viernes, 23 de septiembre de 2011

ANTICIPO EXCLUSIVO. Introducción a "Los afectos lacanianos" de Colette Soler (Letra Viva, 2011)



INTRODUCCIÓN

El desafío

El tema del afecto es un desafío para el psicoanálisis. ¿No es en nombre de los síntomas que lo afectan que un sujeto se dirige al psicoanalista para que lo ayude a interrogarlos y reducirlos? ¿Y quién se preocuparía de curar si los síntomas, se trate de una conversión, una obsesión, una impotencia, e incluso de un malestar más indeterminado, no produjesen su porción de afectos penosos –tristeza, abatimiento, desánimo, e incluso hastío de vivir, por citar sólo algunos? Al comienzo de la demanda de un análisis, siempre hay afecto en la forma de un sufrimiento difícil de soportar y que espera la curación. Frente a esta espera, el psicoanalista no se declara incompetente. Al enfrentarse al tratamiento de los síntomas, pone en el primer plano de sus finalidades la reducción de los afectos que producen el “sufrimiento neurótico”, como se expresaba Freud. No obstante, esto no quiere decir que apunte a producir esa indiferencia ataráxica que la lengua popular atribuye al psicoanalista. Y por otra parte, como dice Lacan, al final cada cual permanece “sujeto a afectos imprevisibles”. Por ende, es preciso decir que el psicoanálisis lacaniano produce afectos.
Por otra parte, el término “afecto” –en alemán, Affekt con k– fue popularizado en el psicoanálisis por Freud, quien lo retomaba de una tradición filosófica alemana anterior para designar un estado agradable o penoso en el eje placer-displacer ligado a los avatares de la pulsión. Es interesante la ambigüedad del término, pues se aplica tanto al cuerpo como al sujeto. Del primero se dirá que es afectado por sensaciones o enfermedad, mientras que el segundo es afectado por estados de humor, buenos o malos. Por lo demás, en la escolástica la tradición de la Escuela distinguía, por ejemplo con santo Tomás, afectos (affectio) del alma o del cuerpo. En el uso corriente de hoy en día, ser afectado designa el hecho de ser tocado, casi siempre desagradablemente, por ejemplo por una mala noticia. ¿Qué es lo que afecta? La pregunta no es sencilla. Sin duda, lo que me dicen o lo que no me dicen, la palabra de amor o la palabra de injuria, y el silencio también, no podrían dejarme indiferente, y más bien producen pasión. Pero igualmente todo lo que toca mi cuerpo, desde la caricia hasta los abusos, desde el bienestar hasta el dolor. Es lo que repercute en el sujeto bajo la forma de placer, rabia o tristeza, etc. En todos los casos, ya sea que se experimenten como un trastorno de la homeostasis corporal o subjetivamente como un sentimiento más o menos penoso, los sujetos están muy tentados de confundirlos con su verdad por cuanto para ellos poseen la fuerza de la evidencia. Por ende, se impone la necesidad de una teoría que dé cuenta de los afectos, y que diga cómo y hasta dónde les atañe el psicoanálisis.


Este libro será presentado con una conferencia pública de su autora
en el Aula Mayor de la Facultad de Psicología,
Universidad de Bs.As.,
el 28 de septiembre, a las 20.30 hs.