martes, 4 de septiembre de 2007

Pablo Peusner. "El concepto de niño y su relación con los límites al campo de aplicabilidad del psicoanálisis" (2001)



Revisando mis archivos di con este texto que escribí en el 2001 y nunca se publicó. Sin duda alguna, sus argumentos retornan fuerte en mi último libro "Fundamentos...". Sin embargo, es una linda ocasión para ir viendo cómo las ideas se desarrollan y que, finalmente, nada hay de excepcional en un analista, salvo sus ganas de trabajar.
Ojalá les resulte de utilidad.
PP.

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"El concepto de niño y su relación con los límites al campo de aplicabilidad
del psicoanálisis".

por Pablo Peusner


I.
La intención de este escrito es tratar de deducir algunas directivas en lo referente a la clínica con niños.
Situaré dos preguntas –una de ellas en sentido amplio y la otra en sentido restringido–. En sentido amplio voy a preguntar si el concepto de “niño” es un límite al campo de aplicabilidad del psicoanálisis. Y en sentido restringido si el concepto de “niño” es un límite al campo de aplicabilidad de las nociones de inconsciente, sujeto y transferencia tal como se las concibe en la teoría psicoanalítica.

II.
Si el psicoanálisis es una respuesta nueva a una demanda nueva cabría preguntarse... ¿cuáles fueron las condiciones de posibilidad para que se pensara un tratamiento psicoanalítico con niños? –considerando que tales condiciones de posibilidad, deberían estar incluidas en lo que llamamos “respuesta nueva”–.
Para intentar avanzar en las respuestas, citaré la Conferencia XX de Freud:

"Hemos ampliado el concepto de la sexualidad sólo hasta el punto en que pueda abarcar también la vida sexual de los perversos y de los niños. Es decir le hemos devuelto su extensión correcta. Lo que fuera del psicoanálisis se llama sexualidad se refiere sólo a una vida sexual restringida, puesta al servicio de la reproducción, y llamada normal".[1]

Propongo leer aquí la introducción del concepto de “sexualidad infantil” en su diferencia con el concepto de “sexo biológico”. En esta cita Freud dice claramente cuál es la condición de posibilidad para que se pensara el tratamiento psicoanalítico con niños: la extensión del concepto de “sexualidad”. Si bien las conferencias son posteriores (1916–1917), la operatoria de extensión del concepto es ubicada por el propio Freud en los Tres Ensayos de 1905.
Considerando que en 1906 Max Graf inició los envíos de los informes acerca del estado angustioso de su hijo Juanito, mi hipótesis es que en lo que respecto al psicoanálisis con niños Freud recibe su propio mensaje en forma invertida desde el lugar del Otro.
No es casual que el papá de Juanito, Aichorn (el famoso pedagogo que trabajaba con niños delincuentes), Pfister (un pastor protestante que también se ocupaba de institutos de pedagogía), el mismo Ferenczi, el Dr. Fürst y más tarde Anna Freud y Melanie Klein, hayan sido los que bombardearon a Freud con preguntas y cuestiones con relación a la posibilidad del análisis de niños -teniendo en cuenta que si bien Freud promovía que se hicieran análisis de niños, su único interés recaía en la confirmación de su teoría. En mis lecturas no he encontrado ningún testimonio del entusiasmo de Freud por otra destino para el análisis de niños.

III.
Resulta posible y hasta necesario situar los límites al campo de aplicabilidad de la noción de “inconsciente” mediante tres categorías: culturales, éticas y la psicosis. Pero no queda incluido en ninguno de estos límites, ni en forma directa ni en forma indirecta, al concepto de “niño”. Nunca los niños fueron una excepción al campo de aplicabilidad del concepto de inconsciente –lo que exige una crítica lo suficientemente consistente, de la ausencia de tales límites en la posición freudiana, casi llegando a calificarlo de fascista– puesto que Freud, vía el estudio de los sueños, propuso el inconsciente como algo universal en tanto y en cuanto “todos sueñan”.
Leo en el texto de un psicoanalista famoso:

"Ustedes nunca leyeron un psicoanalista que se haya animado a decir que tal persona no tiene aparato psíquico"

...sin embargo es posible ubicar las citas en las que Freud, de una manera muy sutil, afirma la existencia de personas sin aparato psíquico -al menos como él lo planteaba en ese momento.
La primera de estas citas es de 1925, del prólogo al libro "Juventud Descarriada", de Aichorn, donde dice lo siguiente:

"La posibilidad del influjo analítico descansa en premisas muy determinadas que pueden resumirse como situación analítica. Exige el desarrollo de ciertas estructuras psíquicas y una actitud particular frente al analista. Donde ellas faltan [las estructuras psíquicas, se entiende], como en el niño (...) es preciso hacer otra cosa que un psicoanálisis, si bien coincidiendo con éste en un mismo propósito"[2].

En primer lugar, me permito interpretar que allí donde Freud propone “estructuras psíquicas”, puede leerse “aparato psíquico”.
En segundo término, la ausencia que Freud atribuye al aparato está causada por la noción implícita de “desarrollo”.
Y Freud propone que ante este obstáculo se realice “algo” que no sea un análisis pero que coincida con los objetivos de un análisis –sin quedar claramente planteado de qué se trataría–.
Un poco más tarde, en el año ´32, en la Conferencia XXXIV –ya se desplegaba en el mundo la disputa de Klein y Anna Freud, es decir que ya se había iniciado el intento de llevar adelante una clínica psicoanalítica con niños– llamada "Esclarecimientos, aplicaciones y orientaciones”, Freud dice lo mismo de manera algo más acotada.

