sábado, 28 de julio de 2007

Pablo Peusner: "Elementos para una revisión crítica de la rectificación subjetiva"

10 de julio de 2003

Buenas noches. Propuse para hoy abordar la «rectificación subjetiva», pero no como noción ni como concepto, sino simplemente como significante. En todo caso, si es o no un concepto será el punto de llegada o las conclusiones que se puedan elaborar a partir del trabajo que quiero proponerles.
Cuando el mes pasado hice la última presentación en mi curso ubiqué el estilo de la presentación a partir de una cita de Umberto Eco que me gustaría repetir porque hay mucha gente aquí que no estuvo en aquella ocasión. Puesto que el espíritu de estos espacios es el de invitar a que todo el mundo participe, multiplicar las voces que se escuchan en nuestro grupo de trabajo, hemos notado últimamente que había como cierta presión por el espacio hacia quienes eran candidatos a tomar la palabra y yo me encontré trabajando un libro de Umberto Eco que se llama: “Sobre la literatura” con una cita muy interesante en donde Eco cuenta cómo fue la crítica que le hicieron cuando fue la presentación y la defensa pública de su tesis de licenciatura. Ahí contó algo con lo cual yo me sentí profundamente cercano, al menos en el estilo que yo intento darle a algunas de las presentaciones. Se las leo muy brevemente, está en el libro “Sobre la literatura”. Es un texto que se llama: “Cómo escribo” y ahí Eco cuenta la siguiente situación:

“Cuando discutí mi tesis de licenciatura sobre el problema estético en Santo Tomás De Aquino me llamó la atención la objeción del segundo ponente: tu has puesto en escena las distintas fases de tu búsqueda, como si se tratara de un reportaje, anotando incluso las pistas falsas y las hipótesis que luego has descartado, pero el estudioso maduro agota estas experiencias pero luego devuelve al público, en la redacción final, sólo las conclusiones.”[i]

Y Eco dice:

“Yo reconocí que mi tesis era exactamente como decía él pero no lo sentía como un límite, es más, fue precisamente entonces cuando me convencí de que todas las investigaciones hay que contarlas de esta manera y eso creo haber hecho con todas mis obras de ensayo.”

A mí me encantó esta cita porque nos quita la presión de tener que ser maduros y sumamente elaborados en el modo en que presentemos nuestras investigaciones. Lo que yo voy a intentar hacer hoy aquí con todos ustedes es solamente problematizar y abrir algunas líneas para favorecer la discusión sobre algo tan extendido como es el significante: «rectificación subjetiva».
En principio, hay algo que aparece tejido en común entre distintos espacios en la sociedad actualmente y es que he notado es que en varios espacios se está trabajando la lógica de «el comienzo», es decir, la lógica de lo que pasa en los comienzos de la experiencia psicoanalítica. En el seminario de “cuestiones clínicas” se han trabajado cuestiones relativas a los inicios del análisis, «entrada en análisis», «demanda de análisis». En el seminario de niños yo vengo trabajando justamente la estructura de «el comienzo», lo que propuse llamar así. Hubo una presentación sobre la demanda de análisis en donde volvimos sobre el argumento de Freud que proponía que, en psicoanálisis, se podían teorizar fundamentalmente las aperturas y los cierres y allí se señalaba en aquella ocasión que, a pesar de que parecía que se podía, nadie las teorizaba, con lo cual, el trabajo que nosotros estamos intentando hacer me parece en ese punto que es bastante subversivo, es decir, es retomar el problema, al menos de las aperturas. En algún momento tendremos que tomar la dirección de empezar a teorizar los cierres.
Entonces, en esta línea, en este ambiente, en este contexto de trabajo acerca de cómo empiezan los análisis, cuando en la primera reunión del seminario de cuestiones clínicas se trabajaba la entrada en el análisis apareció nuevamente en la discusión el problema de la rectificación subjetiva.
Antes de empezar a investigar un poco sobre la rectificación subjetiva, con lo que me encontré es que, en esa exposición se hacía un rastreo bibliográfico bastante extenso de los lugares en donde aparecían los términos. Hoy quisiera una propuesta positiva sobre el asunto, es decir, proponer para el significante en cuestión un uso posible.

