jueves, 29 de noviembre de 2007

Premio Cervantes 2007 para Juan Gelman

El poeta argentino Juan Gelman, quien fue galardonado con el prestigioso Premio Cervantes 2007 -considerado el más importante de las letras hispanas-, afirmó hoy que se trata de un reconocimiento al quehacer de la poesía: "Es un estímulo personal y hacia un género".Rodeado de amigos y periodistas en su casa, a pocas horas de recibir el galardón -que concede el Ministerio español de Cultura en reconocimiento al conjunto de la obra de un escritor-, el poeta expresó que "el nombre es algo que conmueve, porque es Cervantes". Además, afirmó que está "muy emocionado por la lista de candidatos, entre los que figuraban muy buenos amigos, entre ellos Blanca Varela, Mario Benedetti, José Emilio Pacheco"."Mi primera reacción fue de sorpresa, por lo que leí en los periódicos. Los distintos candidatos son todos exitosos y los admiro", señaló el argentino a la prensa española. En comunicación telefónica desde la capital mexicana, el escritor aseguró que al enterarse de la noticia sintió "gran emoción, una suerte de conmoción".El premio, por el que recibirá más de 90 mil euros, fue anunciado por el ministro de Cultura español, César Antonio Molina, tras la reunión que mantuvo el jurado, presidido por el director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha. El director destacó su compromiso por la realidad social que "nunca lo llevó a abdicar del compromiso prioritario con la poesía, con el valor poético". Además, García de la Concha elogió la evolución constante de su poesía, con la que estableció un "amplísimo contacto con los místicos españoles". Gelman, de 77 años, es uno de los autores nacionales más premiados de la generación de los años 60-70, y ha recibido el Premio Nacional de Poesía argentino, el de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo, el Iberoamericano de Poesía "Pablo Neruda" y el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.Radicado definitivamente en México por cuestiones políticas y sentimentales, el artista nació en el barrio porteño de Villa Crespo. Su vida se vio signada por giros trágicos cuando la dictadura militar de 1976 secuestró a su hijo Marcelo y su nuera embarazada de siete meses. Gelman pasó los últimos años buscando a su nieta uruguaya.Su primera obra poética fue "Violín y otras cuestiones", publicada en 1956 y luego llegarían "El juego en que andamos" (1959), "Velorio del solo" (1961), "Gotan" (1962), "Cólera Buey" (1965). Entre sus últimas creaciones, Gelman escribió "En el hoy y mañana y ayer" (2000), "Valer la pena" (2001) y "País que fue, será" (2004). Gelman se convirtió así, en el cuarto argentino en ganar el Cervantes. Los otros habían sido: Jorge Luis Borges (1979), Ernesto Sábato (1984) y Adolfo Bioy Casares (1990).

Entrevista a Jacques-Alain Miller. "Si la tristeza es una enfermedad, entonces la humanidad es una enfermedad".

"Quiero hablar de la depresión, de la mirada que la sociedad tiene sobre este sufrimiento que no es material. Quiero comprometer a la investigación médica francesa en el alivio de este mal" declaró Nicolas Sarkozy el II de febrero último en un discurso en la Mutualité. Hace algunas semanas, el ministerio de Salud lanzaba una campaña sobre la depresión. Se le preguntó a Jacques-Alain Miller lo que pensaba sobre ello. Filósofo, psicoanalista, es responsable de la publicación de los Seminarios de Lacan. Jacques-Alain Miller fundó la Asociación mundial de psicoanálisis (AMP) y dirige la revista Le Nouvel Âne cuyo último número está consagrado a una crítica virulenta de la campaña contra la depresión iniciada por el ministerio de Salud. Puesto que si existen formas graves de "enfermedad del alma" - que se la llame como en otro tiempo melancolía o que se la vulgariza hoy bajo el término "depresión" - es grande la tentación de considerar la menor fatiga, tristeza o pequeña caída existencial como patología que hay que curar con urgencia antes de volver a partir hacia el combate...


CHARLIE HESBDO: ¿Que piensa usted del combate presidencial contra la depresión?

Jacques-Alain Miller: Que el presidente es un hombre de buena voluntad. Que admite que el sufrimiento psíquico no es material, no es objetivable. Pero, porque no está bien aconsejada en este tema, pone todas sus esperanzas en la medicina sin pensar en el psicoanálisis. Está mal aconsejado, o piensa profundamente que la investigación médica puede curar la depresión?¿Quien quiere erradicar médicamente la depresión? La burocracia sanitaria internacional. Ella ha logrado poner al servicio de esta idea loca a las autoridades políticas de un número considerable de países desarrollados. Nicolas Sarkozy está influenciado, como lo está la mayoría de los franceses, por el intenso lobbyng de una parte del establishment sanitario nacional, que se ejerce en el sentido cognitivista y farmacéutico.

¿Pero como explicar este interés del Estado, del poder por nuestra salud?

No es de hoy. La Seguridad social data de 1945. Mucho antes, desde los comienzos de la época moderna, el poder va ineluctablemente hacia el biopoder, Michel Foucault lo demostró. Actualmente, la salud es en Francia un problema agudo para todos los gobiernos que se suceden, en razón del famoso "agujero de la Segu". Todo un pequeño pueblo de expertos trata de "racionalizar" el sistema. (Instituto nacional de la prevención y de la salud (INPES) , creado en 2002, se llevó brillantemente la palma con su campaña antitabaco, y en la lista de sus próximas víctimas, inscribió a la depresión. Pero si los perjuicios del tabaco tienen una cierta objetividad, no es el caso con la depresión, todo depende de la definición que usted dé de ello. Con una de ellas, ustedes pueden demostrar que el 95% de la población está afectada.

¿Cuál es esa definición?

95 % de la gente conoce una media anual de seis episodios de tristeza y de pérdida de la estima de sí. Si se decide medicalizar todo esto, entonces el crecimiento exponencial del número de depresivos se explica. No es extraño que la OMS prediga que, en 2020, la depresión será la segunda causa de invalidez en el mundo después de las enfermedades cardiovasculares. Riamos! Lo que es grave sin embargo, es que el consumo de antidepresivos, que había bajado, va a explotar nuevamente. Francia es el país que consume más psicotrópicos en el mundo.

¿La campaña depresión corre el riesgo de acentuar este fenómeno?

Está en Molière, El enfermo imaginario, o Knock: INPES persuade a la gente que si están tristes, es porque están enfermos, y los incitan a tragar medicamentos. Lo que era considerado antes como un mal momento que había que pasar, una caída anímica, un duelo difícil, es desde ahora en más "una enfermedad". El folleto depresión, difundido en millones de ejemplares, es una tentativa de adoctrinamiento masivo, perfectamente irresponsable, la ambición es remodelar vuestras emociones más intimas. Es un "alien" que se insinúa en lo más profundo de ustedes - incluso para sabotear todo lo que ustedes sienten. Los obliga a interpretar vuestros sentimientos más humanos en el sentido de la enfermedad

¿Usted cuestiona a la Industria farmacéutica?

En todo el mundo desarrollado, la influencia ideológica de los laboratorios es enorme. Esto no me indigna: es una industria, debe hacer frente a la competencia internacional, maximizar sus partes de mercado, y por lo tanto luchar ante los poderes públicos, formar a la opinión pública, convencer a todos que tragar sus productora, es necesario, hace bien. Nada más normal, más lógico. Pero entonces, es necesario poder oponerles contra poderes, que hagan barrera a sus excesos de celo. Tenemos que vérnosla con un fenómeno de la civilización.

¿De qué fenómeno se trata?

El hombre contemporáneo se piensa a sí mismo como una máquina. Si esto no funciona, es que disfunciona, y debe haber un tratamiento hiper rápido. Se cree, que normalmente, tenemos derecho a la euforia, a la píldora de la felicidad. Es ciencia ficción realizada. De ahora en más se enseña la ciencia de la felicidad en Gran Bretaña y en Alemania, Lord Layar, economista distinguido, ex consejero de Tony Blair, el papa de esta nueva ciencia, considera que la depresión es uno de los frenos principales para el crecimiento económico.

¿Terminar con la enfermedad, no es un medio de relanzar el crecimiento?

Pero la tristeza es inherente a la especie humana. ¡Si es una enfermedad, entonces la humanidad misma es una enfermedad! es muy posible que seamos una infección del planeta. Era por otra parte la idea de Lacan. Desde el origen de los tiempos, nos destruimos a nosotros mismos, y nuestro entorno por añadidura. Si queremos curar esto, entramos en la biotecnología, se va a tratar de producir otra especie, mucho mejor. Una especie asexuada y muda. ¡En ese momento, nos portaremos como es debido!

¿Cuando uno está deprimido, se porta mal?

Uno se deprime cuando está enfermo de la verdad. Si uno no quiere deprimirse, hay que asumir la verdad, su verdad. Me tocó la frase de Cecilia que fue tapa de una revista en el momento del anuncio del divorcio. "Quiero vivir mi vida sin mentir" Este es el antidepresivo más poderoso.
Sarkozy fue víctima de la repetición intoxicante sobre la depresión.

¿Nicolas Sarkozy es depresivo?

Fue, por el contrario la víctima de esta atmósfera de intoxicación en torno de la depresión. Recuerde esas fotos que lo mostraban con los ojos vidriosos, mal afeitado luego del anuncio de la separación. Es una intoxicación. Este tipo, es una dínamo, que toma la realidad, la sacude, busca el problema y promete la solución. Es una primicia. Con Miterrand, era la moral del final del Cid: "Deja hacer al tiempo, tu valentía es tu rey". Con Chirac, era la Corrèze, el padre Queuille: "No hay problema que una ausencia de solución no podría resolver" Y el sarkozismo, es un bello esfuerzo, pero no va a andar. ¿"Juntos, todo se vuelve posible"?
Primeramente, Sarkozy debió constatar que, en su "juntos" con Cecilia, no todo fue posible. Y luego, va a descubrir que, la realidad es una buena hija, su plasticidad no es infinita: ella no se deja hacer sino lo que le gusta. Lo real hace barrera. Ya sea que uno se choque con ella, o que se busque la mejor manera de hacer con eso. Y en este mes de noviembre, vemos los esfuerzos prodigiosos de nuestro Hércules político hacer agua por todas partes. Esperemos que se despierte...