"Psicológicamente el niño es un objeto diverso del adulto, todavía no posee un superyó (...)"[3]
Que el niño “todavía” no posea un superyó, debe leerse sobre la flecha del tiempo evolutivo, como queriendo decir que el aparato psíquico no está en presencia completa. Si se acepta la validez de las citas, Freud incluyó algún reparo a la aplicabilidad general y universal de la noción de aparato psíquico. Lo hizo, sobre la base de su concepción “evolutista” del aparato.

IV.
En las citas propuestas también está aludido el problema de la aplicabilidad del concepto de “transferencia” a los casos de niños.
En el prólogo al libro de Aichorn[4] dice que la posibilidad del influjo analítico reside en la capacidad de establecer la “situación analítica”, y que dicha “situación analítica” también exige una actitud particular frente al analista. Esa “actitud particular” en el texto se trata de la “transferencia”.
Ya en la Conferencia XXXIV lo dice explícitamente

"La transferencia en el caso de los niños desempeña otro papel puesto que los progenitores reales siguen presentes (...) por eso suele ser necesario aunar al análisis del niño algún influjo analítico sobre sus progenitores[5]".

A partir de las propuestas de Freud cabría preguntarse si es posible conceptualizar la clínica psicoanalítica con niños sin incluir las rectificaciones que Lacan realizara sobre algunos de estos conceptos freudianos; puesto que, si bien Freud ya en su época reconocía que la clínica con niños se practicaba, es mi impresión que en sus textos no están garantizadas las condiciones de aplicabilidad de todo su sistema conceptual.

V.
Abordaremos, a continuación, el problema del inconsciente.
Para Freud, por lo menos en los textos citados, el inconsciente se presenta en función del tiempo, es decir exige un desarrollo. Del recorrido realizado en el curso, es posible deducir una noción Lacaniana del inconsciente como función espacial; que permite desprenderlo del desarrollo así como de cierta falsa intuición –que es freudiana- que le asigna un carácter de “profundidad”.
Al asignarle una espacialidad particular que se ilustra bien con la banda de Moëbius, Lacan nos liberó del problema que suponía pensar que todo lo que está dentro de alguien se desarrolla y crece con él.
Entonces si “el inconsciente está estructurado como un lenguaje” y el lenguaje no se localiza dentro de nadie, no es necesario el concepto del “desarrollo” para su conceptualización. Es posible entonces leer en Freud un valor del inconsciente como “intrapsíquico”; mientras que para Lacan, por suponer necesariamente dos posiciones enunciativas, el concepto se le presenta como “interpsíquico”.

VI.
Para llevar la argumentación hasta el final es preciso incluir el problema del límite ético al campo de aplicabilidad de la noción del inconsciente: es necesario que se esté dispuesto a aceptar la existencia del inconsciente en determinados fenómenos del lenguaje, los que se pueden resumir brevemente en una frase: cuando se dice, siempre se dice más, menos o diferente de lo que se quería decir.
¿Cómo incluir este problema en la técnica del análisis de niños?
En la clínica con niños practicamos una técnica que hemos heredado de la teoría kleiniana consistente en incluir el juego y el dibujo, el modelado y todas sus variantes...
Ante la ausencia de una respuesta clara, propongo una pregunta que transfiere parte de la lógica anteriormente desplegada: así como cuando se dice, se dice más, menos y distinto de lo que quería decir... ¿ocurre lo mismo cuando se juega o se dibuja?

VII.
Finalmente, respecto de las limitaciones que Freud situaba al concepto de “transferencia”, estimo que la diferencia es de tono netamente cualitativo y estaría dada por la particularidad de la presencia real de los padres.
Sostengo que en es posible realizar un diagnóstico del modo en que Freud establecía la transferencia por medio de un traslado de la autoridad, que en realidad es poder, del padre al analista.
En segundo lugar, existe otro modelo para conceptualizar la transferencia. Éste modelo tiene por condición necesaria establecer la diferencia entre el gran Otro y la letra A mayúscula.
Esta concepción permite convertir al gran Otro en una función variable, que puede tomar diversos valores, y a la letra A en una constante. Considerando al Otro como el Otro sujeto y A como la simbolización del lugar Otro, como tesoro y batería de los significantes. A, será el lugar del conjunto de los significantes, y simbolizará el lugar donde se plantea el problema de la garantía de la verdad de la palabra del Otro, cuya posición determina a su vez la del sujeto. Estas posiciones son netamente relacionales, no son posiciones absolutas y esto refuerza la idea de lo interpsíquico.
Lo interpsíquico requiere dos instancias enunciativas que cumplan con determinada relación y por lo tanto esta idea no se opone para nada a la inclusión de los enunciados de los padres en el tratamiento de un niño; lejos de ser un obstáculo la presencia real de los padres, podría formar parte de la misma instancia enunciativa.

VIII.
Para concluir, se considerará la lectura lacaniana del “retorno a Freud” como condición de posibilidad para conceptualizar el psicoanálisis de niños. Este pequeño texto promueve la revisión de los conceptos freudianos a la luz de las enseñanzas de Jacques Lacan, como una cuestión preliminar para todo tratamiento psicoanalítico posible con un niño.-



NOTAS.
[1] Freud. S “Conferencia XX: La vida sexual de los seres humanos” en AE. XVI. pág.291
[2] Freud. S. – “Prólogo a August Aichorn “Verwahrloste Jugend” – en AE.XIX – pags.297/298
[3] Freud. S. – “Conferencia XXXIV: Esclarecimientos, aplicaciones, orientaciones” –en AE. XXII pag.137
[4] Op. Cit. Pag.297
[5] Op. Cit. Pag.137