domingo, 9 de noviembre de 2008

Alejandro Ércoli. "Cómo meter a Lacan y Foucault en la cárcel" (Primera Clase)

A partir de hoy publicaremos en el blog las cuatro clases del curso de Alejandro Ércoli, quien gentilmente ha cedido el material para que aparezca por primera vez aquí. Para cualquier contacto con Alejandro, escribir a haercoli@hotmail.com

PP


Introducción

Les voy a proponer abordar el trabajo que realizan como psicólogos en unidades carcelarias, desde la perspectiva del psicoanálisis. No todo psicólogo, ni todo profesional vinculado a la salud mental dentro de esa institución está interesado en el psicoanálisis. Es mas frecuente escuchar una práctica vinculada a la readaptación, a la culpabilización, y a una modalidad de reeducación. En este sentido preguntarse por el sujeto del deseo es únicamente un asunto del psicoanalista. En otras palabras la posición de un psicoanalista en la institución penal, supone ir mas allá de la confesión del delito, es decir pensar al sujeto del inconsciente.

Entonces ¿podemos llevar el psicoanálisis a la cárcel? Si pero con la condición de hacer trabajar al sujeto del inconsciente. El fundamento de esta propuesta se sostiene en que el psicoanálisis es una práctica que requiere de quien la ejerce, que realice una lectura, una puesta en relación de aquellos términos que escucha atentamente, este es un punto clave. La propuesta tiene la ambición de allanar el camino frente a estas cuestiones (asistencia de los internos, o realización de informes) eminentemente clínicas. Para ello sugiero que retomemos algo que resulta cotidiano en el abordaje de pacientes en la condición de encierro. Lo habitual dentro de las cárceles al momento de la clínica, no se vincula con una demanda espontánea de un interno, o con el sufrimiento que genera un síntoma, sino con el pedido expreso de la institución. Cabe agregar, que existen casos donde la presentación es más ligada a un síntoma o una pregunta, solo que esta forma es menos frecuente. Para decirlo todo la institución nunca deja estar entre el paciente y el psicoanalista: formulado en términos de que hay que atender o hacer el informe de una determinada persona porque desde la institución así se exige.

Muchas veces la tarea de asistencia o de informes psicológicos deriva en interpretaciones que no parten de leer e interpretar lo que se dice. En este sentido parece que la dirección en el trabajo está dada por hacer coincidir determinados rasgos observables, con manifestaciones de la conducta o la personalidad. Esta tarea es más cercana a un perito que a un psicoanalista. Entonces, leer en la entrelinea, implica mas que reconocer elementos, enfatizar en el modo de relación de los mismos. Un argumento solo, un rasgo solo, o varios rasgos acumulados dan cuenta más de un relevamiento que de un análisis. Un argumento solo, un rasgo solo, o sea no considerado en articulación con otros, genera una absolutización, una desarticulación de las relaciones de lo dicho por el paciente, fijando una causa carente de poder explicativo. Recordemos que Lacan “Subversión del Sujeto…” señala con énfasis el valor de las razones del sujeto, cuestión que exige la marcha de una argumentación. Retomando, vamos a intentar trabajar cuales son las condiciones para establecer de que manera es posible la tarea de un analista en la institución carcelaria.

Parte I
Para esta tarea consideraremos dos ejes teóricos: A) el texto de Jacques Lacan “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo”; B) El libro de Michel Foucault “Los anormales”.

¿Por qué estos dos autores, y con un recorte de la obra de cada uno? En ambos se encuentra un planteo respecto del sujeto que se supone a un discurso. Por caminos diferentes y con tratamiento diferente se interesan por el modo de articulación del sujeto con el saber y la verdad. En ambos el discurso es el punto de engendramiento de la verdad. Lacan en su definición del inconsciente freudiano, y Foucault en el tratamiento de la anormalidad como asunto del saber jurídico. Los dos autores están atentos a la ciencia moderna, por lo tanto trabajan con interés notable el concepto de sujeto.