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Sans parole.
PP

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Jacques Lacan. "La equivocación del sujeto supuesto saber"(14 de diciembre de 1967)


Lo posteo no porque sea un texto difícil de conseguir, sino porque muchos de ustedes me dijeron que no tienen una versión digitalizada.
Saludos
PP

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Qué es el inconsciente? La cosa todavía no ha sido comprendida.
Habiendo sido el esfuerzo de los psicoanalistas, durante décadas, tranquilizar acerca de este descubrimiento, el más revolucionario que haya existido para el pensamiento, y considerar su experiencia como su privilegio -es cierto que lo adquirido seguía siendo de apreciación privada-, las cosas llegaron al punto en que sufrieron la recaída que les provocó este esfuerzo mismo, por estar motivado en el inconsciente: al haber querido tranquilizarse ellos mismos acerca de él, lograron olvidar el descubrimiento. Les fue mucho más fácil en la medida en que el inconsciente nunca desorienta mejor que al ser cogido in fraganti, pero sobre todo omitieron darse cuenta de lo que Freud, empero, había denotado sobre él: que su estructura no dependía de ninguna representación, siendo más bien su costumbre tan sólo tenerla en cuenta para con ella enmascararse (Rücksicht auf Darstellbarkeit). La política que supone toda provocación en un mercado sólo puede ser falsificación: se la proporcionaba entonces inocentemente, en ausencia del socorro de las "ciencias humanas". De este modo no se sabía que querer volver tranquilizante el Unheimlich era hacer una, siendo el inconsciente, por su naturaleza, muy poco tranquilizador. Admitida la cosa, todo viene bien para servir de modelo que dé cuenta del inconsciente: el pattern del comportamiento, la tendencia instintiva, incluso la huella filogenética en la que se reconoce la reminiscencia de Platón -el alma aprendió antes de nacer-, la emergencia evolutiva que falsea el sentido de las fases llamadas pregenitales (oral, anal) y que despista al impulsar a lo sublime el orden genital...
Hay que escuchar a la superchería analítica darse cuenta al respecto: de modo inesperado Francia se distinguió en este punto al llevarla hasta el ridículo. Se corrige porque se sabe todo lo que puede encubrirse así: dado el caso, el menos discreto, la coprofilia. Agreguemos a la lista la teología, para escindir los fines de la vida de los fines de la muerte. Todo esto por no ser más que representación, intuición siempre ingenua y, por qué no decirlo, registro imaginario, indudablemente es aire que infla el inconsciente para todos, incluso canción que despierta las ganas de verlo en alguno. Pero es también estafar a cada quien de una verdad que espejea al ofrecerse tan sólo en falsas capturas. ¿Pero diablos, se me dirá, demostradas falsas en qué pues?. Simplemente en la incompatibilidad en que el engaño del inconsciente se denuncia, en la sobrecarga retórica con que Freud lo muestra argumentar. Estas representaciones se suman, como se dice del caldero, cuyo daño se descarta pues no me fue prestado: 1) pues, cuando lo tuve, ya estaba agujereado, 2) pues estaba perfectamente nuevo, 3) en el momento de devolverlo. Y métete eso que me muestras donde quieras. De todos modos no cosecharemos del discurso del inconsciente la teoría que de él da cuenta. Que el apólogo de Freud cause risa, prueba que da en el clavo. Pero no disipa el oscurantismo que lo relega al rango de pasatiempo. Fue así como hice bostezar durante tres meses a mi auditorio, al descolgar la araña con la que creí haberlo iluminado de una vez por todas, demostrándole en el Witz de Freud (chiste se lo traduce) la articulación misma del inconsciente. No fue elocuencia lo que me faltó, créaseme, ni, me atrevo a decirlo, el talento. Palpé allí la fuerza cuyo resultado es el Witz sea desconocido para el batallón de los Institutos de psicoanálisis, que el "psicoanálisis aplicado" fuese asunto de Ernst Kris, el no médico del trío neoyorquino, y que el discurso sobre el inconsciente sea un discurso condenado: que sólo se sostiene, en efecto, desde el puesto sin esperanza de todo metalenguaje. Falta decir aún que los astutos lo son menos que el inconsciente y esto es lo que sugiere el oponerlo al Dios de Einstein. Se sabe que ese Dios para nada era para Einstein una forma de expresarse, más bien hay que decir que lo palpaba a partir de lo que se imponía: ciertamente era complicado, pero no deshonesto. Esto quiere decir que lo que Erinstein considera en la física (y éste es un hecho de sujeto) su partenaire, no es mal jugador, ni siquiera es jugador, nada hace para despistarlo, no se las da de listo. ¿Basta acaso fiarse del contraste del que se deduciría, señalémoslo, hasta que punto el inconsciente es más simple; y porque engañe a los astutos, hay que considerar que es más hábil que nosotros en lo que creemos conocer muy bien bajo el nombre de deshonestidad? Aquí es donde hay que ser prudente. No basta con que sea taimado o al menos que lo parezca. Los novatos llegan rápidamente a esta conclusión, resultando luego recargada toda su deducción. ¡A Dios gracias! Para aquellos con quien tuve que vérmelas tenía yo a mi alcance la historia hegeliana, llamada de la astucia de la razón, para hacerles ver una diferencia que quizás nos permita comprender por qué están perdidos de antemano. Observemos lo cómico -nunca se los señalé, pues con las disposiciones que acabamos de verles, ¿dónde habría terminado todo esto?-, lo cómico de esa razón que necesita de esos rodeos interminables ¿para llevarnos hasta qué? Hasta lo que se designa por el fin de la historia como saber absoluto. Recordemos aquí la irrisión de un tal saber que pudo forjar el humor de un Queneau, por haberse formado en Hegel en los mismos pupitres que yo, o sea su "domingo de la vida" o el advenimiento del holgazán y del vago, ¿mostrando en una pereza absoluta el saber apropiado para satisfacer al animal?, o solamente la sabiduría que la risa sardónica de Kojève, que fue maestro de ambos, autentifica.Atengámonos a este contraste: la astucia de la razón al fin pone sus cartas sobre la mesa. Esto nos remite a algo que mencionamos un poco a la ligera. Si la ley de la naturaleza (Dios de la física) es complicada, ¿cómo puede ser que sólo la alcancemos al jugar la reglas del pensamiento simple, a la que entendemos así: la que no redobla su hipótesis de modo que ninguna de ellas sea superflua? ¿Lo que así asumió la imagen del filo de la navaja en la mente de Occam, no nos permitiría, gracias a lo mucho que sabemos, rendir homenaje al inconsciente por un filo que, en suma, se reveló bastante tajante? Esto nos introduce mejor quizás a ese aspecto del inconsciente por el cual éste no se abre si primero no se cierra. ¿Se vuelve entonces más coriáceo a una segunda pulsación? La cosa es clara a partir de la advertencia donde Freud previó tan bien lo que comenzamos por destacar acerca del agravamiento de la represión que se produjo en la clínica media, fijándose en sus discípulos para agregarle al suyo, con una propensión mucho mejor intencionada, en la medida en que era menos intencional, a ceder a lo irresistible del conductismo para forjar ese camino. El presente comentario permite percatarse de lo que se formula, al menos para quien lee a Freud en nuestra escuela: que la disciplina conductista se define por la negación (Verneinung) del principio de realidad. ¿No es esto dar lugar a la operación de la navaja, subrayando que mi polémica aquí, al igual que en otros lados, no es digresiva, para demostrar que es en la juntura misma del psicoanálisis con el objeto que él suscita donde el psicoanalista abre su sentido por ser su desecho práctico? Puesto que, donde parece que denuncio como traición la carencia del psicoanalista, ciño la aporía con la que articulo este año el acto psicoanalítico. Acto que fundo en una estructura paradójica pues en él el objeto es activo y el sujeto subvertido, y donde inauguro el método de una teoría en tanto ésta no puede, con toda corrección, considerarse irresponsable de los hechos que se comprueban en una práctica. Así, en el punto sensible de la práctica que hizo palidecer al inconsciente, ahora tengo que evaluar su registro. Para ello es necesario lo que diseño de un proceso anudado por su propia estructura. Toda crítica que fuese nostalgia de un inconsciente en su primera flor, de una práctica en su audacia todavía salvaje, sería ella misma puro idealismo. Simplemente nuestro realismo no implica el progreso en el movimiento que se dibuja con la simple sucesión. No lo implica en modo alguno, pues lo considera como una de las fantasías más groseras de lo que merece ser clasificado como ideología de cada época, aquí como efecto de mercado en tanto que es supuesto por el valor de cambio. Es necesario que el movimiento del universo del discurso sea presentado al menos como el crecimiento a interés compuesto de una renta de inversión. Sin embargo, cuando no hay idea de progreso, ¿cómo apreciar la regresión, la regresión del pensamiento naturalmente? Observemos incluso cómo esta referencia al pensamiento está puesta en tela de juicio mientras no esté definida, pero tampoco podemos definirla hasta tanto no hayamos respondido a la pregunta qué es el inconsciente. Pues el inconsciente, lo primero que se puede decir de él, lo que quiere decir su: lo que es, el quod est, en tanto es el sujeto de todo lo que puede serle atribuido, es lo que, en efecto, Freud dice en primer término sobre él: son pensamientos. Asimismo, el término regresión del pensamiento tiene aquí, de todos modos, la ventaja de incluir la pulsación indicada por nuestros preliminares: o sea, ese movimiento de retiro depredador cuya succión vacía de algún modo las representaciones de su implicación de conocimiento, esto, a veces, según la propia confesión de los autores que se jactan de este vaciamiento (conductista o mitologizante en el mejor de los casos), otras por sólo sostener la burbuja al rellenarla con la "parafina" de un positivismo menos adecuado todavía aquí que en otros lados (migración de la libido, pretendido desarrollo afectivo). La reducción del inconsciente a la inconciencia procede del movimiento mismo del inconsciente, donde el momento de la reducción se escabulle por no poder medirse al movimiento como su causa. Ninguna pretensión de conocimiento sería apropiada aquí, ya que ni siquiera sabemos si el inconsciente tiene ser propio, y es por no poder decir "eso es" que se lo llamó con el nombre de "eso" (Es en alemán, o sea: eso, en el sentido en que se dice "eso anda" o "eso patina"). De hecho, el inconsciente "no es eso", o bien "es eso, pero sin valor". Nunca a las mil maravillas. "Soy un tramposo de oficio", dice un niñito de cuatro años acurrucándose en los brazos de su progenitora ante su padre, quien acaba de responder "Eres lindo" a su pregunta "¿por qué me miras?" Y el padre no reconoce allí (aunque el niño haya fingido en el intervalo haber perdido el gusto de sí desde el día en que habló) el impasse que él mismo intenta sobre el Otro, jugando al muerto. Le toca al padre que me lo dijo, el escucharme o no. Imposible volver a encontrar el inconsciente sin arremeter con todo porque su función es borrar el sujeto. De allí los aforismos de Lacán: "El inconsciente está estructurado como un lenguaje" o también: "El inconsciente, es el discurso del Otro". Esto recuerda que el inconsciente no es perder la memoria, es no acordarse de lo que se sabe. Pues hay que decir según el uso del no-purista: "yo me acuerdo de ello" (je m'en rappelle) o sea: me llamo (rappelle) al ser (de la representación) a partir de ello. ¿A partir de qué? De un significante. No me acuerdo más de ello. Eso quiere decir que no me encuentro allí adentro. Esto no me incita a ninguna representación donde se pruebe que habité allí. Esa representación es lo que se llama recuerdo. Deslizar allí el recuerdo se debe a la confusión que hubo hasta ahora entre dos fuentes: 1) La inserción del ser vivo en la realidad que es lo que de ella imagina y que puede calibrarse por el modo en que ante ella reacciona; 2) el lazo del sujeto con un discurso del que puede ser suprimido, es decir, no saber que ese discurso lo implica. El formidable cuadro de la amnesia llamada de identidad debería ser edificante en este punto. Hay que implicar aquí que el uso de nombre propio, por el hecho de ser social, no revela que éste sea su origen. De aquí en más puede perfectamente llamarse amnesia el orden de eclipse que se suspende a su pérdida: en él el enigma se distingue aún mejor, pues el sujeto no pierde para nada el beneficio de lo aprendido. Todo lo tocante al inconsciente sólo juega sobre efectos de lenguaje. Es algo que se dice, sin que el sujeto se represente ni se diga allí: sin que se sepa qué dice. Esta no es la dificultad. El orden de indeterminación que constituye la relación del sujeto con un saber que lo supera resulta, puede decirse, de nuestra práctica, que lo implica en la medida en que ella es interpretativa. Pero que pueda haber en él un decir que se diga sin que uno (on) sepa quién lo dice, es precisamente lo que se le escapa al pensamiento, es una resistencia ón-tica, una resistencia gesticulante. (Juego con la palabra on en francés, de la que hago, no sin razón, un soporte del ser, un óv, un ente y no la figura de la omnitud: en suma el sujeto supuesto al saber). Si on, uno, la omnitud, acabó acostumbrándose a la interpretación, lo hizo mucho más fácilmente en la medida en que desde hace añares la religión la habituó a ella. Incluso es de este modo con cierta obscenidad universitaria, la que se denomina hermenéutica, hace su agosto con el psicoanálisis. En nombre del pattern y del filos ya evocado, del patrón-amor que es la piedra filosofal del fiduciario intersubketivo y sin que nadie se haya detenido nunca en el misterio de esta heteróclita Trinidad, la interpretación brinda amplia satisfacción... apropósito, ¿a quién? Ante todo al psicoanalista que despliega en ella el moralismo bendecidor cuyas intimidades acabo de exponer. Es decir, que se cubre por actuar siempre en función del bien: conformismo, herencia y fervor reconciliador constituyen la triple mama que éste ofrece al pequeño número de quienes, por haber oído su llamado, ya son elegidos. Así, las piedras con las que tropieza su paciente no son más que los adoquines de sus propias buenas intenciones, modo, sin duda, para el psicoanalista de no renegar de la esfera de influencia del infierno a la que Freud se había resignado (Si nequeo flectere Superos...). Pero no es quizá con esta pastoral, con estas palabras de pastoril poesía como Freud procedía. Basta con leerlo. Que haya llamado mitología a la pulsión, no quiere decir que no haya que tomar en serio lo que en ella muestra. Lo que en ella se demuestra, diremos más bien nosotros, es la estructura de ese deseo que Spinoza formuló como la esencia del hombre. Ese deseo que de la desideración que confiesa en las lenguas romances, sufre aquí la deflación que lo devuelve a su deser. Si el psicoanalista dio en el punto justo, por su inherencia a la pulsión anal, pues el oro es mierda, es bastante bufo verlo calmar esa llaga en el flanco que es el amor, con la pomada de lo auténtico, cuyo oro es fons et... origo.
Por eso el psicoanalista ya no interpreta como en la belle époque, se sabe. Porque él mismo mancilló su fuente viva. Pero comoo es necesario que camine erguido, desteta, es decir corrige el deseo e imagina que desteta (frustración, agresión, ..., etc.). Castigat mores, diremos: ¿riendo? No, ¡desafortunadamente!, sin reír: castra las costumbres de su propio ridículo. Remite la interpretación a la transferencia, lo que nos lleva a nuestro uno (on). Lo que el psicoanalista de hoy le ahorra al psicoanalizante es, precisamente, lo que antes dijimos: no es lo que le concierne, que está dispuesto a tragarse de inmediato, pues le dan las formas, las formas de la poción... Abrirá gentilmente su piquito de besito, lo abrirá no lo abrirá. No, lo que el psicoanalista encubre, porque con ello se cubre, es que algo pueda decirse sin que ningún sujeto lo sepa. Mené, mené, thékel, oupharsin. Si eso aparece en la pared para que todo el mundo lo lea,, eso echa por tierra un imperio. La cosa es trasladada al lugar preciso. Pero, sin siquiera tomar nuevo aliento, se atribuye la farsa al Todo-Poderoso, en forma tal que el agujero se vuelve a cerrar con el golpe mismo con que se lo produce; y ni siquiera se cuida de que por este artificio el estruendo mismo sirva de bastión al deseo mayor, el deseo de dormir. Aquel del que Freud hace la instancia última del sueño. Sin embargo, ¿no podríamos percatarnos de que la única diferencia, esa diferencia que reduce a la nada aquello de lo que difiere, la diferencia de ser, ésa sin la cual el inconsciente de Freud es fútil, que se opone a todo lo que antes suyo se produjo bajo el label de inconsciente, pues señala claramente que un saber se libra desde un lugar que difiere de toda aprehensión (prise) del sujeto, pues sólo se entrega en aquello que es la equivocación (méprise) del sujeto? El Vergreifen [cf. Freud: la equivocación (méprise) es su término para los actos sintomáticos], superando la Bergriff (la aprehensión o la prise), promueve una nada que se afirma y se impone debido a que su negación misma la indica en la confirmación que no faltará de su efecto en la secuencia. Súbitamente surge una pregunta por aparecer la respuesta que la preveía al ser su(b)-puesta. El saber que sólo se libra a la equivocación del sujeto: ¿cuál puede ser el sujeto que lo supiese antes? Por más que podamos muy bien suponer que el descubrimiento del número transfinito se abrió debido a que Cantor tropezó al manosear decimales diagonalmente, no por ello llegamos a reducir la pregunta acerca del furor que su construcción desencadena en un Kroenecker. No obstante, esta pregunta no debe enmascararnos otra que concierne al saber así surgido: ¿dónde puede decirse que esperaba el número transfinito, como "nada más que saber", al que resultaría su descubridor? ¿Si no es en ningún sujeto, es en algún uno (on) del ser? El sujeto supuesto al saber, Dios mismo para llamarlo con el nombre que le da Pascal, cuando se precisa su contrario: no el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacobo, sino el Dios de los filósofos, despojado aquí de su latencia en toda teoría. Teoría, ¿sería el lugar en el mundo de la teo-logía? De la cristiana seguramente desde que ella existe, gracias a lo cual el ateo se nos presenta como quien más se aferra a ella. Lo sospechábamos: y que ese Dios estaba un poco enfermo. No lo volverá más animoso una cura de ecumenismo ni, me temo, el Otro con una A mayúscula en francés, el de Lacan. Convendría separarla de la Dio-logía, cuyos Padres se despliegan desde Moisés a James Joyce, pasando por Meister Eckhart, pero cuyo lugar, nos parece, es nuevamente Freud quien mejor lo marca. Como lo dije: sin ese lugar marcado, la teoría psicoanalítica se reduciría a lo que es, para mejor o para peor, un delirio de tipo schreberiano; Freud no se engañó al respecto y no vacila en reconocerlo (cf. precisamente su "caso Schreber"). Ese lugar de Dios-el-Padre es el que designé como Nombre-del-Padre y el que me proponía ilustrar en lo que debía ser el decimotercer año de mi seminario (mi undécimo en Sainte-Anne) cuando un pasaje al acto de mis colegas psicoanalistas me forzó a ponerle punto final después de mi primera lección. Nunca retomaré ese tema, pues veo en él que ese sello no podría aún ser abierto por el psicoanálisis. En efecto, la posición del psicoanalista está suspendida a una relación muy hiante. Pero no sólo a ella, pues se le requiere que construya la teoría de la equivocación esencial del sujeto en la teoría: lo que llamamos el sujeto supuesto al saber. Una teoría que incluye una falta que debe volverse a encontrar en todos los niveles; inscribirse aquí como indeterminación, allí como certeza y formar el nudo de lo ininterpretable; en ella me esfuerzo, sin dejar de experimentar su atopia sin precedentes. La pregunta aquí es: ¿qué soy yo para osar una tal elaboración? La respuesta es sencilla: un psicoanalista. La respuesta es suficiente, si se limita su alcance a lo que tengo de un psicoanalista: la práctica. Ahora bien, es precisamente en la práctica donde el psicoanalista debe estar a la altura de la estructura que la determina, no en su forma mental, ¡por desgracia! Allí justamente se encuentra el impasse, pero en su posición de sujeto en tanto que inscrita en lo real: una tal inscripción es lo que define propiamente el acto. En la estructura de la equivocación del sujeto supuesto al saber, el psicoanalista (pero ¿quiés es y dóde está y cuándo está, agote usted la lira de las categorías, es decir, la indeterminación de su sujeto, el psicoanalista?), no obstante, debe encontrar la cereza de su acto y la hiancia que hace su ley. ¿Llegaré acaso a recordarles, a quienes algo saben de esto, la irreductibilidad de lo que queda de ello al final del psicoanálisis y que Freud indicó (en Análisis terminable e interminable) bajo los términos de castración, incluso de envidia del pene? ¿Acaso puede evitarse que dirigiéndome a una audiencia a la que nada prepara para esta intrusión del acto psicoanalítico, pues ese acto sólo se le presenta bajo disfraces que lo degradan y desvían, el sujeto que mi discurso delimita, no siga siendo lo que es para nuestra realidad de ficción psicologizante: en el peor de los casos el sujeto de la representación, el sujeto del obispo de Berkeley, punto muerto del idealismo; en el mejor, el sujeto de la comunicación, de lo intersubjetivo del mensaje y de la información, inútil incluso como contribución a nuestro problema? Aunque hayan llegado al punto de decirme, para que acuda a este encuentro, que era popular en Nápoles, no puedo ver en el éxito de mis Escritos más que el signo de que mi trabajo emerge en este momento del presentimiento univeersal, que resulta de otras emergencias más opacas. Esta interpretación es sin duda justa, si se comprueba que este eco produce más allá del campo francés, donde esta acogida se explica mejor por la exclusión en la que la mantuve durante veinte años. Desde la publicación de mi libro, ningún crítico cumplió con su oficio, que es el dar cuenta, salvo uno llamado Jean-Marie Auzias, en uno de esos libritos de morondanga cuyo bajo costo no disculpa las negligencias tipográficas, que se llama: Claves del estructuralismo, en el que se me consagra el capítulo IX y usa mi referencia en los restantes. Jean-Marie Auzias, repito, es un crítico estimable, avis rara. A pesar de su caso, sólo espero de aquellos a quienes aquí hablo que confirmen el malentendido. Retengan al menos lo que testimonia este texto que ofrezco a vuestro ingenio: que mi empresa (enterprise) no supera el acto del que está presa (prise) y que, por ende, su única posibilidad es la de la equivocación (meprise). Y aún habría que decir del acto analítico que por ser, desde su revelación original, el acto que nunca triunfa tan bien como cuando es fallido, esta definición no implica (al igual en otras partes que en nuestro campo) la reciprocidad, noción tan cara a la divagación psicológica. Esto quiere decir que no basta con que fracase para triunfar, el mero malogro no abre la dimensión de la equivocación aquí en cuestión. Cierto retraso del pensamiento en el psicoanálisis -dejando a los juegos de lo imaginario todo lo que puede proferirse de una experiencia continuada en el lugar en que Freud la hizo- constituye un malogro sin un plus de significación. Por eso toda una parte de mi enseñanza no es acto analítico, sino tesis, y la polémica a ella inherente, acerca de las condiciones que redoblan la equivocación propia del acto, con un fracaso de sus incidencias. Al no haber podido cambiar esas condiciones, dejo mi esfuerzo en el suspenso de este fracaso. La falsa equivocación, estos dos términos anudados como en una comedia de Marivaux, encuentran aquí un sentido renovado que no implica ninguna verdad de hallazgo. Es en Roma, como recuerdo de un hito de mi empresa, donde daré mañana, como se pueda, la medida de este fracaso con sus razones. La suerte dirá si está preñado del futuro, que está en manos de aquellos que he formado.

