viernes, 16 de enero de 2009

Francisco Pereña. "Fragmentos de la vergüenza" (Ed.Síntesis, Madrid)

Muy desde sus comienzos el psicoanálisis se orientó por un tipo de disciplina institucional que lo llevó a la tradición religiosa de las doctrinas de acusación. Este doctrinarismo basado en la adhesión sólo se mantiene hoy, de mala manera, por intereses corporativos. Sin embargo, es un hecho que la clínica psicoanalítica perdura como clínica del sujeto. ¿Quién se va a ocupar del mundo de la vida, del sujeto en su encarnadura concreta, de sus carencias, de su sinsentido y de sus temores, lo que impide que el humano pueda ser asimilado a una maquinaria genética? ¿Quién se va a ocupar del desamparo si todo se confía al triunfo del gen? ¿Quién portará la compasión que el determinismo genético, heredero de la doctrina de la predestinación, ha despreciado y aniquilado?