Entonces como ven, se trata de pasar de la sola escucha del sufrimiento –esto no es exclusivo del psicoanalista, podría ser campo del médico, del sacerdote,etc.- a una escucha inseparable de la lectura de eso mismo que escuchamos. Pasar de un solo elemento a varios articulados. Si sólo escuchamos, se hace difícil pasar de la psicopatología a una trama argumentativa, y en consecuencia queda por fuera establecer cuales fueron las relaciones que configuraron una respuesta subjetiva singular.

La primera consecuencia de no realizar este análisis es caer en el sentido manifiesto, olvidándonos de la enseñanza de Freud. El no se quedó en que la histérica era como es, no planteó que era una insatisfecha insoportable y que además no sabe lo que quiere, tampoco formalizó un pronóstico o estadística de la recuperación. Su jugada fue por otro camino, la puso a hablar no obstante lo estridente de su presentación. Es cierto que la interrogó en su consultorio y no en una institución. Pero no retrocedió la puso a hablar y fue en busca de la causa, caso por caso. Entonces los invito a leer los rasgos –¿psicopatológicos?– de los internos que tratan, no solamente por lo llamativo o la gravedad , sino como el fenómeno que debemos interrogar, suponer allí un significante, y para ello la clave es el inconsciente. Traten de dejar caer una cuestión de pronóstico, casi lineal. Por ejemplo si X es así, y siempre lo fue es poco probable que cambie. Adviertan que la presentación de cada paciente pone en juego una elección realizada por el sujeto, es parte de la tarea del analista estudiar las condiciones, o la escena que determinó cierta decisión.

Desde el psicoanálisis guiándonos por la teoría de Lacan, tomaremos el inconsciente como una cadena de significantes a la cual se le atribuye un sujeto, vamos a partir desde allí.

A la vez con el citado libro de Foucault, tenemos una entrada desde lo jurídico vinculado un discurso que pretende un efecto de verdad. El acento cae sobre las faltas al pacto social, y un sujeto responsable. Desde este autor lo punible es un acto, articulado al sujeto responsable. La perspectiva es la anormalidad capturada por la trama jurídica como explicación de una falla de lo natural.

El pensamiento científico de los años sesenta otorga un lugar clave a la función discursiva, siendo los cortes el punto de emergencia del sujeto. Es por medio del discurso que se captan ciertas discontinuidades, tanto para la idea de sujeto del psicoanálisis como del sujeto jurídico. Recuerden que para Foucault, lo punible es un acto, y no la persona.

En ambos autores, hay una teoría del sujeto ligada al discurso con la diferencia que en la teoría de Lacan se necesitan cuatro términos para pensarlo, y la de Foucault es binaria. Esto es el sujeto del significante es representado por un significante dentro de un cadena de significantes, para otro significante también en una cadena de significantes, lo cual articula dos cadenas dos escenas, para Foucault se trata de un desdoblamiento del sujeto en un discurso, aparecen en un mismo plano el acto punible y el refuerzo de la anormalidad que impulsa.

Ninguno de los autores elegidos, aceptó la historia en términos de destino, aunque no rechazaran la organización cronológica. En Foucault, es al decir de Milner arqueología y no historia el nombre adecuado a su método. Esto porque desentraña los mecanismos de poder inmersos en cada tiempo y su especificidad. Podría pensarse que en el psicoanálisis la historia fija los significantes que circularán entre el sujeto y el Otro, pero el sujeto pese a la determinación, puede elegir.

Retomando nuestro tema la tarea a la cual ustedes como psicoanalistas son convocados desde la institución, es decir dar cuenta de la condición subjetiva de alguien que cometió un delito una falta en lo jurídico-penal, implica poner en conexión lo íntimo y los procesos públicos. Vean la proximidad del trabajo que realizan con cuestiones teorizadas por Foucault y por Lacan. En los dos lo discursivo tiene el poder de desnaturalizar al hombre, de poner en cuestión la naturaleza del hombre, estableciendo la determinación del discurso como marco para pensar al hombre como sujeto. Espero quede entonces, justificado porque el punto de inicio son estos autores.