martes, 27 de noviembre de 2007

Manuel Cruz. "Cómo hacer cosas con recuerdos"(Sobre la utilidad de la memoria y la conveniencia de rendir cuentas). Ed. Katz, 2007

Nuestra época se ha saturado de discursos sobre la memoria: libros, coloquios, museos, leyes, son algunos de los modos en que la memoria ocupa el espacio público, poniendo de manifiesto la intensa voluntad "memorística" de la sociedad actual. La saturación, no obstante, produce más confusión que claridad, genera más ruido que sentido y trivializa aquello de lo que se ocupa. De allí la radical importancia de esta obra de Manuel Cruz. Cómo hacer cosas con recuerdos establece una distinción entre los usos reivindicativos, la vocación puramente archivística y la manipulación política, por un lado, y las potencias que la memoria tiene para producir futuro, por el otro. En efecto, para Cruz la memoria no es el inventario exánime de hechos acaecidos, ni tampoco la interpretación de esos hechos que permite fundar una toma de partido. Es, antes bien, un instrumento que hace posible una mirada distinta sobre la realidad, para "contemplarla, aunque sólo fuera por un segundo, bajo una luz diferente. Porque humano, insobornablemente humano -dice el autor-, es el impulso que nos lleva a confrontarnos con nuestro pasado, a medirnos con él, a intentar extraer del relato de lo ocurrido lecciones que nos ayuden a proseguir nuestra andadura liberados, en lo posible, de lo peor de nosotros mismos. Ilusionados, en la medida en que nos dejen, en vivir juntos de otra manera".