Entonces, acerca del significante «rectificación subjetiva» quisiera situar primero cuatro cuestiones: la primera es que consideremos que se trata de un hápax en la obra de Lacan puesto que, al menos hasta dónde yo pude rastrear y no necesariamente con métodos de escaneo sino con método de lectura, me parece que está una sola y única vez bajo ese formato, rectificación subjetiva, en la página 601 de los “écrits” o en la página 581 de los “escritos 2”.
Segundo, les propongo también considerar que, en el mismo texto en el cual aparece este hápax, que es el texto de “La dirección de la cura y los principios de su poder” de 1958, hay una oración de Lacan que pareciera desarrollar este significante, la oración está en la página 589 de los “écrits” y 578 de “escritos 2” en español y dice así, tal cual:

“La rectificación de las relaciones del sujeto con lo real.”

Se tiende a asociar esta oración como un desarrollo posible de lo apretado que está el significante: «rectificación subjetiva».
Tercero, les propongo considerar que Lacan introdujo esta idea de la rectificación subjetiva a partir de dos ejemplos clínicos tomados de la obra de Freud, a saber: el Hombre de las ratas y el caso Dora; obviamente, todo el mundo utiliza como el ejemplo canónico de la rectificación subjetiva la situación que Lacan ubica en el texto de Freud sobre el caso Dora, haciendo caso omiso del trabajo sobre el Hombre de las ratas.
Y, cuarto, les propongo también considerar que Lacan coloca a la rectificación subjetiva como el primer momento de las escansiones en las que se ordena el proceso de la dirección de la cura. Y, al momento en que coloca a la rectificación subjetiva en este primer momento, abre la pregunta por si acaso los problemas de algunos analistas, en el modo en que trabajan con sus pacientes, no estarán relacionados con la inversión del orden que él propone. El orden que él propone es, primero, la rectificación de las relaciones del sujeto con lo real luego la transferencia y luego la interpretación.
Bueno, estos cuatro puntos son los cuatro puntos centrales sobre los cuales yo puedo intentar decir algo. Obviamente, apoyándome en lo que dijo Eco, no voy a ser maduro en mi intervención, haré lo que pueda, hay pistas falsas también, hay caminos sin salida y algunos párrafos que vamos a tener que volver a leer por millonésima vez, al menos para recordar cómo estaban planteados.
Les decía que en la obra escrita de Lacan –y como obra escrita ahora nos podemos referir ya a dos volúmenes: “Los escritos” y los “otros escritos” (aún inéditos en español) -aparece una sola vez. Obviamente, digo yo, el éxito o la aceptación de este significante –porque vieron que es un significante sumamente aceptado, utilizado, muy tenido en cuenta en las discusiones y en las cuestiones clínicas– no puede estar sostenido en el desarrollo que Lacan hizo en el texto de la “Dirección de la cura...” sobre él, puesto que, prácticamente, no tiene desarrollo, es muy escueto, ni siquiera en las repeticiones que Lacan le dedicó porque prácticamente habló más o menos dos veces, –con una buena lectura uno podría pensar que hay un ida y vuelta entre “Intervención sobre la transferencia” y la “Dirección de la cura...”– y, entonces, mi pregunta sigue siendo la misma: ¿por qué tuvo tanto éxito? ¿por qué se le da tanto valor? ¿por qué está tan valorizado en el mercado lingüístico de los analistas lacanianos utilizar este significante para decir tal o cual cosa?
Bueno, mi hipótesis es que el éxito que tuvo fue por uno de los dos ejemplos que Lacan utilizó. El modo en el que Lacan cuenta la situación clínica de Freud con Dora, el modo en que Lacan lee la respuesta que Freud le dijo a Dora pero que Freud nunca escribió en su texto –este es el otro asunto–, el modo en que Lacan construye, a partir de la teoría que Freud pone en el texto, la respuesta que Freud le podría haber dado a Dora a partir de su posición inicial, me parece que encaja fenomenalmente en cierta ideología occidental contemporánea a partir de la cual se piensa el psicoanálisis, en donde el sujeto es una persona, en donde la responsabilidad es un concepto que empieza a tomar parte como los quehaceres de la persona, respecto de los cuales ella debe hacerse cargo y, a su vez, con un modo de considerar a lo real como hechos plenamente ocurridos.
Estos son los usos de los ejemplos que Lacan hace que a mí siempre me hacen preferir que Lacan escriba difícil porque estas cosas no pasan cuando Lacan escribe en difícil o cuando él calcula la entrada difícil, como dice él, a sus propios textos. A veces los ejemplos producen este efecto.
Bueno, ahora bien, este ejemplo que Lacan recorta en la “Dirección de la cura...”, en 1958, ya había sido usado en 1951, en el escrito titulado: “Intervención sobre la transferencia”, es exactamente el mismo, y les voy a proponer que leamos la doble presentación que Lacan hace del ejemplo, son poquitas líneas, yo sé que son ultraconocidas pero vamos a tratar de darle cierta agilidad a esto.
En “Intervención sobre la transferencia”, Lacan presenta el ejemplo de la manera más desarrollada porque, incluso, produce la barbaridad de incluir una cita que es totalmente apócrifa, pero totalmente apócrifa. Cuenta la situación de Dora ante Freud, luego de narrarle la situación esa, tan particular, de intercambio entre ella, la señora K, su padre y el señor K y, entonces, aparentemente ella le dice a Freud, Lacan abre comillas:

“Estos hechos están ahí, proceden de la realidad y no de mí misma. ¿Qué quiere usted cambiar en ellos?” A lo cual Freud responde por:
Una primera inversión dialéctica que no tiene nada que envidiarle al análisis hegeliano de la reivindicación del “alma bella”, aquella que se revela contra el mundo en el nombre de la ley del corazón: “observa, le dice, cuál es tu propia parte en el desorden del que tu te quejas.”[ii]

Y pone la cita y esa cita no existe, Freud jamás le dijo eso a Dora, en todo caso es lo que Lacan supone, de haber leído muy bien a Freud, que Freud le hubiera dicho, es la construcción de la intervención pero no es cita textual porque en el texto no está.
Bueno, en la “Dirección de la cura...” reaparece este ejemplo pero no escrito, les diría así, en primera persona sino que, más bien, en un estilo indirecto y está introducido por, dice así: “otro ejemplo notorio”. Es otro ejemplo notorio porque ya había dado el ejemplo del hombre de las ratas antes.

“Cuando él obliga a Dora a constatar que el gran desorden del mundo de su padre, respecto de cuyos perjuicios ha hecho el objeto de su reclamo, ella hace más que participar ahí y que ella había hecho allí de engranaje y que no hubiera podido proseguirse sin su complacencia.
Yo he subrayado desde hace largo tiempo el procedimiento hegeliano de esa inversión de las posiciones del ‘alma bella’ en cuanto a la realidad que ella acusa. No se trata de manera alguna de adaptarla ahí sino de mostrarle que ella está lo suficientemente bien adaptada puesto que concurre a su fabricación”

Está narrado en estilo indirecto pero es exactamente el mismo ejemplo y para aclarar los ejemplos en ambos textos Lacan hace algunos comentarios que convendría ubicar.
En “Intervención sobre la transferencia” hace muchísimo hincapié en la situación dialéctica de la experiencia analítica. “Intervención sobre la transferencia” está todo construido a partir de una noción dialéctica que es la noción de la dialéctica de Hegel y el texto de Freud sobre Dora se ordena por una serie de desarrollos de verdad y de inversiones dialécticas, eso es muy conocido por todos pero está como muy presente toda la dimensión del diálogo a lo largo del texto, incluso Lacan llega a decir que el diálogo está asegurado por la presencia del analista antes de toda intervención. Tenemos ahí una posición de Lacan temprana respecto de la presencia del analista, algo que después va a retomar en el seminario.
Y, una idea que a mí me parece muy interesante para destacar, hay en ese texto y en el contexto de este ejemplo una definición de “neutralidad analítica”. Lacan propone que esta “neutralidad analítica” toma su sentido de la posición del puro dialéctico, es decir que se trata solamente de un diálogo acerca de ‘por qué tu dices eso’ y, a partir de que ‘tu dices eso’, ‘yo digo esto’ y, ‘por qué si tu dijiste esto y yo dije esto, luego, tu dices lo otro’, es decir, es un intercambio puramente dialéctico.
Del ejemplo que Lacan recorta en el escrito de la “Dirección de la cura...”, Lacan lo que asegura es que:

“En Freud, la rectificación subjetiva, [ahí es dónde aparece el término], es dialéctica, parte de los decires del sujeto y vuelve allí.”

Con lo cual, fíjense que la composición que Lacan propone respecto de este fenómeno de la rectificación subjetiva queda en el terreno de los decires y no de los hechos, parte de los decires y, por su carácter dialéctico, vuelve a los decires, pero no toma contacto con hechos, con hechos que no sean hechos de palabra en todo caso.
Y, más adelante en el mismo escrito, haciendo un desarrollo de la rectificación subjetiva, afirma:

“Se trata de otra cosa que de las relaciones del yo con el mundo.”

Yo considero que siempre se tiende a entenderlo así, que la rectificación subjetiva sí se trata de las relaciones del yo con el mundo, de cómo se relaciona un sujeto, pero un falso sujeto porque es un sujeto entendido como persona, con el mundo entendido como la realidad que no es la realidad psíquica. Lacan lo había aclarado expresamente que no se trataba de eso, para nada.
Para resolver esta secuencia de los dos ejemplos, les propongo es que retomemos el ejemplo original de Freud porque, habitualmente, cuando leemos esto en Lacan, olvidamos lo que Freud escribió y como es divertido, me parece a mí, la experiencia de volver a leer a Freud, les propongo que hagamos la comparación de las traducciones de Amorrortu y de Ballesteros de ese párrafo y les propongo hacer la comparación no por un afán de obsesión estúpida sino porque es increíble la diferencia que presentan ambas versiones.
Empecemos por Ballesteros. A mí, Ballesteros siempre me gusto más porque es el más poético, es el menos preciso en algunos casos pero hay muchas cosas que en Amorrortu están muy condensadas que en Ballesteros, por el afán poético de Don Luis, se pueden leer un poco mejor.
Entonces, Freud dice lo siguiente:

“Cuando en el tratamiento psicoanalítico aparece una serie de ideas correctamente fundamentadas e irreprochables surge también para el médico un momento de perplejidad, pudiendo el paciente tomar cierta ventaja al preguntar: ‘Esto es en su totalidad bien pensado y cierto ¿no le parece? ¿qué quisiera usted cambiar de lo que yo le he contado?”

Esta situación clínica se las regalo, es una cagada total que venga un paciente con una lógica impecable, con una argumentación muy sólida y cuente hechos que parecieran no tener otro arreglo posible ¿ven que Freud, no está hablando de Dora? Este párrafo que estoy leyendo está metido dentro del historial pero en ningún momento está comentando específicamente la situación de Dora.

“No tardamos en observar que tales ideas, inatacables por el análisis, han sido utilizadas por el enfermo para encubrir otras que tratan de escapar a su crítica y a su conciencia.”

Y ahora va a dar una fórmula Freud, miren cómo es, dice así:

“Una serie de reproches contra otros nos hace sospechar la existencia detrás de ella de una serie de reproches de igual contenido contra la propia persona.”

Es increíble que Freud, diga esto.

“Nos bastará entonces referir sucesivamente cada uno de ellos a la persona del enfermo.”

Ahí da la receta. Entonces, cada vez que alguien reproche algo contra otro, en realidad, ese reproche es un autorreproche y, entonces, lo que hay que hacer es invertir eso y volverlo contra la propia persona que los dice ¿ven por qué somos lacanianos? porque ser freudiano es difícil.