Cuando los psicoanalistas que trabajan en la cárcel, comienzan tratando de maniobrar con la demanda institucional. Entonces si hablamos de demanda resulta extraño no referirnos al deseo. Es posible localizar la demanda institucional, pero no sucede igual con el deseo. Les propongo a modo de hipótesis, pensar la institución operando como una otredad de la pura demanda, comparable al Otro que sitúa en el piso inferior del Grafo del deseo. Quedarse en el registro de la demanda como si no existieran otros niveles del grafo. De ahí lo insoportable de dicha institución, nunca la falta es del Otro siempre la barra afecta al sujeto En otras palabras Otro leído sin barra, con un sujeto excluido de la batería de significantes, por lo tanto no representado. Hagamos una aclaración, no representado si el analista no se ubica como un experto de su ciencia. Vale decir que si asume un rol de especialista, por ejemplo en personalidades delictivas, si está representado. Si todo aquello que refiera a la falta- en el sentido estructural- , es tratado como un defecto o un déficit de la persona a tratar y corregir.

En términos de Foucault, el experto detenta un saber cada vez mas especifico, producido por un dispositivo de poder, en el cual surgen enunciados con valor de verdad. Si bien este autor no trabaja con la conceptualización de cadena significante, da cuenta de la determinación de los enunciados por medio del discurso. El dispositivo de poder engendra la figura del experto y del anormal, el discurso jurídico establece ambos términos. Lo patológico es una significación y no una realidad material, y a partir del lugar del experto, la anormalidad pasa a sustancializarse.

En este libro de Foucault, no hay una definición detallada de que entiende por discurso, pero si da algunas características que vamos a considerar. Habla de enunciados y les atribuye un sujeto, donde enunciado y sujeto quedan mutuamente determinados por la verdad que engendran. Entonces los discursos se componen de enunciados y se enlazan con una posición un sitio desde el cual se los enuncia. Notemos que no hay sujeto por fuera de la verdad del discurso. A los discursos les atribuye tres propiedades a la vez:1) Determinan de manera directa o indirecta, la libertad o detención de un hombre; tienen poder.2) Funcionan como una verdad, gozan de status científico mas allá de su estructura interna; 3) Presentan un carácter grotesco, que tiene el poder de decir cualquier cosa. Entonces quedan íntimamente ligados discurso saber y efectos de poder.

En el primer capítulo, lee algunas pericias psiquiátricas de los años 50, que pese al paso del tiempo son actuales, esto es porque su coherencia interna parece no haber evolucionado. Describe algunos delitos respecto de los cuales para la aplicación de la pena se apela a la pericia. En mi opinión comparable a los informes que se solicitan a los psicólogos en penales. Se realizan descripciones de los rasgos de personalidad del imputado, se lo define con términos como “inmadurez afectiva”, “dificultad para contener impulsos”, “labilidad emocional”, “sin conciencia de enfermedad”, etc. Veamos a donde apuntan estas descripciones, básicamente a una falla de la personalidad, a un psiquismo mal constituido, que dan luz verde a asociar al autor de un delito con su personalidad. Una suerte de racionalización de los rasgos de alguien que lo acerca más al delito. La llave maestra para esta maniobra es una falta jurídica, lo que al decir de Foucault es lo punible, pero sin embargo, se desplaza la falta a una falla localizada sobre la sustancia de la persona. Entonces, la trama jurídica favorece el pasaje de los sujetos a las personas, así se objetiva el delito. Hay que estudiar a quienes tienen esas conductas, generar un nuevo saber para entender el delito. Como ven, se va produciendo un desplazamiento desde el acto que podría ser reprimido, hacia el defecto personal y la necesidad de corregirlo. La perspectiva histórica de los delitos, planteada en el libro “Los Anormales” muestra que inicialmente, se castigaba exageradamente a modo de ejemplo y advertencia, y esto fue cambiando, en hacer del delito una cuestión de psicopatología. No basta con sancionar en exceso, dado que hay cierta anormalidad en juego. Se amplia el motivo de encierro.

Entonces retomemos nuestro asunto, cual es lugar del analista. Lo que se le pide, desde la institución, es que materialice la figura de un experto. Alguien que tiene un saber bajo la forma del conocimiento “científico” y que además trabaja en una institución que califica para establecer una verdad. Siguiendo a Foucault, el saber se vuelca sobre el autor del delito, más que sobre el delito.