Manuel Cruz (Barcelona, España, 1951)Es catedrático de Filosofía Contemporánea en la Universidad de Barcelona. Ha sido profesor visitante en diversas universidades europeas y americanas, así como investigador en el Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas CSIC (Madrid). Autor de más de una docena de libros y compilador de otros tantos volúmenes colectivos, es también director de varias colecciones de pensamiento, y forma parte del consejo de redacción de numerosas revistas de su especialidad, tanto nacionales como extranjeras. Colabora habitualmente en los diarios españoles El País y La Vanguardia, y en el argentino Clarín. Es asimismo colaborador de la cadena SER. Dirige la revista Barcelona METROPOLIS. Su programa de trabajo, situado en el marco general de una reconsideración de la categoría de sujeto y un análisis crítico del concepto de historia, se ha centrado últimamente en una reflexión sobre el lugar que ocupa el pasado en el imaginario colectivo de las sociedades occidentales desarrolladas, sirviéndose de categorías como las de identidad, responsabilidad y memoria.

domingo, 25 de noviembre de 2007

Pablo Peusner. "Pertinencia de los cuatro discursos en la clínica psicoanalítica lacaniana con niños".

(Reseña del curso “Introducción a la clínica psicoanalítica lacaniana con niños por el sesgo de los cuatro discursos de Jacques Lacan”, dictado en el Colegio de Psicólogos de la provincia de Buenos Aires, Distrito XI, La Plata, 2007).


Hemos extraído el asunto de nuestro discurso de este año de una etapa de la enseñanza de Jacques Lacan: se trata de la época en que, mediante lo que llamó “cuadrípodos”, intentó dar cuenta de las profesiones imposibles: gobernar, educar, analizar y hacer desear.
¿Qué motivo había para intentar su articulación, para mostrar su pertinencia con la clínica psicoanalítica lacaniana con niños? Quizás pueda fundamentarse el intento en un precepto de época y evocar aquí el olvido de la lógica de un discurso sin palabras en favor de cierto retorno al comportamentalismo y al biologismo; a un nuevo intento de reducción de la noción de sujeto; a un olvido de lo real propiamente psicoanalítico; a un modo de entendimiento de la posición del niño en el que resulta acosado por el rendimiento y el culto a la performance en el marco de la familia conyugal –aquella que transforma tanto la deuda simbólica en deuda económica, como la necesaria adopción en prueba de sangre–.
¿No hay acaso en la presentación de esos cuatro discursos un poderoso intento clínico que había sido históricamente descuidado en el psicoanálisis con niños? ¿Cómo no descuidarlo si el niño “era” el sujeto y sus padres o parientes quedaban fuera del consultorio, convocados siempre tarde en ocasión de algún desastre? ¿Cómo no ignorarlo si el analista dejaba de dirigir la cura para quedar cautivo de las intempestivas arremetidas parentales que vulneraban su política y presionaban sobre su táctica? ¿Cómo reconocerlo si sólo se cuenta con la lógica del “caso por caso” para escapar de la burocracia psicoanalítica?
Pensamos que dichos discursos constituían un valioso aporte a la comprensión de la dinámica de la cura de un niño e intentamos extraer de ellos –lo más rigurosamente posible– una matriz de lectura que nos permitiera acceder a esos casos que hoy se califican de “contemporáneos”. En estas coordenadas fue que nos propusimos “reinventar el psicoanálisis” a partir de algún aporte que fuera un poco más allá del comentario habitual de los textos, y que nos encontramos con algo que puesto a prueba durante todo un año, hoy hacemos público para que nuestros colegas puedan hacer de eso una crítica y, eventualmente, un uso.
Partimos de una revisión histórica de la escritura de los cuatro discursos que Jacques Lacan propusiera en su seminario acerca del “Envés del psicoanálisis”. Seguimos los aportes que sobre el asunto realizara en “Radiofonía”. Pero el corte surgió en el seminario acerca de “El saber del psicoanalista”, ese seminario sin número que nos permitió reencontrar a Lacan en la capilla de Sainte-Anne, aunque ahora “hablándole a las paredes”. Cuando en la sesión del 3 de febrero de 1972, los cuadrípodos pasaron a ser tetraedros y las aristas se vectorizaron, fue inevitable recordar una sugerencia del psicoanalista francés Marc Darmon: siguiendo los vectores, los discursos podrían considerarse como grafos. Esta sugerencia nunca había sido escrita y, por eso pensamos que tampoco había sido tomada muy en serio.
¿Acaso la consigna lacaniana de que cada analista debía reinventar el psicoanálisis no justificaba un intento semejante? Nadie se opuso y lo intentamos. Descubrimos que, efectivamente, siguiendo los vectores era posible construir un grafo que, si bien modificaba la presentación imaginaria de los consabidos discursos, no sólo permitía mantener constante las relaciones estructurales entre sus operadores –los que ahora pasaban a funcionar como vértices–, sino que se iluminaba cierto matiz temporal de su funcionamiento tornando visible una circularidad que la presentación anterior hacía difícil ver, incluso para los estudiosos más dedicados. Si la presentación canónica se apoyaba en el operador que ocupara el lugar del agente –lo que resultaba obvio ya de éste tomaba su nombre cada discurso–, nuestra nueva escritura permitía ver mucho mejor que era el lugar de la verdad el que tenía un lugar especial y hasta privilegiado en la estructura de los discursos: causa absoluta del grafo, permanecía inaccesible una vez que el circuito se ponía en marcha, determinándolo ya sea en el nivel del agente, ya sea en el nivel del Otro. Asimismo, resultaba notable el relevo que nuestro grafo ofrecía de ese triángulo negro que Lacan ubicaba en el seminario entre verdad y producción (o resto): ninguna flecha los unía en forma directa.
Para evaluar la pertinencia de una escritura tal, hizo falta utilizarla leyendo materiales clínicos. Y para eso, elegimos aquellos casos que se consideran “de actualidad”. No hubo sorpresas, ya que nadie esperaba lo que fue ocurriendo. Comenzamos verificando la necesidad de sostener hasta el final nuestra hipótesis del sufrimiento de los niños aportándole el dispositivo de la presencia de padres/parientes, el que preferimos opere con frecuencia fija. Así es que logramos establecer que para no llegar siempre tarde a las entrevistas con los padres y parientes de nuestros analizantes-niños, conviene considerar que el significante opera tanto en la anticipación como en la retroacción y que, entonces, esa presencia no es un real de la clínica psicoanalítica con niños sino el resultado de un dispositivo que se establece a partir de la comunicación de ciertas consignas iniciales.
Nuestro modo de lectura aportó un nuevo matiz para pensar la perversión polimorfa infantil: aquella bien representada por la dinámica del discurso analítico, en la que desde la perspectiva angustiada del Otro, lo real del síntoma esconde un saber que el analista tiene que lograr hacerse transferir. Aquí, sin duda, los parientes sufren de los niños, y su división subjetiva los obliga finalmente a confesar que no saben bien qué hacer, ya que la neurosis de transferencia espontánea que une a niños y padres, ha dejado de operar.
Ahora bien, estos casos contrastan con otros mucho más frecuentes: aquellos en los que el niño recusa la burocracia escolar negándose a funcionar como ilota del régimen y recuperando algo de su subjetividad mediante un síntoma aliviador. Aquí sí, el Otro sabe: sabe que hay que darle la pastilla y, si nos consulta, es para que arreglemos eso que no marcha, sin importarles de qué se trata (esas consultas no se diferencian mucho de la visita al service de electrodomésticos). Curioso relevo del amo, cuya verdad determina sin vergüenza el peso de un saber que, aunque calificado de “universitario” por Lacan, también opera en todos los otros niveles escolares.
¿Y si el que sufre es el niño? Porque también existe ese sufrimiento de los niños que leemos partiendo de su matiz subjetivo, el que introduce su pregunta por el valor que éste obtiene representa Otro: ¿qué tengo que no me quiere? o ¿qué tengo que me quiere tanto? Angustiados o melancolizados, estos niños hablan, juegan y dibujan dirigiéndose a un amo, en un intento por producir un saber que abroche algo de ese deseo del Otro y los tranquilice.

Si Lacan partió de una estructura discursiva que colocaba a la verdad en un lugar diferenciado, no fue nuestra escritura quien la quitó de allí, sino la suya propia: el 12 de mayo de 1972, en Milán, dando vuelta el primer término de su escritura canónica (e invirtiendo así uno de los vectores de nuestro grafo) metió a la verdad dentro del circuito para crear el discurso capitalista. Los efectos de esta escritura –que cuesta llamar “discurso” ya que vulnera totalmente las condiciones lógicas impuestas por Lacan para su establecimiento– están demasiado a la vista en nuestra vida cotidiana como para dedicarle gran espacio aquí: algunos son el apuro (y su concreción mediante el recurso a la medicación), el valor todo de la verdad y su exigencia de objetos, la inexistencia del Otro, la monetarización de la deuda simbólica, los nuevos modos de la familia, etc.
Lacan decía en “Radiofonía” que cada discurso necesita una impotencia definida por la barrera del goce... ¿cuál será, entonces, la del llamado “discurso capitalista”? He aquí una pregunta que ansiamos responder para que los niños encuentren algún lugar en lo que vendrá.
Para terminar y volver al clima del trabajo que compartí con muchos de ustedes durante todo el año, cito a Lacan:

“Uno de mis alumnos, que había asistido durante todo el año a mi seminario (...) vino a verme entusiasmado, hasta tal punto que me dijo que había que meterme en una bolsa y ahogarme (...), era la única conclusión posible para él (...).
Ya ven cómo son las cosas. Las cosas están hechas de extravagancias. Quizás este sea el camino por el que puede esperarse un futuro del psicoanálisis –haría falta que este se consagre lo suficiente a la extravagancia–”[1].

Entonces, creo que la articulación entre nuestra novedosa presentación de los discursos y la clínica psicoanalítica lacaniana con niños es pertinente, y por eso es que ya no me importa tanto que, para algunos, resulte extravagante si es que acaso por ese sesgo puede esperarse un futuro para el psicoanálisis.



NOTAS.
[1] Lacan, Jacques. “El triunfo de la religión”, Paidós, p. 77.

viernes, 23 de noviembre de 2007

Éric Marty. "Roland Barthes, el oficio de escribir" (Manantial, 2007)

Por qué Roland Barthes? Este libro intenta, acaso, responder a este interrogante. Más de veinticinco años después de su muerte, pero también tras la desaparición, en los años siguientes, de toda una generación que dio un nuevo sentido al acto de pensar, una pregunta semejante no es indecente. Más que una necesidad, hay cierto encanto en el hecho de plantearla. Roland Barthes, el oficio de escribir expone a Barthes a tres lecturas: “Memoria de una amistad”, relato autobiográfico que cuenta en el transcurrir cotidiano sus últimos años; “La obra”, que recorre la totalidad de los textos en su despliegue cronológico y singular, y “Sobre los Fragmentos de un discurso amoroso”, seminario que descifra la estrategia subterránea del libro más conocido del autor a través de los motivos obsesivos de la Imagen y el “No-querer-asir”. El testimonio, el panorama, el seminario: todo esto constituye un verdadero camino. El relato del encuentro del joven discípulo con el maestro es seguido por una meditación sobre la obra y su exploración minuciosa. “El oficio de escribir” se convierte entonces en la fórmula misma de la vida de escritor.
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Eric Marty es profesor de literatura contemporánea en la Universidad de París 7, es el responsable de la edición de las obras de Roland Barthes. Escritor y ensayista, ha escrito igualmente sobre René Char, Jean Genet y Louis Althusser.

jueves, 22 de noviembre de 2007

Seminario XVIII - texto de contratapa de la edición francesa

Título a primera vista enigmático. Demos su clave: se trata del hombre y de la mujer, de sus relaciones más concretas, amorosas y sexuales, en su vida de todos los días, sí, como en sus sueños y sus fantasías. Lo que no tiene nada que ver con lo que la biología estudia bajo el nombre de sexualidad. ¿Hace falta sin embargo dejar ese dominio a la poesía, a la novela, a las ideologías? Se intenta aquí proponer para eso una lógica. Es retorcido.