“Este modo de defenderse contra un reproche referido a uno mismo, transfiriéndolo a otras personas, muestra algo innegablemente automático y tiene su modelo en la conducta de los niños pequeños que siempre que se les reprocha alguna mentira responden: ‘el mentiroso eres tu’. El adulto respondería intentando subrayar algún defecto real del adversario en lugar de emplear como defensa la repetición del mismo reproche.”

¿Pescan la lógica, no? es decir, si ustedes me dicen a mí: “sos un mentiroso”, yo a cualquiera de ustedes le contestaría: “sí, vos sos un gordo pedorro”, no le contestaría: “no, el mentiroso sos vos”. Un niño pequeño sí, ustedes le dicen a un niño: “estás haciendo trampa” y el pibe, en desmedro de la realidad, olvidando y perdiendo todo contacto con la realidad, contesta: “el que está haciendo trampa sos vos”.
Bueno, Lacan dice:

“En la paranoia se hace manifiesta, como proceso constructor de delirios, esta proyección del reproche sobre otra persona, sin modificación alguna de su contenido y por tanto sin base ninguna real.”

Es decir que el mecanismo este es para los niños y para la paranoia.
Es increíble lo que dice Freud acá, les leo solamente algunas diferencias que presenta la traducción de Amorrortu, por precisa. Bueno, la situación inicial es igual y después dice la fórmula:

“Una serie de reproches dirigidos a otras personas hacen sospechar la existencia de una serie de autorreproches de idéntico contenido, sólo hace falta redargüir cada reproche volviéndolo contra la propia persona que lo dijo.”

Yo es la primera vez en mi vida que leo el verbo “redargüir”, no sé si alguna vez lo leyeron. “Redargüir”, según el diccionario de la Real Academia es: “convertir un argumento contra quien lo produce”.
Con lo cual, la fórmula clínica que Freud propone cuando alguien dirige reproches a otro es que hay que redargüir esos reproches, volviéndolos contra la propia persona de donde han surgido.
Me parece complicado. Es que hay que decirlo, pensemos que a partir de esta idea de Freud, Lacan construyó lo que Freud le dijo a Dora: “Fíjate que parte ocupas en aquel desorden del que te quejas”, o sea, esa frase que Lacan dice que Freud le dijo a Dora no está en el historial, en ningún lado, Lacan la construye a partir de esta fórmula.

[Comentario inaudible, fuera de micrófono]

No sabemos, exactamente cuál es el contenido, la queja de ella es que la negocian, que es una pieza de intercambio y, en realidad, pareciera que lo que Lacan recorta que Freud le dice es que es una pieza de intercambio ella, también, respecto de otro intercambio; o sea, no el intercambio de hombres sino el intercambio de saber respecto de la mujer. Es una construcción.
Por eso digo, es complicado el asunto porque a mí me parece que ni siquiera Lacan podría haber creído que esto es cierto, como fórmula clínica es complicada. Son esas fórmulas clínicas ¿se acuerdan cuando Freud decía, ‘si un paciente se queda callado está pensando en el analista’? Bueno, ‘si un paciente se queja contra otro, en realidad se está quejando contra él mismo’; qué sé yo, yo no lo tomaría muy en serio.
Entonces, lo que Lacan agrega –yo no sé si lo agrega Lacan o se agrega solo– es el hincapié en la responsabilidad del autor del reproche, esto no sé de dónde salió, porque en Freud no está. Freud lo que dice es una maniobra lingüística, argumentativa, redargüir, es decir, tomar el argumento e invertirlo pero en ningún lado habla de que hay que hacer responsable a quien lo dijo de haberlo dicho. Freud no utiliza la categoría de responsabilidad, Lacan tampoco, en realidad, no lo dice explícitamente, ni siquiera está planteado en el texto que sean inconscientes, dice: “que se intentan sustraer de la crítica y de la consciencia” pero ni siquiera serían inconscientes en el modo en que Freud lo cuenta. En el ejemplo de Lacan yo no sé por qué se filtra la responsabilidad, no sé de dónde sale, no sé quién agregó la responsabilidad.
En realidad, esto lo estudié hace bastante tiempo y todas las preguntas que estoy planteándoles son preguntas que tengo hace años. Me acuerdo que aprobé la materia clínica de adultos en la facultad con un escrito sobre este problema, no creo que el analista que era mi docente de esa comisión haya leído lo que yo escribí porque él opina lo contrario de lo que yo estoy diciendo. Y, en aquella época, era un clásico esto: “Introducción al método Psicoanalítico” de Jacques Allain Miller, sigue siendo un clásico, y tiene un capítulo sobre la rectificación subjetiva y quería leerles la definición que da Miller para que la discutamos.