Otro modo de señalar lo anterior, es tomar todos los datos de delito y personalidad en un mismo plano. El defecto constitutivo o adquirido funcionando como explicación de la falta en lo jurídico, crear una personalidad delictiva. Para quienes piensan que a los presos hay que dejarlos encerrados o eliminarlos, y para quienes los leen como víctimas de la desigualdad social- que por supuesto es innegable-, siempre la lectura es de déficit. Lo que confirma el encierro es la adición de un acto que atente contra la ley, y la patología hallada. Es una forma de discurso que captura individuos y los examina para establecer si son corregibles tanto de modo coercitivo como reparatorio. O sea que esta lógica de poder-saber, arroja un saldo doble, un individuo a corregir y un especialista en el tema.

Todo este despliegue supone a una persona con una patología que la impulsa al crimen. No obstante Foucault plantea un sujeto que es distinto de la persona. No lo define en el libro pero algo podemos calcular en la entrelínea. Refiere la condición de sujeto a lo jurídico. Supone sujeto en tanto el derecho lo pudo prever, esto es antes de que alguien efectivamente nazca. La identidad entre sujeto y persona es a posteriori. Dado que antes del nacimiento no se sabe - valga la redundancia- que va a nacer. Foucault introduce la categoría del monstruo, cuando nace un ser con o en diferentes condiciones de lo previsto jurídicamente. Se arma un problema al intentar establecer si el monstruo es o no un sujeto para el derecho- como aquel ser que desde su sola existencia desafía las leyes jurídicas y naturales. Va a decir tomando una de sus expresiones “la naturaleza contra natura”. El monstruo se va a acercar al delito, por lo tanto se podrá calcular una monstruosidad subyacente al delito, ahora el delincuente tiene una naturaleza, habrá que conocerla para tratarla. Entonces el delito tiene un lado de desafío al pacto social y a la naturaleza. Por lo tanto en la demanda de lo jurídico y la institución penal, se necesitan psicoanalistas expertos en conducta criminal, que dispongan de un saber específico. Aquí el registro del deseo se vincula, solamente con la transgresión, alguien que prefiere sus propias leyes a las del pacto social. Una especie de deseo de transgredir. Observemos que siempre la critica de Foucault, se dirige a cuestionar la naturaleza del hombre a partir del discurso. El monstruo barre al sujeto, porque implica criminalidad y buscar la monstruosidad de todo delincuente. El saber sigue siendo el conocimiento científico del experto –psicólogo, psiquiatra, perito– el criminal posee una falla natural.

Ahora bien tanto desde el psicoanálisis como desde la perspectiva foucaultina, pensar un sujeto del discurso implicaría una verdad y un saber del sujeto. En este sentido calcular un saber dado un sujeto del discurso, es diferente de arrancarle la confesión. La confesión en sí, no es argumentativa, solo confirma que alguien se asuma culpable.

Precisemos la demanda institucional al psicoanalista, por ejemplo que genere informes y tratamientos psicoterapéuticos, con los cuales predecir y advertir sobre el comportamiento de los detenidos. Elementos elevados a un valor comparable con las pruebas fácticas del delito –supralegalidad–, dado que influyen en la libertad, detención, acceso a beneficios, etc. El analista es llamado a una participación clave en el establecimiento de la verdad jurídica. Foucault denomina a estos efectos poder del discurso sobre la realidad. El informe demandado permite asegurar lo delictivo con elementos que no son el delito como los rasgos de personalidad. Es una forma de ajustar lo motivacional al punto de partida del delito. Desde el informe se justifica la corrección, que reúne en un elemento curación y castigo. Se deja afuera la historización del sujeto como sujeto del deseo, quedando solamente el retorno a lo judicial, como fallado, se sabe de la falta a la ley, pero no que significa para quien la cometió.