En el orden sexual no alcanza con ser, hace falta también parecer. Esto es verdad en los animales. La etología ha detallado la parada que precede y condiciona al acoplamiento: según la regla, es el macho quien avisa a su partenaire de sus buenas disposiciones mediante la exhibición de formas, colores y posturas. Tales significantes imaginarios constituyen lo que llamamos los “semblantes”. Se los ha podido valorizar también en la especie humana y encontrar en ellos material para la sátira. Para encontrar allí material para la ciencia, conviene distinguirlos de lo real que velan y a la vez mantienen: el real del goce.

Este no es el mismo para uno y otro sexo. Difícilmente localizable del lado femenino y, a decir verdad, difuso e insituable, lo real en juego está −del lado hombre− coordinado con un semblante mayor: el falo. De donde resulta que, contrariamente al sentido común, el hombre es el esclavo del semblante que soporta, mientras que −más libre en ese lugar− la mujer está más próxima de lo real; que reencontrar sexualmente a la mujer es siempre para el hombre someter el semblante a la prueba de lo real y vale como “la hora de la verdad”; que, si el falo es apto para significar el hombre como tal, “todo hombre”, el goce femenino por estar “no-todo” capturado en ese semblante, hace objeción al universal.

Por cuanto, una lógica es posible, en efecto, si se tiene el temple de escribir así la función fálica, Φ(x), y de formalizar los dos modos diferentes, para un sujeto, de sexualizarse escribiéndose allí como argumento. Esta elaboración exige ir más allá de los mitos inventados por Freud −el Edipo y el Padre de la Horda (Tótem y Tabú)−; exige movilizar a Aristóteles, a Pierce, a la teoría de la cuantificación; exige elucidar la verdadera naturaleza de lo escrito, pasando por el chino y el japonés.

Al término del recorrido, se podrá dar el valor exacto al aforismo lacaniano “No hay proporción sexual”.

J-A.M.
(traducción PP)

miércoles, 21 de noviembre de 2007

La cueva de una leyenda

Arqueólogos italianos creen que han hallado la cueva donde, de acuerdo a la leyenda, una loba amamantó a Rómulo y Remo
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ROMA.- La leyenda se hizo realidad. La gruta donde se cree que los famosos Rómulo y Remo, los gemelos fundadores de Roma, fueron amamantados por una loba, uno de los sitios mitológicos más célebres de la historia de la ciudad eterna, ha sido encontrado. Según anunció ayer con bombos y platillos Francesco Rutelli, ministro de Bienes Culturales de Italia, el denominado “Lupercale”, buscado durante siglos por los arqueólogos, fue hallado en una zona nunca antes explorada de la colina del Palatino, cerca de los muros de la Casa del emperador Augusto, a 16 metros de profundidad. “Italia y Roma nunca dejan de sorprender al mundo con continuos descubrimientos arqueológicos y artísticos y es increíble pensar que haya sido hallado un lugar mitológico, que hoy finalmente se ha vuelto realidad”, destacó Rutelli en una conferencia de prensa. El ex alcalde de Roma detalló que la gruta, en parte natural y en parte artificial, fue detectada hace un par de años entre el Templo de Apolo y la Iglesia de Santa Anastasia. Pero fue sólo en agosto último que, gracias a una sonda que bajó a las entrañas del Palatino, logró entenderse que se trataba del buscadísimo sitio mitológico de la fundación de Roma. Dotada de una microcámara y, posteriormente, de un scanner con láser, la sonda hizo posible descubrir un verdadero tesoro: una gruta-santuario de 9 metros de altura y 7,5 de diámetro, con una cúpula decorada con sugestivos mosaicos policromos en mármol, en cuyo centro aparece una gran águila blanca de Augusto. “Las imágenes obtenidas por la sonda podrían razonablemente testimoniar el sitio más célebre del mito de la historia de Roma, es decir, el ‘Lupercale’, donde la loba amamantó a los gemelos Rómulo y Remo”, dijo Rutelli en tono triunfal. “Había sido buscado por siglos, y ahora está ante los ojos de todo”, agregó, emocionadísimo. Como el supuesto sitio donde la loba amamantó a Rómulo y Remo desde siempre fue un lugar altamente simbólico de la historia de Roma, el emperador Augusto (63 a.C.-14 d.C.) habría querido construir allí su magnífica residencia, que después transformó en un lugar de culto. Según explicó el arqueólogo Andrea Carandini este culto seguía vivo en el siglo V, cuando el Papa Gelosio debió intervenir personalmente para prohibirle a los romanos correr alrededor del Palatino, “la colina sagrada”, azotando a las mujeres para que fueran fértiles, un ritual relacionado justamente con el “Lupercale”. Según la leyenda, los gemelos Rómulo y Remo, nacidos de Marte y Rea Silvia, al ser perseguidos por el tío Amulio fueron puestos en una canasta y confiados a las aguas del río Tíber, el mayor de Italia, que nace en el Apenino, recorre parte de las regiones de la Toscana, Umbria y Lacio, y atraviesa Roma antes de llegar al mar. Tras ser salvados por una loba, que los amamantó, y críados por un pastor llamado Faustolo, reconquistaron el trono de Albalonga para el abuelo Numitore, y fundaron Roma sobre el Palatino. Rómulo mató más tarde Remo porque lo había desafiado cruzando el límite sagrado de la ciudad, que había trazado con el arado, y pobló Roma con el famoso rapto de las sabinas. Hasta ahora, nadie pudo entrar en la gruta-santuario de Rómulo y Remo porque sigue estando llena de tierra, explicaron ayer sus descubridores, que adelantaron que no será nada fácil avanzar en el respectivo trabajo arqueológico. “Habrá que actuar con muchísimo cuidado porque existe el riesgo de dañar la estructura de la gruta”, explicó el jefe de arqueólogos, Angelo Bottini. “La gruta está al mismo nivel del Circo Máximo, y fue incluída en un complejo de estucturas que la han respetado y decorado según la moda de la época”, agregó Bottini, que puntualizó que la excavación que se hará en breve será compleja. “Comenzaremos desde arriba, yendo hacia abajo”, detalló Bottini. A través de la excavación, que tendrá lugar en una zona de aproximadamente 700 metros cuadrados, el equipo de arqueólogos espera verificar las conexiones entre el “Lupercale” y el Templo de la Casa de Augusto, que tenía la entrada monumental en la misma zona de la colina del Palatino. Si bien hará falta tiempo para que el público pueda contemplar la gruta de Rómulo y Remo, un mito hecho realidad, Rutelli consoló al público anunciando que a principios de 2008 la gente podrá ver las ruinas de la Casa de Augusto, el primer emperador romano. El alcalde de Roma, Walter Veltroni, felicitó al ministerio de Bienes Culturales y al equipo de arqueólogos que llevó a cabo el gran descubrimiento. “Estamos ante un evento científico de gran importancia”, aseguró Veltroni, que se manifestó convencido de que “la identificación de la gruta donde, según la leyenda, Rómulo y Remo fueron amamantados por la loba, es la demostración de que nuestra ciudad aún preserva muchos tesoros”.
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por Por Elisabetta Piqué
(corresponsal de La Nación, en Italia)

martes, 20 de noviembre de 2007

Jean-Claude Milner."Harry Potter, una saga política".

Mágia contra Maggie

“Lo que hay que decir de entrada es que Harry Potter es profundamente política y habla de la Inglaterra de hoy. Leyéndolo, se tiene el sentimiento que R. K. Rowling considera, como muchos ingleses cultos, que tuvieron una verdadera revolución thatcheriana, catastrófica, y que la única posibilidad en adelante para la cultura es sobrevivir como ciencia oculta. Lo que dice J.K. Rowling no es más que, al lado de la mundialización hay otra cosa, la cultura no es impotente. La visión que J.K. Rowling tiene de Inglaterra está ligada al “momento isabelino”, ese momento esencial en que el Renacimiento Europeo se manifestó en el mundo inglés. Es la época donde el sistema inglés toma su forma definitiva, la época, notablemente, en la que las public schools y las universidades de Oxford y de Cambridge escapan a la intromisión de la Iglesia.Ahora, el Renacimiento inglés (como lo ha mostrado la historiadora Frances Yates) ha articulado el conjunto de los estudios clásicos (el griego y el latín) y el mundo de las ciencias ocultas (la magia blanca). De otra parte, esta época está representada por un personaje central, Jhon Dee, quien era sabio, alquimista, y filósofo y quien pensaba que las ciencias ocultas debían servir al bien público. Su influencia es palpable en las piezas de Shakespeare.Si se toma Poudlard, la escuela de brujos es frecuentada por Harry Potter, se ve bien que ella funciona sobre el modelo de las public school, como Eton. En cuanto al director, Albus Dumbledore, en latín su nombre significa “blanco”, como en la “magia blanca”. Y, en Dumbledore, hay dos d, una referencia a John Dee. En el dispositivo descrito por Frances Yates, lo que es visible son las ciencias clásicas; lo que es oculto, son las ciencias ocultas. En el mundo de Harry Potter, es lo contrario. Lo que es escondido, son las relaciones a las lenguas antiguas, como el latín, pero también el francés, muy presente en Poudlard con los Manantiales de Oro, Voldemort, Malefoy...Se dice que J.K. Rowling ha dado de nuevo el gusto de la lectura a los niños. Es verdad, poro eso no es necesariamente todo. Ella también ha reestablecido las relaciones con un latín lleno de virtudes seductoras, y con el francés, que tiene un lugar muy particular en Inglaterra contemporánea. Los miembros de la familia real deben aprender el francés, notablemente porque es hablado en las islas Anglo-Normandas, que hacen parte del reino. Y si los tabloides ingleses fundado muy frecuentemente del French bashing es que en Inglaterra el francés está tradicionalmente unido a la vez al poder de tipo feudal y a la cultura elitista. No es entonces por azar que Dumbledore es un amigo del alquimista francés Nicolas Flamel y si el francés está presente en Harry Potter. Esto hace parte de las relaciones que los Británicos cultos, como Rowling, tiene con el francés”.


Los condenados de la tierra contra los Moldus


“En Harry Potter, la palabra moldu significa “no brujo”, pero no únicamente. El tío y la tía de Harry, los Moldus por excelencia, viven como héroes del mundo de Margaret Thatcher, en un barrio decentito donde todas las casas se parecen. Pero la Inglaterra contemporánea es el mundo donde los Moldus han tomado el poder, con Margaret Thatcher y luego con Tony Blair. Un mundo donde se expresa la potencia del middle class. En Harry Potter y el prisionero de Azkaban, hay una tía, particularmente detestable, a quien Harry lanza un embrujo. Ella se infla y se eleva en los aires como un globo. Se puede ver aquí una referencia al Dictador de Chaplin (y una figura de la omnipotencia de la middle class vuelta loca), pero no podemos dejar de observar que la tía se llama Marge, una alusión evidente a Thatcher. En la película, por otra parte, ella lleva el mismo género de vestidos y tiene en su cabeza el mismo casco de rizos.En el mundo descrito por J.K. Rowling, hay los Moldus, que representan la middle class thatchero-blairsta (que va de la lower middle class a la upper middle class ), y luego los otros: el pueblo, las gentes cultas y los aristócratas empobrecidos, tantas gentes susceptibles de encontrarse en las public schools o en Cambridge.De la misma manera que en Poudlard se encuentran niños salidos de familias donde se tiene siempre un brujo (como el maléfico “sangre pura” Malefoy), y aquellos que, como Hermione, se vuelven brujos por el saber. Esta alianza de la aristocracia y del pueblo contra la omnipotencia de la middle class se inscribe en una larga tradición inglesa.Los poetas Byron y Shelley han escrito sobre el tema, Marx ha hablado de ello en el Manifiesto, esta idea animaba el grupo de Bloomsbury, del que hacía parte Virginia Woolf, pero también aquellos que han sido llamados los Cinco de Cambridge, los espías prosoviéticos de los años 50. Ha siempre habido en Inglaterra un movimiento, más o menos salido de las universidades, opuesto a la economía liberal. Los estudiantes salidos de Oxford y de Cambridge tienen más puntos de acuerdo con las damas de la tierra que con la middle class.”


