de la infancia, aunque sí existe la renuncia adulta a intervenir en la educación de los niños. - El psicoanálisis aplicado a la educación puede virar fácilmente en ortopedia o en profilaxis. Tampoco existe algo parecido a una pedagogía psicoanalítica. En lugar de cultivar "aplicaciones", como si fueran inyecciones, quizás sea más útil expandir las fronteras y concentrarse en la "educación primordial". - La hermenéutica psico-socio-lógica vive de lo que dice querer solucionar. Pero existen otros caminos para quien se aburre con los soliloquios. El psicoanálisis podría trabajar con la pedagogía para darle lugar en la teoría a aquellos rasgos de la personalidad de los enseñantes que atrapan a los destinatarios. - Probablemente, enseñar y aprender no sean dos fases de una misma moneda. El dilema entre enseñar, o esperar que los niños se desarrollen, es un falso dilema, y la búsqueda de puntos intermedios, una solución de compromiso. El autor afirma que existe una neurosis pedagógica. Los pedagogos, anotamos. - Educación es el nombre de la operación milenaria que conecta a los viejos con los nuevos. Sin esa relación, no hay humanidad. Por lo tanto, educar no es ni estimular, ni desarrollar. [...] - Es imposible saber de antemano cuáles son los efectos de la intervención educativa. Para que eso que llamamos educación tenga lugar es preciso que los viejos enseñen y se abstengan, se comprometan y se retiren, estén presentes y se esfumen, sepan e ignoren, ocupen su lugar y lo desocupen. [...] Tal vez el ejemplo sea el del niño que acierta a leer, entre las líneas de la educación dispensada, que vale la pena correr el riesgo de lanzarse a ser otro.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Edgardo Castro. "Diccionario Foucault" (Siglo XXI, 2011)

La influencia del pensamiento de Michel Foucault no ha dejado de fortalecerse en los últimos años. Y no sólo por la publicación de sus cursos en el Collège de France, sino porque el nuevo material disponible ha extendido el horizonte interpretativo de su pensamiento y ha alimentado nuevos paradigmas de lectura. Conocedor de la reticencia de Foucault a elaborar teorías acabadas, de su horror a la totalidad, Edgardo Castro recurre a la simpleza y la finitud alfabéticas para exponer una obra fundamental, sin limar sus aristas o neutralizar su complejidad.

Esta edición del Diccionario Foucault considera todo el material publicado hasta el presente. Los artículos que componen la obra explican el uso de los principales conceptos foucaulteanos (como episteme, locura, ciencias humanas, disciplinas, gubernamentalidad, razón de Estado o biopolítica, por citar sólo unos pocos), destacando los sentidos más relevantes, describiendo las discontinuidades o rupturas en el interior de la obra de Foucault, y también incorporan referencias a los filósofos o intelectuales, tanto de la Antigüedad clásica como de la época moderna, que es útil situar en relación con su pensamiento. Cada artículo está acompañado, además, de un índice de frecuencias del término analizado, ordenado cronológicamente.

Sintético y exhaustivo a la vez, al multiplicar los puntos de acceso al pensamiento de Foucault y sus posibles recorridos, este libro imagina un lector que sea sobre todo un usuario.