“Lo que Lacan llamaba rectificación subjetiva es pasar del hecho de quejarse de los otros a quejarse de sí mismo.”

(Risas)

Che, un poco más de respeto...

“Siempre tenemos razones para quejarnos de los otros, es un punto de hecho muy refinado, esa entrada del sujeto que dice: ‘no es mi culpa’. Inversamente, el acto analítico consiste en implicar al sujeto en aquello de lo que se queja, implicarlo en las cosas de las cuales se queja. Es un error pensar en el análisis que el inconsciente sea el responsable de las cosas por las cuales alguien sufre, si así fuese, destituiríamos al sujeto de su responsabilidad.
Es de esta manera que son pensadas muchas veces las cosas en el análisis y esto cuando se aprende que las cosas van mal por lo que ocurrió en el pasado, por los padres, por el hermano mayor, la hermana menor y de este modo el sujeto queda desposeído de su estatuto. Pero los analistas saben muy bien que no se trata de eso, al contrario, Lacan llamaba rectificación subjetiva cuando en el análisis el sujeto aprende también su responsabilidad esencial en lo que ocurre, la paradoja es que el lugar de la responsabilidad del sujeto es el mismo que el del inconsciente.”

Ven a dónde lleva el problema, lo que Miller se pregunta es: ¿quién es el responsable de lo que le pasa al sujeto: el inconsciente o el sujeto? pero el problema es que él incluye a la responsabilidad como el eje para discutir esto. Ahora yo pregunto: ¿vale la pena mantener una noción o un concepto o una idea, como la rectificación subjetiva si nos conduce a un impas, como este que Miller descubre, así como maravillado? y que no resuelve en las cien páginas siguientes del libro porque lo volví a leer todo ¿vale la pena usar un concepto así?
No sólo eso sino que lo que empecé a pensar es que es muy probable que por no poder aplicar un modo de pensar la implicación del sujeto en la responsabilidad de lo que le pasa, analistas lacanianos rechacen la posibilidad de analizar niños, no sólo eso sino que hasta podrían rechazar la posibilidad de analizar psicóticos, si quisieran, metiéndose por ese sesgo ¿Cómo se resuelve esto? Me parece que por el lado de la responsabilidad es un atolladero total, no terminamos de saber si la responsabilidad es del inconsciente o del sujeto, yo propongo abandonar totalmente esa vía.
Voy a proponerles mi esbozo de solución que tiene el déficit de ser mía.
Bueno, a mí me parece que se sale por esa frase que, en el escrito de Lacan, parece ser el desarrollo y la definición del hápax, es decir, cuando Lacan dice que la rectificación subjetiva, en realidad, se podría entender como la rectificación de las relaciones del sujeto con lo real. Y, en realidad, todo esto anterior no sirve para nada, lo que yo quiero proponer es lo que viene ahora.
Puesto que hay que cortar el problema por algún lado, yo les voy a proponer que existen al menos dos modos de la relación del sujeto con lo real que Lacan ha trabajado y que les propongo abordar para abrir el problema, solamente dos modos posibles de relación del sujeto con lo real: el lenguaje y la lógica, dos modos posibles.
Y cuando digo que con el lenguaje o con la lógica encontramos modos de establecer relaciones del sujeto con lo real, lo digo bastante confiado porque Lacan propuso fórmulas para establecer esto. Una muy conocida y una no tan conocida que yo introduje hace un tiempo y que a mí, al menos, se me esta transformando en algo muy interesante, cada vez le puedo sacar más jugo.
Para establecer la relación del sujeto con lo real a través del lenguaje, les propongo:

“Que se diga quede olvidado tras lo que se dice en lo que se escucha [o se entiende]”.