El latín y el griego contra la mundialización


“Si Harry Potter ha tenido un tal éxito en los adultos y no solamente en los niños, es sin duda porque los Anglo-Sajones y todos aquellos que son tocados por la mundialización y perciben –concientemente o no- una máquina de guerra contra las interpretaciones mercantes del sistema democrático. Todo el mundo es igual en la carrera hacia el provecho, es lo que dice el modelo thatcheriano. Es también lo que dice el modelo americano. Y, en esos modelos, todo lo que podría representar una relación a la cultura es un obstáculo en la carrera hacia el provecho.En J.K. Rowling, al contrario, hay una idea de que el mundo de los Moldus es una suma de pequeñas opresiones. Mientras que, en el mundo de Poudlard, hay ciertas desigualdades, pero, al mismo tiempo, como la cultura es abierta a todos, Hermione, hija de Moldus, puede hacer mejor que Malefoy, hijo de brujos. Aquello que puede aparecer como elitista es de hecho una igualdad real, por oposición a una igualdad no real del mundo de los Moldus. En esto, Harry Potter es una máquina de guerra contra el mundo thatchero-blairista y la American way of life.Contrariamente a J.R.R. Tolkien quien, con El señor de los anillos, celebra un “mundo de antes” y es entonces reaccionario, J.K. Rowling es, ella, una verdadera libertaria animada por una voluntad de preservación. Es como si ella dijera: “Aprendan griego y latín en lugar de estudiar marketing. Ustedes podrán también pesar sobre el mundo de manera inesperada”. Los verdaderos magos, no son los spins doctors (los consejeros en marketing político, ndlr) de Tony Blair, sino aquellos que saben griego y latín.”


Nobleza de corazón contra tiranía


“El brujo Voldemort es en la línea de los libros una figura cada vez más aterradora, es el super-spin doctor. El detenta los secretos de las ciencias ocultas, y hace de ello un instrumento de puro poder. Porque, para J. K. Rowling, la cultura no lleva en sí misma la garantía contra su mal uso. Ese mal uso, es la pasión que un sujeto siente al oprimir a los otros sujetos, y es la única pasión que conduce a la deshumanización de aquel que es habitado por ella. En Harry Potter, Voldemort es el más grande de los malvados porque es el más grande brujo. Está habitado por la pasión de medir a los sujetos, la peor pasión posible. Y es aquí que reside la única desigualdad contra la cual no hay nada que hacer: la desigualdad en nobleza del alma, en generosidad. Harry está dotado de ella, Malefoy no.En esta historia, se tiene entonces, de un lado el mundo de los Moldus, donde la opresión es el poder sobre las cosas: del otro, el mundo de Poudlard, donde el saber puede permitir resistir a la cosificación del mundo de los Moldus, pero abre también la posibilidad de un poder sobre los sujetos. Ese poder temible, que busca Voldemort y que podemos llamar tiranía, es uno de los temas de Harry Potter, es uno de los temas recurrentes en la literatura inglesa después de Dickens y de Orwell”.


Periódico LIBERATION del 26 de OCTOBRE 2007

Traducción: Mario Elkin Ramírez

lunes, 19 de noviembre de 2007

Elisabeth Roudinesco. "La parte oscura de nosotros mismos. Una historia de los perversos". (Albin Michel, Paris, 2007)

Autora de numerosos trabajos consagrados al movimiviento psicoanalítico francés, Elisabeth Roudinesco construyó su itinerario en el punto de cruce entre la investigación histórica y la pasión literaria. Fiel a la generación filosófica de los años 1960 (Derrida, Deleuze, Lacan... ) ella moviliza a los grandes escritores del pasado al modo de guías para explorar el porvenir, las contradicciones y los no-dichos de nuestras sociedades.
Su nuevo ensayo así los testimonia, el que convoca no sólo a Freud y a Foucault, sino también al Marqués de Sade, Victor Hugo o incluso a Primo Levi para surcar los oscuros territorios de la perversión. O del "discurso" perverso más exactamente, puesto que la perversión aparece sin cesar inseparable, aquí, de una retórica: "Es porque la perversión es deseable, como el crimen, el incesto y la desmesura, que hizo falta designarla no solamente como una transgresión o una anomalía, sino también como un discurso en el que se enunciaría siempre, en el odio de sí y la fascinación por la muerte, la gran maldición del goce ilimitado", escribe Roudinesco.

Considerando a la palabra perversa más allá de sus formas múltiples, como un fenómeno universal y transhistórico, la autora subraya ciertos invariantes: abyección del cuerpo y esclavitud voluntaria, elogio del mal y erotización del odio. Seguramente, tomar un partido tal no tiene sus riesgos, puesto que conduce a reagrupar bajo esta misma categoría de "perversión" a un conjunto de experiencias al menos heterogéneas: ¿qué tienen en común las prácticas sacrificiales de los místicos medievales y los atentados-suicidas de los terroristas islámicos; la ferocidad de un Gilles de Rais -célebre figura del crimen medieval- y el salvajismo de Rudolph Hess -el verdugo de Auschwitz-; el imaginario sexual del Marqués de Sade y las fantasías del zoófilo o del pedófilo contemporáneo?

El recorrido no resulta por esto menos estimulante: se trata de retratar esta historia de la perversión, incluso subterránea, disparatada, y restituir esas "vidas paralelas y anormales"; de iluminar las metamorfosis de la mirada que la sociedad posa sobre lo que Georges Bataille nombraba su "parte maldita". Así Roudinesco marca la evolución profunda que se opera con el proceso de secularización y el advenimiento de las Luces: desacralizado poco a poco, el perverso deviene "objeto de estudio luego de haber sido objeto del horror". Ya no aparece más como un herético que dirige a Dios su desafío obsceno y monstruoso, sino como un individuo que transgrede el orden natural y las normas sociales. Insistiendo sobre los cambios radicales propios del siglo XIX, la autora señala así el triunfo de las concepciones médicas (sexología y criminología, en particular), que hacen del perverso un simple enfermo a curar.

"Homosexual" u "onanista", "travesti" o "exhibicionista", "necrófago" o "coprófilo": obsesionada por el control de los cuerpos, la nueva "biocracia" científica elabora las clasificaciones de las desviaciones que minan los fundamentos simbólicos de la sociedad, comenzando por las diferencias entre los sexos. Terminar con la perversión, tal sería aun hoy el proyecto de un cierto poder psiquiátrico. Ilusión vana: "Una sociedad que profesa un culto tal a la transparencia, a la vigilancia y a la abolición de su parte maldita, es una sociedad perversa", concluye Elisabeth Roudinesco.

Jean Birnbaum, para Le Monde (16.11.07)
(traducción para el blog, de Pablo Peusner)

sábado, 17 de noviembre de 2007

Peter Capusotto - Beto Quantró

He aquí otro matiz para pensar la "anticipación" desde un punto de vista algo más intuitivo pero muy concreto y contundente a la vez. Ojalá lo disfruten. Ya decía Lacan que el verdadero psicoanálisis debía ser "amusante".

NOVEDAD. Hans Belting. "Antropología de la imagen". (Katz, Bs.As., 2007)

A pesar de la persistencia y de la continuidad que la fabricación de imágenes ha demostrado a lo largo de la historia humana, no se ha establecido, hasta ahora, una ciencia general de la imagen que pueda dar cuenta de esa unidad simbólica fundamental de la actividad de los hombres. Paralelamente a la historia del arte y a las disciplinas interesadas por los dispositivos técnicos de producción y de transmisión de imágenes, la perspectiva antropológica permite poner de manifiesto determinadas correspondencias que, en el espacio y en el tiempo, revelan afinidades desapercibidas entre las producciones icónicas más antiguas del género humano y aquellas a las que con demasiada ligereza se considera "nuevas". "El término 'antropología' -señala el autor- no sólo posee una grata ambivalencia a causa de su proximidad con la etnología, sino que también conlleva una diferencia positiva con una historia de las imágenes y de los medios con una orientación exclusivamente tecnológica." En esta obra fundamental, Hans Belting analiza los diversos tipos de imágenes, desde las del culto a los muertos de la Antigüedad hasta las imágenes "virtuales" contemporáneas, pasando por la fotografía y la teoría de la sombra en Dante, para centrar su atención en la praxis de la imagen, instaurando un paradigma distinto del establecido por el estudio de las técnicas de la imagen o de su historia.

índice
Prólogo
1. Medio - Imagen - Cuerpo
Introducción al tema

2. El lugar de las imágenes II
Un intento antropológico

3. La imagen del cuerpo como imagen del ser humano
Una representación en crisis

4. Escudo y retrato
Dos medios del cuerpo

5. Imagen y muerte
La representación corporal en culturas tempranas (con un epílogo sobre fotografía)

6. Imagen y sombra
La teoría de la imagen de Dante en proceso hacia una teoría del arte

7. La transparencia del medio
La imagen fotográfica

Bibliografía

Índice de nombres

jueves, 15 de noviembre de 2007

Alberto Santiere. "Presentación de Imago-Agenda 115" (nov. 2007)

Perdimos estabilidad/ no sabemos de que lado/ vamos a quedar parados. Se agotó lo natural/ mentimos una vez más, no cantamos la verdad. (Andrés Calamaro en Clonazepán y circo)
El paraíso descriptivo-medicamentoso invita al sujeto a identificarse con decenas de items que la prensa destaca como indicadores de “Usted es... ”. Facilitan herramientas diversas para acceder al nuevo nombre que la patología asigna a quien desde el múltiple choice de conductas anormales “compra” el cuadro... ¡y se lo lleva puesto!
No hace falta diagnóstico diferencial, cualquiera puede detentar la nueva categoría, que diluye neurosis o psicosis en una única vía. La psicoterapia del “trastorno bipolar” tiene como norte que el paciente asuma y “acepte” la enfermedad. El bienestar extremo si se asemeja a lo maníaco es parte de la patología. Se trata de “planchar” al síntoma sin preguntarle porqué vino, y de sostener la ingesta de la maravillosa pastilla “de por vida” –tal el criterio médico predominante–. Está de moda el carbonato de litio para dicho abordaje, y es un dato a tener en cuenta lo “caro” que puede resultarle a la salud, por ello la supervisión del litio en sangre es fundamental. Si el nivel es demasiado bajo, los síntomas no estarán bajo control; si es demasiado alto, la toxicidad puede tornarse fatal. Cosas del destino: ¡el litio puede ser bipolar!
Es importante desentrañar la base estructural del consultante, “Locura histérica” y psicosis se “escuchan” distinto aunque se “vean” similares, tanto como melancolía y tristeza extrema. “Hilar fino” evita errores groseros. Existe un discurso epocal acerca de los síntomas que iguala identificatoria y fenoménicamente a los sujetos. “Leer” la diferencia alumbra estrategias eficaces. Ofrecemos el alcance del psicoanálisis para enfrentar problemáticas en esencia parecidas a las elucidadas por Freud para que lo único de por vida sea una posición consistente frente al malestar.
No pretendemos elidir debates en pos del tratamiento de la angustia y de los síntomas pero cuando se juega el ser en esta época de la drogalización, perder de vista al sujeto en dirección a la cura, es un viaje de ida.