Entonces si bien Foucault no suscribe al psicoanálisis, y su punto de apoyo es lo jurídico, critica la sustancialización del sujeto y de las tecnologías del poder que van en esa dirección. Pone en relación dos términos sujeto y poder, desde una perspectiva en la cual se transforman mutuamente, a partir del saber. Para nosotros el problema, está en la materialización no solo del sujeto sino también del saber en una tecnología y en conocimiento científico. Vale decir la objetivación de saberes y sujetos. Por último la maniobra de este autor lleva a vincular el poder con el saber, a medida que el saber es más específico, los mecanismos de control también lo son.

Ahora desde Lacan el saber es la clave del sujeto. Tiene un saber que desconoce, básicamente se ubica no sabiendo. En este sentido existe un mensaje a descifrar.

En otras palabras si no entra en juego la formulación de las razones por las cuales alguien decidió lo que decidió, se ausenta la especificidad de psicoanalista.

Entonces la hipótesis del inconsciente, exige ir a las razones que determinaron una elección en una constelación dada. Hablar de constelación supone considerar las coordenadas que estaban en juego al momento de una decisión. Cito a Lacan en “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo”, página 775: “Nos topamos con algunas dificultades en un medio infatuado del mas increíble ilogismo lo que supone el hecho de interrogar al inconsciente como lo hacemos, es decir hasta que dé una respuesta que no sea del orden del arrebato, o del derribamiento, sino mas bien que diga porque.” Propongo estas palabras de Lacan, para acentuar que la clave está en descifrar en orientarnos por una argumentación. Para que exista un argumento hay que poner en relación los datos que se obtienen.

Piensen la pregunta a cerca de que condición de sujeto hay allí, que ya no es lo mismo que la persona. Es por la vía de suponer un sujeto inconsciente que podemos ir en busca de la causa del porque, que es distinto de centrarnos en lo sustantivado de una persona. Se trata de que al hablar alguien de cuenta de su situación respecto de lo que le fue dicho por sus otros, cual es el lugar que tiene en esa constelación. Si consideramos el “Hombre de las Ratas”, Freud da un lugar central a lo que el paciente dice sobre su historia y a que lugar le fue adjudicado en la familia, Vayamos al texto en la página 156 de la edición de Amorrortu, dice “Ahora debo entrar en los detalles del ocasionamiento de la enfermedad de nuestro paciente. Su madre,..., había sido criada en el seno de una familia rica...Y su padre simultáneamente con el casamiento entró al servicio de la empresa, y así por su elección matrimonial obtuvo un pasar bastante bueno. Por recíprocas burlas entre sus padres, el hijo supo que algún tiempo antes de conocer a la madre, su padre había hecho la corte a una muchacha pobre y linda... Tras la muerte de su padre, su madre le comunicó que entre elle a y sus parientes ricos se había hablado de él......”. Fíjense que para dar cuenta de lo que le pasa a su paciente, Freud recurre a lo que llama la “prehistoria”, y de allí lee cual es la posición que tiene dentro de su familia. Acentúa, esto que el paciente sabe de su historia.

Lacan le atribuye un sujeto a lo inconsciente y no al organismo viviente, y lo pone en relación a un saber. Rechaza la unidad del sujeto y la idea del sujeto de conocimiento en tanto implica que lo psíquico dependiera del organismo. Hay cierta semejanza con el planteo de Foucault. La subversión respecto de la sustancialidad está dada por suponer una lógica al inconsciente, habilitando una argumentación. Se apoya fuertemente en los argumentos, excluyendo en consecuencia que lo inconsciente sea explicable de otro modo. La pregunta es por una causa que lejos de estar en las profundidades del ser, está en la entrelínea de los discursos que atraviesan a cada paciente, entre lo que se sabe y lo que no se sabe. Es notable que como Foucault, saca lo profundo de la personalidad, para señalar que el problema está en el discurso, y los efectos de este sobre la realidad.

Para ir cerrando esta primera parte, se trata de escuchar y de leer lo que alguien dice. Nos guiamos por la existencia de una causa inconsciente y de una elección jugada en ese plano. Para ello hay que establecer relaciones entre los argumentos, construir la constelación desde la cual opera un pensamiento no pensado conscientemente. Si nos reducimos a la sola descripción de los fenómenos, dejamos por fuera la enseñanza de Freud.