Es una frase que está publicada en la primera página de “El Atolondradicho” y que Lacan retomó. La venía escribiendo a lo largo de todo el Seminario 19 en la pizarra pero no la explicaba. En la segunda clase del Seminario 20, que se llama: “A Jakobson”, algo dice. Y dice así:

“Que se diga, queda olvidado tras lo que se dice en lo que se escucha [que también podría traducirse como: ‘en lo que se entiende’]”.

Esa es una, para el lenguaje, y, para la lógica, les propongo:

“En todo analisante hay un alumno de Aristóteles”.

Frase de un textito que recuperamos hace poco que se llama: “El sueño de Aristóteles”, que yo propuse cuando trabajamos el libro de Foucault y no sé si Irene lo estuvo trabajando porque tuvimos una pequeña reunión sobre eso.
Les propongo que lo que hay que rectificar es el hecho de: “que se diga queda olvidado tras lo que se dice en lo que se escucha o lo que se entiende”. Eso sería algo a rectificar puesto que ahí hay algo del orden de las relaciones del sujeto con lo real. Podemos retomar un poquito la idea porque yo pensé que era más conocida pero si no es conocida la retomamos.
Con esa frase, Lacan propone un fenómeno propio de la estructura del lenguaje, no habla de un fenómeno clínico en sí, ni habla de un fenómeno solamente registrable en la experiencia del psicoanálisis o en el campo del psicoanálisis; dice que, universalmente, en cualquier lenguaje, –al menos de los lenguajes que admiten la estructura significante, no me atrevería a afirmar esto para los lenguajes con ideograma, no sé si ahí funciona, me parece que no–, para todos los lenguajes que están estructurados a partir de la lógica del significante, Lacan plantea que cuando se dice algo, cuando se produce un enunciado, al momento de comprender o de escuchar ese enunciado, se olvida el acto enunciativo, es decir, se olvida que alguien ha dicho eso que se ha dicho, lo que para nosotros sería la enunciación.
Con lo cual, de lo que podría tratarse sería de rectificar esa posición, es decir, que ya no importe lo que Dora dice sino que es Dora la que lo está diciendo; no que se haga responsable de lo que dijo sino, que al describir esa situación ridícula de intercambio, tener en cuenta que ella que participa es la que lo está diciendo, esa sería una de las posiciones, una de las propuestas.
La otra es un poquito más complicada. Ustedes se acuerdan la cita de Freud que les leía recién, Freud dice que se suponga el caso de que un paciente venga y explique lo que le pasa de una manera muy argumentada, muy sólida, muy clara. Uno tiende a pensar que la lógica bien argumentada, con la cual alguien puede venir a decir una serie de cosas, es la lógica de Aristóteles; si ya decía Koyrè que nuestro sentido común es aristotélico y que, paradójicamente, nuestro sentido común se articula con el triple principio lógico de Aristóteles, que es el principio de identidad, el de no contradicción y el de tercero excluido.
Al pronunciar Lacan la fórmula de que “en todo analizante hay un alumno de Aristóteles”, podríamos pensar lo siguiente: en el modo lógico, argumentativo, de los pacientes nos encontramos con la prevalencia de este triple principio, que no es el principio con el cual Freud inicialmente y Lacan en la segunda vuelta propusieron leer los fenómenos del lenguaje que considerábamos como el inconsciente.
Alguien me preguntaba el otro día si los niños, en el modo de vinculación al lenguaje, quedaban cautivos de este triple principio, porque era obvio que no, y me decía si era un problema evolutivo, si era porque eran chiquitos, y me parece que no es así, que lo importante a tener en cuenta es que es casi una posición del sujeto –en occidente, al menos, me atrevería a decir que es dónde Aristóteles ha tenido más influencia–, la de exigir la constitución de un sentido común a partir de ese triple principio lógico y que cualquier cosa que quede planteada por fuera de ese triple principio va a sonar raro.