Alberto Santiere

Eva Giberti. "Violencia sexual contra niños y niñas en las organizaciones familiares" (Página 12, 15/11/07)

Cada época y cada tiempo propone y realiza sus propias modalidades históricas: contamos con las caracterizaciones de las diversas épocas según sea su arte, su ciencia, su economía y sus avatares políticos.
De lo cual resulta el modo de producción de lo simbólico y los distintos modos de subjetivación que se construyen en cada época. O sea, por una parte las modalidades históricas y por otro, el carácter simbólico que define al sujeto. Ambas enlazadas.
¿Qué encontramos como simbólica estructural y estructurante en el principio de la vida? La familia en tanto soporte de la criatura que nace desvalida.
El modo de producción de lo simbólico en las familias actuales, cuando se trata de hijos niños y niñas actualiza y perfecciona la capacidad destructiva de los adultos, históricamente reconocidas en los textos que se ocupan de la historia de la niñez. Encontramos una concepción del hijo como criatura destinada a la satisfacción del adulto mediatizada hoy por la aparición de nuevas tecnologías que favorecen la aparición de una simbólica brutal (asesinatos de niños en tevé y otras).
La violencia antigua contra los chicos, omito enunciar épocas y países, se apoyaba en un significativo argumento: proteger a la sociedad de seres peligrosos y en paralelo se alentaba una educación que garantizase la disciplina como soporte de la ley y lo moral, tanto en casas de familia cuanto en las instituciones
Hoy podemos pensar que el maltrato es mero ataque y búsqueda de satisfacción narcisista. No encontramos argumento como lo había antaño para el goce logrado mediante las violencias, jugando la hipótesis de que los chicos merecían, por sus falencias, ser castigados para aprender.
Actualmente estamos mucho peor porque además de gozar maltratándolos sabemos cuánto importan los malos tratos en la subjetivación. Las violencias contra los chicos, ahora establecidas como parte de la cotidianidad sin argumentos salvadores, nos hablan de quiénes somos.
Se ha comenzado a estudiar, mediante hipótesis nuevas, cómo se compaginan las actuales formas de violencia contra los chicos.

Perspectiva clínica hoy

Se piensa en un tipo de lógica particular que recién comienza a ser aplicada para comprender estas formas de violencia. Es una perspectiva adosada a los actuales criterios de las lógicas de la inhumanidad ilustrada paradigmáticamente por la trata de niñas, los niños y niñas prostituidos, con frecuencia entregados por sus padres.
Los chicos víctimas de violencias sexuales en sus familias quedan posicionados en una interfase horrorosa: entre precisar de sus padres y por otra parte, si se produce la denuncia, enfrentarse con los jueces ante los cuales deben exponer sus narraciones. Entre dos autoridades máximas, entre dos montañas de poder, las criaturas instalan su propio valle de lágrimas y de silencios.
Este es el punto de inflexión entre la víctima y el victimario. Cuando la niña describe los hechos, por una parte se alivia, pero para los adultos, toda confesión asocia culpa. Por eso contar lo sucedido inevitablemente arrastra un pliegue de culpa en el ámbito del derecho de la víctima. Los chicos se tornan sospechosos porque sus palabras se convierten en denuncias que dejan al descubierto que los adultos son miserables, repugnantes y cobardes.
Cada narración de un niño víctima ilumina un modo de ser de sus padres, el que corresponde a la génesis del espanto que los adultos producen por acción u amenaza.
En los incestos los padres recurren al desconcierto de la víctima, gestado por la confianza que ese adulto despertó en la criatura. Se viola, seducción mediante recurriendo a la relación en estado hipnótico en que se sumerge la niña ante el padre y su estupor por lo que le sucede. Ese estado de inermidad es el que fogonea el deseo adulto ante la víctima subordinada.
Los niños elegidos para el maltrato parecerían mostrarse como incapaces de defenderse. Los adultos frente a esa falta de recurso se alteran (“se brotan”) frente a esos niños, o sea en contra de toda lógica convencional que debería promover su protección. No se piensa en psicosis sino reacción ante la pura situación de desvalimiento,
Avanzan contra el chico tratando de absorber la energía vital, una forma de la vampirización creyendo que poseyéndolo chupan la energía que a ellos les falta. Pero es al revés, la criatura lo contagia de su propia desvitalización cuando no logra escapar.
Las víctimas quedan impávidas, paralizadas, sin poder reaccionar. Los asaltantes violadores generan un estado flojedad creciente en niños y niñas, que no logran gritar, destronada su subjetividad. Una entrega pasiva por parte de la criatura intentando quizás aplacar al otro. Como si la violencia eliminase el sistema óseo de la víctima, la columna vertebral como organizadora del soporte corporal (David Maldavsky, 2007). Son adultos que responden al margen de toda lógica convencional, “sacados”, alterados ante la presencia desvalida.
A estos padres que “se sacan” ante la impavidez del hijo o de la hija ¿podremos entenderlos como descerebrados? Por lo menos fracasarían las funciones corticales. Con esa interpretación retrocedemos a un determinismo biologista.

La interpretación judicial

Tanto el enceguecimiento activo del adulto ante la inermidad de la víctima cuanto el otro modelo que en diversas circunstancias procede con la meditada decisión de violar y corromper, dependen de la curiosidad, la satisfacción por el abuso de poder y la desnudez del cuerpo infantil. En esos meridianos se crea la escena que con reiterada frecuencia omite la perspectiva judicial al desconocer que entre el cuerpo desnudo y la ley existe un juego de ficciones (Mari, E. 2002). Instituye el cuerpo de la niña o el niño como sujeto jurídico y por lo tanto, sujeto anónimo de la ley, ficcional. Las ficciones no son un error, ni falsedad, ni ilusión, ni mentira, “no están concebidas como objetos concretos en un espacio-tiempo real, no tienen relaciones causales con cosas que sí las tienen y son creadas escribiendo cierto tipo de enunciados de acuerdo con un conjunto dado de convenciones”.
Esas convenciones son las que diseñaron los adultos entre sí y para sí, algunas de las cuales sostienen que los niños y las niñas no son creíbles. Y que los padres siempre aman y protegen a sus hijos.
Pero no existe una convención concreta entre los derechos de los niños y los jueces, ni se ha gestado un contrato entre ellos acerca de la verosimilitud de lo que los chicos dicen. Un contrato en el cual una parte se comprometa a creer al mismo tiempo que reconoce la verosimilitud de lo que escucha.
Las palabras con las que el niño cuenta lo sucedido, narrativa de verosimilitud obligada y obligatoria, quedarán capturadas en el nivel de las que Vaihinger denominaba “tierra de las ficciones”.
La inclusión del cuerpo victimizado de la criatura en el circuito del derecho merced a las palabras del mismo niño además de los estudios anatomofisiológicos y psicológicos es el que lo transforma en sujeto de derechos, que será interpelado y mediatizado por la palabra y los dibujos del niño o niña que los colegas presenten.
Determinados magistrados se ciñen a un pensamiento que transforma en error o mentira la palabra de los niños que merced a sus presencia en los juzgados quedan entrampados en una situación ficcional que los aleja de la realidad que han vivido.
Es la inclusión del cuerpo desnudo del niño en el discurso jurídico lo que crea la ficción, inevitable porque es preciso escuchar a la víctima y preguntarle, pero el procedimiento no debería transformar en falsedad la narrativa del niño; solamente lo inscribe en una dimensión ficcional del discurso jurídico que se utiliza a veces como duda y aun certezas respecto de la verosimilitud del relato. Verosímil no es lo que sucedió, sino el modo de narrarlo por parte de la víctima. La confusión entre categorías conduce a que se torne falso aquello que dice esa criatura a la cual la práctica jurídica convirtió en sujeto ficcional. Su descripción proviene de un niño que por el solo hecho de estar declarando ante un juez es un sujeto de la ficción jurídica. Lo cual pertenece a otra categoría respecto de la verosimilitud de su relato y en relación con lo que padeció.
Lo que le hicieron está inscripto en el cuerpo de la criatura, en su anatomía y en las que fueron sus reacciones iniciales en el momento de la violencia, algunas ahora inexistentes como huella corporal pero bordadas en cada sensación mentalmente preservada.
La verosimilitud de lo que el niño cuenta puede resultar atropellada por la búsqueda de “la verdad”, sin categorizar las diferencias entre lo ficcional del Derecho, lo verosímil de la narración de niños y niñas y sin radicar la pregunta emergente: ¿por qué sucederá de este modo?
Las lógicas actuales
Quizá sí podemos pensar que la inhumanidad asociada a las lógicas del mercado, del consumismo, de las adicciones (a la tevé, al trabajo, al alcohol, es decir, a las lógicas de quedar atrapados por otras cosas ajenas a los sentimientos hacia el otro) intervienen en la construcción de las relaciones vitales y vinculares. Las lógicas están reguladas por lo orgánico brutal, por la necesidad de satisfacerse, si estoy nervioso no me aguanto y pego, si empecé a pegar sigo pegando como el adicto, no puedo detenerme, como no puedo dejar de comprar, es decir, no puedo dejar de.
Ajena a determinismos biológicos facilitadores de cualquier explicación, prefiero pensar en la actual presencia de mecanismos sociales que inhiben la compasión y la solidaridad al mismo tiempo que producen el daño y garantizan la indiferencia moral hacia la víctima. Provenientes de cualquiera de las dos montañas que presionan el horizonte de innumerables niños y niñas. Dinamitar montañas no es ecológicamente recomendable, además también es riesgoso. Con la colaboración de los niños y de las niñas tal vez podamos perforar túneles que permitan atravesarlas, hacia otros paisajes, donde la ficción se torne aliviante y entretenida y lo verosímil sea priorizado por el mundo de las artes.
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miércoles, 14 de noviembre de 2007

Salió Imago Agenda, Nº 115 (Noviembre 2007)


*Dossier "Bipolaridad", con textos de Alvaro Couso, A. M.Gomez, Mónica Tobía, Marcelo Bertoni y Javier Wapner.

*Textos
-"El perdón imperdonable" de Juan B. Ritvo
-"La interpretación, un abuso" de Daniel Ribinsztejn
-"Entrevista a Néstor Braunstein" por Emilia Cueto
-"Backstage de lectura lacaniana" de Pablo Peusner
-"Encuentro con lo real" de Isidoro Vegh
-"El cambiador de hombres" de Martín Smud
-"Las reglas del juego. Primera parte: la regla fundamental" por Claudio Glasman.
*Dossier Martin Heidegger
-"Poetizar, pensar e historicidad" por Dina Picotti
-"La poesía como llamada de presencia de los divinos" por Mónica Giardina.

martes, 13 de noviembre de 2007

Texto de contratapa a la edición francesa de "Le mythe individuel du nevrosé..." (Seuil, 2007)

"Aprendí muchas cosas de Lévi-Strauss", dice Lacan. En principio, que la estructura simbólica domina. ¿Qué cosa? Lo social, las relaciones de parentesco, la ideología, pero también, para cada quien, su relación al mundo, sus relaciones sensibles, su complejo familiar. Sólo después los escenarios imaginarios, a saber los mitos y los ritos que fundan, son necesarios para velar las contradicciones de la realidad económica y social. Tercera lección: esas formaciones se transforman; lo hacen siguiendo leyes que son matemáticas.
Lacan convierte esas lecciones en psicoanálisis. Capturado por un real imposible de simbolizar, el sujeto produce un escenario fantasmático que pone en escena un comportamiento estilizado, el que puede tomar el aspecto de una verdadera ceremonia, incluso acompañarse de un breve delirio. La superposición del caso freudiano del Hombre de las Ratas con un episodio de la juventud de Goethe, su pasión por la bella Frédérique, permite deducir la fórmula del fantasma en el neurótico: cada vez que alcanza a coincidir consigo mismo, su partenaire sexual se desdobla; y cuando su vida amorosa se unifica, es entonces que aparece un doble narcisístico, viviendo por procuración en su lugar.

Otros dos textos completan la célebre conferencia que da su título al volumen: una exposición acerca de la función religiosa del símbolo, ocasión de un desopilante diálogo con Mircea Eliade; y una pregunta planteada a Lévi-Strauss acerca de la relación entre los mitos y la estructura concreta de las sociedades primitivas.


Jacques-Alain Miller.
(traducción PP).

domingo, 11 de noviembre de 2007

NOVEDAD: Michel de Certau. "El lugar del otro" (Ed. Katz, Bs.As.)



Michel de Certeau tiene en esta obra un objeto privilegiado: la historia religiosa de los siglos XVI y XVII. Desde una perspectiva teórica que no disocia el trabajo historiográfico de la investigación histórica -de allí su insistencia sobre la alteridad del pasado, la necesidad de una distancia crítica y de un respeto sin complicidad-, el autor indaga acerca de la confusión, el fervor, los escritos y las reformas de aquellos creyentes belicosos e inquietos, marcados por la fractura de la cristiandad.Valiéndose de una familiaridad poco común con los escritos de teología y de espiritualidad, De Certeau atraviesa distintos registros: ocupan la escena ya sea un personaje central (René d'Argenson, intendente del rey, o Carlos Borromeo, reformador tridentino de Roma en Milán), ya sea un momento decisivo para una institución (la Compañía de Jesús bajo el generalato de Aquaviva) o un texto fundador (los Ejercicios espirituales de san Ignacio). En algunos ensayos, con el análisis de cartas y relatos en los que resuena el eco apasionado de debates místicos, el historiador saca a la luz las prácticas de círculos devotos deseosos de reformar la Iglesia. En otros, su mirada se dirige hacia una antropología naciente (con Montaigne, que juzgaba a los caníbales del Brasil como súbditos del rey; con Lafitau, que inscribiría las costumbres de los amerindios en la larga historia de la humanidad). A todos les otorga vida y significado buscando el lugar del otro en la alteridad de Dios, en el conflicto provocado por las diferencias entre creyentes, en el reencuentro con otras sociedades.

Michel de Certeau nació en Chambéry, Francia, 1925 y falleció en París, Francia, en 1986 .
Jesuita, profesor en las universidades de París VII y de California y en la École des Hautes Études en Sciences Sociales, Michel de Certeau fue un amante apasionado de la historia, del psicoanálisis (junto con Jacques Lacan, fue uno de los fundadores de la Escuela Freudiana de París) y de la etnología -las ciencias del otro-. Fue también un viajero incansable a través de continentes y culturas diversas. Es autor de trabajos sobre las experiencias místicas, los fenómenos de posesión diabólica, las prácticas culturales y las implicaciones del discurso.

EDITORIAL DEL DOMINGO: "Reflexiones post-Congreso"

Entre el jueves y sábado último se realizó en la universidad de Mar del Plata el tercer Congreso Marplatense de Psicología. Más allá de mi intervención puntual –que, supongo, en poco tiempo estará desgrabada y disponible en el blog–, aproveché para escuchar numerosos trabajos de colegas que no conocía, ya que muchos de ellos desarrollan sus actividades en el interior del país. Obviamente por tratarse de un congreso de “psicología” no todo era psicoanálisis y, mucho menos, psicoanálisis lacaniano. Me interesé especialmente por el trabajo que los psicólogos desarrollan ante los niños, y así fue que me encontré con profesionales que asisten a niños víctimas de violencias, a niños “judicializados” (es sorprendente la enorme cantidad de Instituciones intermedias que existen para tal fin) y a niños insertados en distintos niveles del sistema educativo.
Más allá de ciertas propuestas técnicas particulares acerca de las cuales podría –y, creo, debería– discutirse un poco más para establecer con mayor rigurosidad sus objetivos y supuestos teóricos, a lo largo de los días fui notando una tendencia que me gustaría destacar.
Si uno revisa los planes de estudio de nuestras universidades tanto públicas como privadas, se nota que en el último tramo de los mismos aparecen las asignaturas cuyos nombres provienen de la calificación para las áreas de la psicología: psicología forense, psicología educacional, psicología institucional, psicología clínica, etc. En los trabajos del Congreso me llamó la atención que desde cualquiera de las orientaciones que podrían denominarse con los títulos de aquellas materias, las propuestas consistían en retomar el valor clínico de dichas prácticas. Escuché con cierta sorpresa que la práctica pericial podía ser repensada como un área de intervención clínica. Asistí a la presentación de un programa de atención a víctimas de violencia sexual que supone que durante el proceso del acompañamiento y orientación de la víctima, es posible producir alguna marca que facilite la posterior elaboración traumática del episodio. Y estos son sólo dos de los ejemplos más llamativos...
Personalmente, siempre pensé que no hay área de la psicología que no pueda considerarse clínica. Por supuesto que la “clínica psicológica” no supone la misma lógica que la “clínica psicoanalítica” y, quizás, haya llegado el momento de poner a trabajar esa distinción. Muchos de los trabajos que pude escuchar en el Congreso hacían referencia a cierta toma de partido por la subjetividad. Es cierto que esta consigna merece desplegarse ya que no todas las perspectivas consideran al sujeto de la misma manera. Sin embargo, he notado una tensión que apunta a articular “clínica” y “sujeto”, y tratándose de trabajos escritos por gente muy joven en la profesión, auguran movimientos en el futuro.
Para finalizar, una anécdota. En una de esas mesas de trabajos libres, y luego de una breve intervención mía para intentar aportar al debate, una joven estudiante me interrogó acerca de qué quería yo decir cuando afirmaba que “no hay encuentro con un otro que no sea clínico y que no despliegue en algún modo la transferencia, aun en el sentido amplio del término”. Como había muchísimos estudiantes participando del Congreso, intenté una respuesta sencilla. Le propuse que creía conveniente considerar siempre el efecto de la presencia de uno en aquello que un sujeto –en cualquier situación profesional que fuera– nos relataba. Y le expliqué brevemente la referencia de Lacan al principio de Heisenberg para situar el efecto de la transferencia.
A estas alturas, creo que si se intentara realmente una revisión teórica de la noción de “clínica” –para ir un poco más lejos de la gastada referencia a Foucault–, el concepto de “transferencia” le resultaría inseparable. Sin duda la posición del analista y del psicólogo ante esa transferencia difieren, como también el uso y los alcances que de ella se realicen. Pero lo inevitable de su efectuación habla de cierto aporte del psicoanálisis que no puede pasar desapercibido. Y, me parece, que aún no haciéndolo en forma plenamente consciente, las jóvenes generaciones ya se han encontrado con ello y lo están anunciando a viva voz.
PP

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Pequeño receso.

Amigos: el blog entra en un pequeño receso de tres días.
Partiré a intercambiar trabajo con colegas de otros lares. Para más información, click aquí.
Hasta la vuelta.
PP

martes, 6 de noviembre de 2007

Pablo Peusner. "Backstage de lectura lacaniana".

Quienes a diario enfrentamos la tarea de intentar leer los textos de Jacques Lacan, sabemos que dichos textos están compuestos pensando en un “lector modelo”: nadie –ni siquiera su propio autor– conoce y maneja en forma completa las múltiples referencias a otros campos teóricos y a otros autores, ni ha leído la totalidad de los textos psicoanalíticos con los que confronta. No obstante, hacemos el esfuerzo por entrar allí donde, según la fórmula que hemos empleado todo el año, liber enim librum aperit... Y entonces, si es cierto que “un libro da acceso a otros libros...”, para acceder a los de Lacan en ocasiones nos apoyamos en otros que nos acompañan en dicha entrada –ojalá pudiera decir que “la facilitan”, pero no estoy totalmente seguro–, que funcionan como herramientas fundamentales y, frecuentemente, nos proporcionan claves que abren puertas.
Así es que se ha formado una especie de género literario conformado por estos libros que “iluminan” aspectos sumamente concretos de la lectura del corpus lacaniano. Libros sumamente específicos, que nunca serán best-sellers y que han surgido –calculo– como el resultado de una investigación personal de sus autores motivada por sus propias necesidades de lectura. Por suerte esos autores –que en todos los casos, sin excepción, también son psicoanalistas– han decidido abrir su obra a otros haciéndola circular (aunque con magros resultados editoriales).
Personalmente, considero que se trata de libros muy valiosos. Colaboran enormemente en el backstage de nuestras investigaciones y son fundamentales en el escritorio a la hora de preparar nuestras intervenciones y trabajos. Es por eso que, nuevamente, me autorizo a presentarles una caprichosa lista (bilingüe, en esta ocasión) con la esperanza de que alguno de ellos pueda colaborar con la resolución de algún problema de lectura.

1) Marcelo Pasternac.“1236 Errores, erratas, omisiones y discrepancias en los Escritos de Lacan en español”, (Oficio Analítico, Bs. As., 2000).
Compilación de las sucesivas entregas que Marcelo Pasternac incluyera en la revista “Litoral”. Se trata de una especie de grilla de lectura, en la que –además de señalar sus discrepancias a la traducción– Pasternac destaca errores groseros, omisiones increíbles y erratas que no dejan de ser problemáticas a la hora de abordar textos tan condensados como los que componen los Escritos.

2) Marcel Bénabou & cols. “789 néologismes de Jacques Lacan”, (EPEL, Paris, 2002).
Titánica tarea de un grupo de más de cuarenta analistas para rastrear los neologismos producidos por Lacan, ya sea en textos, seminarios e intervenciones. Si bien los neologismos no están explicados, ni se proponen en el texto hipótesis acerca de su conformación, es fundamental para saber si aquella palabra que nos ha “trabado” la lectura es o no un término corriente. El complemento ideal de este libro es el que sigue en la lista.

3) Marcelo Pasternac, Nora Pasternac. “Comentarios a Neologismos de Jacques Lacan”, (Epeele, México, 2003).
Nuevamente el analista argentino, en esta ocasión junto a Nora Pasternac, realiza un cuidadoso trabajo en el que propone hipótesis de conformación para los neologismos reseñados en la obra de que hablábamos en el párrafo anterior. Resulta fundamental puesto que, aunque conozcamos un poco la lengua francesa, los matices deslizados en los neologismos con frecuencia se nos escapan.

4) Denis Lecuru. “Thesaurus Lacan, volume I: citations d’auteurs et de publications dans l’ensemble de l’ouvre écrite”, (EPEL, Paris, 1994).
Primer texto producido en el marco de la ELP en el que se propuso un índice para ubicar autores y publicaciones en la obra “escrita” de Lacan. 256 páginas valiosísimas.

5) Joël Dor. “Thesaurus Lacan, volume II: nouvelle bibliographie des travaux de Jacques Lacan”, (EPEL, Paris, 1994).
En este libro se intenta un establecimiento de la bibliografía de los trabajos de Lacan, con datos precisos acerca de fechas, lugares y circunstancias. Un libro que aporta rigurosidad a la hora de citar y contextuar cualquier trabajo.

6) Guy Le Gaufey y cols. “Index de noms propres et titres d’ouvrages dans l’ensemble des séminaires de Jacques Lacan”, (EPEL, Paris, 1998).
7) Diana Estrin. “Lacan día por día – Los nombres propios en los seminarios de Jacques Lacan” (Ed. Pieatierra, Bs. As., 2002).
Estos dos textos apuntan básicamente al mismo objetivo: recorrer los seminarios para dar cuenta de los nombres propios y de las obras citadas. Para nosotros, lectores de habla hispana, el trabajo de Diana Estrin tiene el valor agregado de informarnos de la existencia (o no) de versiones españolas de las obras citadas. Incluso, en ciertos casos, si estas existen, Estrin las cita profusamente en su voluminoso libro.

8) AA.VV. “Referencias en la Obra de Lacan”(publicación cuatrimestral de la Fundación Casa del Campo Freudiano desde 1991).
Quizás la colección más conocida entre los materiales que conforman mi caprichosa lista. Ya cuenta con más de treinta números y nos ha permitido a lo largo de los años, tomar contacto con autores y obras desconocidas, difíciles de hallar y hasta agotadas en sus fuentes originales. El equipo que se ocupa de la publicación también ha traducido algunos de los materiales que conforman las referencias lacanianas, entre las que vale la pena destacar la pesquisa y publicación de facsímiles de las obras de arte a las que Lacan hizo referencia.

Que esta lista sea considerada, en primer término, un agradecimiento a los autores de los textos que la componen. Y, en segundo lugar, una invitación a trabajar con mayor rigurosidad en la lectura de Lacan, renovando nuestro compromiso con esos textos ante los cuales, en tanto lectores, no tenemos otra salida que la de entrar en ellos.
PP.