Ustedes saben que Lacan planteo que la lógica era una ciencia de lo real, también está en “El Atolondradicho”, con lo cual, se podría tratar de rectificar que, el modo de acceso del sujeto a lo real por la lógica aristotélica produce y conduce a ciertos impaces que no articulan bien con la lógica del inconsciente. Fundamentalmente, porque la lógica de Aristóteles es tautológica, el triple principio aristotélico es tautológico. Por tautológico lo que quiero decir es que si ustedes toman cualquiera de las tres reglas de Aristóteles y por ejemplo, le asignan a los elementos, a las letritas, a P, valor verdadero y arman las operaciones de identidad, de tercero excluido y de no contradicción, el resultado es siempre verdadero y si le asignan a P: falso y producen las tres operaciones, el resultado siempre es verdadero; con lo cual, es una lógica que siempre da verdadero, en ese sentido son operaciones de tipo tautológicas.
Con lo cual, y esto existe en el mundo, ya se está teorizando hace mucho tiempo, hay nuevos modos lógicos que se basan en la derogación de estos principios. Por ejemplo, la lógica que trabaja sin principio de identidad se llama: lógica no reflexiva, la lógica que trabaja sin principio de contradicción se llama: lógica paraconsistente y la lógica que trabaja sin principio de tercero excluido se llama: lógica paracompleta. Y hay toneladas de material y bibliografía dando vuelta por el mundo acerca de estos nuevos modos lógicos que no son para nada el modo lógico aristotélico. ¿Cómo se podría pensar un pequeño ejemplo de esto?
¿Vieron que los pacientes, cuando están involucrados en situaciones vitales, siempre tienden a pensar la solución en términos de dos soluciones?: “Estoy mal en el laburo, o me quedo y me la banco o renuncio”. Siempre la tendencia del sentido común es a que se presenten en dos posiciones y al presentarse en dos posiciones –y al excluir una tercera posible que no necesariamente tiene que ser la intermedia, podría haber una tercera posición–, lo que se tiende a privilegiar es que en la elección, si una de esas dos posibilidades es la verdadera, obviamente, la otra tendría que ser la falsa, porque es de no contradicción. Y que si las cosas son de una determinada manera tienden a ser de esa determinada manera, es decir que no podrían ser de otra manera. Vieron cuando dicen: “pero, si a mi me violaron, ¿cómo va a cambiar usted eso?”, me violaron, entonces, me violaron, ese hecho es idéntico a si mismo; cuando, en realidad, “me violaron” puede querer decir tantas cosas. La interpretación de eso no tendría por qué ser unívoca, es decir que la identidad de un hecho consigo mismo se pierde cuando el hecho pasa a la lógica del significante.
Bueno, obviamente, intentar reponer el “Que se diga...”, en relación al lenguaje, y el tratar de derogar el triple principio lógico de Aristóteles, en relación a la lógica, es una operación que no se puede aplicar en el tratamiento de niños en la escena con el niño, no digo con los padres, digo en la escena con el niño, y tampoco en la clínica de la psicosis. No se puede aplicar porque aquello que habría que rectificar no opera de entrada. Es decir, “Que se diga quede olvidado tras lo que se dice en lo que se escucha”, eso, en la psicosis no pasa, en los niños tampoco, y los niños no son discípulos de Aristóteles, los psicóticos tampoco, es decir que ahí no tenemos esa salida.
Con lo cual, pareciera, al menos en mi propuesta, que el significante: «rectificación subjetiva» podría aplicarse con este doble criterio solamente a los casos de pacientes, en principio, neuróticos pero, bueno, eso es una consecuencia del corte que yo apliqué al problema y por dónde propongo leerlo.Bueno, yo dejaría aquí para ver si acaso podemos intercambiar un poco.

(texto inédito)
Tengo la impresión de que a pesar de los años transcurridos, sigo pensando igual muchas cosas. Este tema es un escollo habitual en los inicios de los análisis. Ojalá que, aunque no estén de acuerdo con mis argumentos, sirva para que podamos reflexionar. PP